BAUTISMO
DEL SEÑOR
Con la celebración del Bautismo
del Señor se cierra la temporada de Navidad.
Lecturas de la Misa del día y comentarios
Pregunta:
¿Jesús, siendo Dios, necesita recibir el Espíritu Santo?, acaso no lo
tuvo desde la eternidad?
Respuesta:
Jesús no necesita recibir el Espíritu ya que El es uno con Padre
y el Espíritu Santo desde la eternidad. En el bautismo se
manifestó el Espíritu para beneficio nuestro, en una epifanía
(manifestación) de la Trinidad.
Veamos que lo dicen los Padres de la Iglesia:
San Cirilo de Alejandría, siglo V:
"El
Hijo unigénito recibe el Espíritu Santo no para sí mismo –pues es
suyo, habita en él, y por su medio se comunica, como ya dijimos
antes–, sino para instaurar y restituir a su integridad a la
naturaleza entera, ya que, al haberse hecho hombre, la poseía en su
totalidad. Puede, por tanto, entenderse –si es que queremos usar
nuestra recta razón, así como los testimonios de la Escritura– que
Cristo no recibió el Espíritu para sí, sino más bien para nosotros
en sí mismo: pues por su medio nos vienen todos los bienes."
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San Máximo de Turín,
siglo V: «¿Por qué quiso bautizarse,
si es santo?» Escucha. Cristo se hace bautizar, no para
santificarse con el agua, sino para santificar el agua y para
purificar aquella corriente con su propia purificación y mediante el
contacto de su cuerpo. Pues la consagración de Cristo es la
consagración completa del agua.
Y así, cuando se lava el Salvador, se purifica
toda el agua necesaria para nuestro bautismo, y queda limpia la
fuente, para que pueda luego administrarse a los pueblos que habían
de venir a la gracia de aquel baño. Cristo, pues, se adelanta
mediante su bautismo, a fin de que los pueblos cristianos vengan
luego tras él con confianza.
Así es como entiendo yo el misterio: Cristo
precede, de la misma manera que la columna de fuego iba delante
a través del mar Rojo, para que los hijos de Israel siguieran
intrépidamente su camino; y fue la primera en atravesar las aguas,
para preparar la senda a los que seguían tras ella. Hecho que, como
dice el Apóstol, fue un símbolo del bautismo. Y en un cierto modo
aquello fue verdaderamente un bautismo, cuando la nube cubría a los
israelitas y las olas les dejaban paso.
Pero todo esto lo llevó a cabo el mismo Cristo
Señor que ahora actúa, quien, como entonces precedió a través del
mar a los hijos de Israel en figura de columna de fuego, así ahora,
mediante el bautismo, va delante de los pueblos cristianos con la
columna de su cuerpo. Efectivamente, la misma columna, que entonces
ofreció su resplandor a los ojos de los que la seguían, es ahora la
que enciende su luz en los corazones de los creyentes: entonces,
hizo posible una senda para ellos en medio de las olas del mar;
ahora, corrobora sus pasos en el baño de la fe.
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San Hipólito,
siglo III:
Jesús fue a donde Juan y recibió de él el bautismo.
Cosa realmente admirable. La corriente inextinguible que alegra la
ciudad de Dios es lavada con un poco de agua. La fuente
inalcanzable, que hace germinar la vida para todos los hombres y que
nunca se agota, se sumerge en unas aguas pequeñas y temporales.
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este texto
San
Gregorio Nacianceno,
siglo IV, lectura del día:
Ojalá que estéis ya purificados, y os purifiquéis de nuevo. Nada hay
que agrade tanto a Dios como el arrepentimiento y la salvación del
hombre, en cuyo beneficio se han pronunciado todas las palabras y
revelado todos los misterios; para que, como astros en el
firmamento, os convirtáis en una fuerza vivificadora para el resto
de los hombres; y los esplendores de aquella luz que brilla en el
cielo os hagan resplandecer, como lumbreras perfectas, junto a su
inmensa luz, iluminados con más pureza y claridad por la Trinidad,
cuyo único rayo, brotado de la única Deidad, habéis recibido
inicialmente en Cristo Jesús, Señor nuestro, a quien le sean dados
la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
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