San
Lorenzo de Brindis
(Italiano:
Brindisi)
(1559-1619)
-Fiesta: 21 de julio
-Adaptado de La Vida de los
Santos de Butler.
Etim.:
"Laureado"
Doctor de la Iglesia,
sacerdote capuchino, predicador.
Vigoroso predicador de gran influencia en el período
pos-reformación.
Nació en Brindis, reino de Nápoles, el año 1559; ingresó en la Orden de Capuchinos,
donde enseñó teología a sus hermanos de religión y ocupó varios cargos
de responsabilidad. Delegado del Papa en muchos asuntos importantes, sin embargo siempre mantuvo una
profunda humildad.
El
Papa Clemente VIII decía que el Padre Lorenzo valía él solo más que un
ejercito. Predicó con asiduidad y
eficacia en varios países de Europa; también escribió muchas obras de
carácter doctrinal. Murió en Lisboa el año 1619.
Su
meditación favorita: La
pasión y Muerte de Jesucristo.
De sus sermones:
La
predicación es una función apostólica
Cesar
de Rossi nació en Brindis, ciudad del reino de Nápoles, en 1559.
Pertenecía a una familia veneciana de cierto renombre.
A los seis años ya asombraba a todos por la facilidad de
aprender de memoria páginas enteras, que declamaba en público.
Primero
se educó en el convento de los franciscanos de su ciudad natal y, después,
bajo la dirección de un tío suyo en el colegio de San Marcos de
Venecia. Hizo rápidos
progresos, tanto desde el punto de vista intelectual como espiritual y a
los dieciséis años ingresó en el convento de los capuchinos de Verona.
Cuando
pidió ser admitido, el superior le advirtió que le iba a ser muy difícil
soportar aquella vida tan dura y tan austera.
El joven le preguntó:
"Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?."
"Sí, lo habrá", respondió el superior.
"Pues eso me basta.
Al
mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir por amor a El,
cualquier padecimiento". Con el hábito religioso recibió el
nombre de Lorenzo.
Durante sus
estudios de filosofía y teología en la Universidad de Padua, se
distinguió por su extraordinario dominio de lenguas: aprendió el griego,
el hebreo, el alemán, el bohemio, el francés, el español y llegó a
conocer muy a fondo el texto de la Biblia.
Por su gran
don de prédica, siendo diácono, le fue encomendado el predicar
los 40 días de Cuaresma en la Catedral de Venecia por dos años
consecutivos. La gente vibraba de
emoción al oír sus sermones, y muchas eran las conversiones.
Después de
su ordenación sacerdotal, predicó con gran fruto en Padua, Verona,
Vicenza y otras ciudades del norte de Italia. En 1596, pasó a Roma a ejercer el cargo de definidor de su
orden, y el Papa Clemente VIII le pidió que trabajase especialmente por
la conversión de los judíos.
Tuvo
en ello gran éxito, ya que a su erudición y santidad de vida unía un
profundo conocimiento del hebreo.
Un
secreto. Un sacerdote le preguntó: "Frai Lorenzo, ¿a qué se
debe su facilidad para predicar? ¿A su formidable memoria?"
Y él respondió: "En buena parte se debe a mi buena memoria.
En otra buena parte a que dedico muchas horas a prepararme.
Pero la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis
predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que
tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en un libro
misterioso venido del cielo"
Dormía
sobre tablas. Se levantaba
por la noche a rezar salmos.
Ayunaba
con frecuencia comiendo casi siempre pan y verduras.
Huía de recibir honores, y se esforzaba por mantenerse siempre
alegre y de buen humor con todos.
Enviado a
Alemania. Sus superiores le enviaron, junto con el Beato Benito de
Urbino, a establecer a los capuchinos en Alemania como una muralla
contra el protestantismo. Los dos misioneros empezaron por atender a las víctimas de
una epidemia de peste; más tarde, fundaron conventos en Praga, Viena y
Gorizia, de donde habían de nacer con el tiempo las provincias de
Bohemia, Austria y Estiria. En
el capítulo de 1602, San Lorenzo fue elegido superior general de su
orden. Desempeñó su cargo
con vigor y caridad. Al
punto emprendió la visita de las provincias, pero, en 1605, se negó a
aceptar la reelección, pues pensaba que Dios le reservaba para otras
empresas.
Ante
la amenaza turca. Cuando Lorenzo era vicario general, el emperador
Rodolfo II le envió en misión diplomática a conseguir la ayuda de los
príncipes alemanes contra los turcos, cuya amenaza se cernía sobre
toda Hungría. El santo
tuvo éxito en su misión y fue nombrado capellán general del ejército
que se había formado gracias a sus esfuerzos.
En algunas ocasiones, San Lorenzo fue prácticamente general en
jefe del ejército; por ejemplo, antes de la batalla de Szekes-Fehervar,
en 1601, los generales le consultaron, el santo les aconsejó que
atacasen, arengó personalmente a las tropas y partió al frente de las
fuerzas de ataque, sin más armas que un crucifijo. La aplastante derrota que sufrieron los turcos fue atribuida
por todos a San Lorenzo. Se
cuenta que, al volver de la campaña, se detuvo en el convento de
Gorizia, donde el Señor se le apareció en el coro y le dio la comunión
por su propia mano.
Tras
de algún tiempo de predicar y reconciliar con la Iglesia a los herejes
de Alemania, recibió del emperador la comisión de persuadir a Felipe
III de España a que se uniese a la Liga Católica y aprovechó la ocasión
para fundar un convento de capuchinos en Madrid.
Después, fue enviado a Munich como nuncio de la Santa Sede ante
Maximiliano de Baviera, el jefe de la Liga.
Desde ahí administró dos provincias de su orden y prosiguió su
tarea de pacificación y predicación.
En 1618, tras de haber mediado dos veces en las diferencias
reales, se retiró al convento de Caserta, con la esperanza de verse
libre de todas las distracciones mundanas, por más que siempre había
hecho todo lo posible por evitar que sus actividades en los asuntos
seculares le apartaran de su vida como religioso.
Dios le había concedido una gracia especial para ello y el santo
era frecuentemente arrebatado en éxtasis mientras celebraba la misa, de
suerte que puede decirse que su vida interior constituía el punto de
partida de todas sus actividades exteriores.
Los
príncipes y gobernantes, por muy irreligiosos que sean, suelen apreciar
los servicios de los hombres verdaderamente santos. Los principales señores de Nápoles acudían a San Lorenzo
para presentarle sus quejas por la tiranía del virrey español, duque
de Osuna y le pedían que fuese a la corte del rey Felipe para evitar
que el pueblo se levantase en armas.
El santo no era aún muy viejo, pero estaba enfermo y achacoso.
Cuando llegó a Madrid, supo que el rey no estaba en la ciudad,
sino en Lisboa. Así pues,
prosiguió su camino a Portugal, en pleno calor del estío.
Usó de toda su elocuencia y su poder de persuasión y logró que
el monarca prometiese relevar del cargo de virrey al duque de Osuna.
San
Lorenzo regresó entonces a su convento y ahí falleció el día de su
cumpleaños, 22 de julio de 1619.
Cumplía 60 años. Fue sepultado en el cementerio de las Clarisas
Pobres de Villafranca.
Su
beatificación tuvo lugar en 1783; durante el proceso, se examinaron a
fondo sus escritos. Dejó escritos 15 volúmenes de enseñanzas, entre
ellos 800 sermones muy sabios. También un comentario del Génesis y
algunas obras contra Lutero.
San
Lorenzo fue canonizado en 1881. En 1959 el Papa Juan XXIII
le dio el título de doctor de la Iglesia ("doctor
apostolicus").
San
Lorenzo de Brindisi, ruega por nosotros, qué seamos humildes amantes de
la cruz y nos gastemos por Cristo.
BIBLIOGRAFÍA
Butler,
Vida de los Santos.
Salesman, P. Eliécer, Vidas de los Santos.
Sgarbossa, Mario y Luigi Giovannini -
Un Santo Para Cada Día