Mensajes del Corazón de Jesús a Sor Josefa Menéndez 7 DE MARZO DE 1923 Jesús explica a Josefa Sus secretos acerca de la Eucaristía: “La Eucaristía es invención del amor, es vida y fuerza de las almas, remedio para todas las enfermedades, viático para el paso del tiempo a la eternidad. “Los pecadores encuentran en ella la vida del alma; las almas tibias, el verdadero calor; las almas puras, suave y dulcísimo néctar; las fervorosas, su descanso y el remedio para calmar todas sus ansias; las perfectas, alas para elevarse a mayor perfección. 7 DE MARZO DE 1923 Jesús continúa compartiendo a Josefa Su mensaje: “¡Ah! ¡Qué dolor tan agudo siente Mi Corazón!... Los mundanos hieren Mis manos y Mis pies, manchan Mi rostro... pero las almas escogidas, Mis esposas, Mis ministros, desgarran y destrozan Mi Corazón. ¡Cuántos sacerdotes que devuelven a muchas almas la vida de la gracia están ellos mismos en pecado! ¡Y cuántos celebran así... Me reciben así... viven y mueren así…! “Este fue el más terrible dolor que sentí en la última Cena cuando vi, entre los doce, al primer apóstol infiel, representando a tantos otros que, en el transcurso de los siglos, habían de seguir su ejemplo. 7 DE MARZO DE 1923 Jesús prosigue Su mensaje, que Josefa escribe, palabra a palabra. Luego de dictar a Josefa las expectativas que tiene de las almas que Lo visitan en el Sagrario, se refiere ahora a Sus expectativas de los Sacerdotes: “¿Y aquel sacerdote?... ¿Cómo diré todo lo que espera Mi Corazón de Mis sacerdotes? Los he revestido de Mi poder para absolver los pecados; obedezco a una palabra de sus labios y bajo del cielo a la tierra; estoy a su disposición y Me dejo llevar de sus manos, ya para colocarme en el Sagrario, ya para darme a las almas en la comunión. Son, por decirlo así, Mis conductores. “He confiado a cada uno de ellos cierto número de almas para que con su predicación, sus consejos y, sobre todo, su ejemplo, las guíen y las encaminen por el camino de la virtud y del bien. ¿Cómo responden a este llamamiento? ¿Cómo cumplen esta misión de amor?... Hoy, al celebrar el Santo Sacrificio, al recibirme en su corazón, ¿Me confiará aquel sacerdote las almas que tiene a su cargo?... ¿Reparará las ofensas que sabe que recibo de tal pecador?... ¿Me pedirá fuerza para desempeñar su ministerio, celo para trabajar en la salvación de las almas?... ¿Sabrá sacrificarse hoy más que ayer?.... ¿Recibiré el amor que de él espero?... ¿Podré descansar en él como en un discípulo amado?... 7 DE MARZO DE 1923 Josefa continúa escribiendo el sorprendente Señor. Jesús explica entonces el diálogo que mantiene con las almas que Lo visitan en el Sagrario pero que no saben qué hacer o qué decirle: “ `No sé qué decir´ -se expresa el alma (según Jesús explica a Josefa) -, ` estoy fría… me aburro y paso el rato deseando salir de la Capilla. ¡No se me ocurre nada! ´ “¡Ah! -le contesto (dice Jesús)-. ¿Y así vas a recibirme, alma a quien escogí y a quien he esperado con impaciencia toda la noche? “Sí, la esperaba para descansar en ella; le tenía preparado alivio para todas sus inquietudes; la aguardaba con nuevas gracias, pero… como no Me las pide... No Me pide consejo ni fuerza... tan sólo se queja y apenas se dirige a Mí. Parece que ha venido por cumplimiento... porque es costumbre y porque no tiene pecado mortal que se lo impida. Pero no por amor, por verdadero deseo de unirse íntimamente a Mí. ¡Qué lejos está esa alma de aquellas delicadezas de amor que Yo esperaba de ella! 7 DE MARZO DE 1923 Al día siguiente, miércoles 7 de marzo, el doloroso acento de Jesús se deja oír: “Besa humildemente el suelo”. Josefa se postra a Sus pies y luego, enderezándose, permanece de rodillas junto a la mesa, esperando que el Señor comience a hablar. Jesús le revela entonces secretos extraordinarios a Josefa, que los transcribe así: “Escribe lo que sufrió Mi Corazón en aquella hora cuando no pudiendo contener el fuego que Me consume, inventé esta maravilla del amor: LA EUCARISTÍA. “Al contemplar entonces a todas las almas que habían de alimentarse de este Pan Divino, vi también las ingratitudes y frialdades de muchas de ellas, en particular de tantas almas escogidas... de tantas almas consagradas... de tantos sacerdotes... ¡Cuánto sufrió Mi Corazón! Vi cómo se irían enfriando poco a poco, dando entrada primero a la rutina y al cansancio... ¡después al hastío y finalmente a la tibieza!... “¡Y estoy en el Sagrario por ellas! ¡Y espero!... Deseo que esa alma venga a recibirme, que Me hable con confianza de esposa; que Me cuente sus penas, sus tentaciones, sus enfermedades... que Me pida consejo y solicite Mis gracias, ya para ella, ya para otras almas... Quizá entre las personas de su familia o las que están a su cargo las hay que están en peligro... tal vez alejadas de Mí... `Ven´, le digo, `dímelo todo con entera confianza... Pregúntame por los pecadores... Ofrécete para reparar... Prométeme que hoy no Me dejarás solo... Mira si Mi Corazón desea algo de ti que Le pueda consolar...!´ “Esto esperaba Yo de aquella alma ¡y de tantas! Mas, cuando se acerca a recibirme, apenas Me dice una palabra, porque está distraída, cansada o contrariada. Su salud la tiene intranquila, sus ocupaciones la desazonan, la familia la preocupa, y entre los que conviven o tratan con ella, siempre hay algo que la molesta”. 6 DE MARZO DE 1923 Ante semejante revelación de Jesús, Josefa inmediatamente Le dice: “Señor, ya veis que estaba dispuesta a dejaros hacer de mí lo que quisierais y no sé cómo he caído y os he disgustado. ¿Me perdonaréis? ¡Soy tan miserable! No sirvo para nada…”. Jesús le contesta: “Sí, alma querida, sirves para consolarme. No te desanimes, porque si no hubieses caído, tal vez no hubieras hecho este acto de humildad y de amor que la falta te obliga a hacer y que tanto Me consuela. Animo y adelante. Déjame trabajar en ti”. El Señor retoma Su conversación con Josefa: “Todo esto (que te he dicho) se Me puso delante al instituir la Eucaristía. El amor Me encendía en deseos de ser el alimento de las almas. No Me quedaba entre los hombres para vivir solamente con perfectos, sino para sostener a los débiles y alimentar a los pequeños. Yo los haré crecer y robusteceré sus almas. Descansaré en sus miserias y sus buenos deseos Me consolarán. “Pero, ¡ay, Josefa! Entre Mis almas escogidas ¿no habrá algunas que Me causen pena? ¿Perseverarán todas? Este es el grito de dolor que se escapa de Mi Corazón… Este es el gemido que quiero que oigan las almas. “Basta por hoy. Adiós. No sabes cuánto Me consuelas cuanto te entregas a Mí con entero abandono. No todos los días puedo hablar así a las almas. Deja que, para ellas, te diga Mis secretos… Déjame aprovechar los días de tu vida…”. 6 DE MARZO DE 1923 Jesús dicta a Josefa un modelo de conversación para aquellas almas que desean un encuentro muy especial y profundo con El: “Os he escogido para que seáis Mi consuelo. Dejadme entrar en vuestra alma y si no encontráis en ella nada que sea digno de Mí, decidme con humildad y confianza: `Señor, ya veis los frutos y las flores que produce mi jardín, venid y decidme qué debo hacer para que desde hoy empiece a brotar la flor que deseáis´. “Si el ama me dice esto con verdadero deseo de probarme su amor, le responderé: “ `alma querida, para que tu jardín produzca hermosas flores deja que Yo mismo las cultive; deja que Yo labre la tierra; empezaré por arrancar hoy esta raíz que Me estorba y que tus fuerzas no alcanzan a quitar. No te turbes, si te pido el sacrificio de tus gustos, de tu carácter… tal acto de caridad, de paciencia, de abnegación… de celo, de mortificación, de obediencia. Ese es el abandono que mejorará la tierra y la hará producir flores y frutos. “ `la victoria sobre tu carácter, en tal ocasión, obtendrá luz para un pecador; con esta contrariedad, soportada con alegría, cicatrizarás las heridas que Me hizo con su pecado, repararás la ofensa y expiarás su falta… Si no te turbas al recibir esta advertencia y la aceptas con cierto gozo, alcanzarás que las almas a quienes ciega la soberbia, abran los ojos a la luz y pidan humildemente perdón. “ `esto haré Yo en tu alma si Me dejas trabajar libremente en ella; no sólo brotarán flores en seguida, sino que darás gran consuelo a Mi Corazón… Voy buscando consuelo y quiero hallarlo en Mis almas escogidas´. 6 DE MARZO DE 1923 Josefa escribe con tristeza las Palabras de Jesús, que expresan Su dolor ante las almas indiferentes a Su amor bondadoso y desinteresado: “¡Qué amargura sentí en mi Corazón cuando vi a tantas almas que, después de haberlas colmado de bienes y de caricias, habían de ser motivo de tristeza para Mi Corazón! “¿No soy siempre el mismo…? ¿Acaso he cambiado para vosotras…? No, Yo no cambiaré jamás y hasta el fin de los siglos os amaré con predilección y ternura. “Sé que estáis llenas de miserias, pero esto no Me hará apartar de vosotras Mis miradas más tiernas, y con ansia os estoy esperando, no sólo para aliviar vuestras miserias, sino también para colmaros de nuevos beneficios. “Si os pido amor no Me lo neguéis; es muy fácil amar al que es el Amor mismo. “Si os pido algo costoso a vuestra naturaleza, os doy juntamente la gracias y la fuerza necesaria para vencerlos”. 6 DE MARZO DE 1923 Sor Josefa continúa escribiendo las Palabras de Jesús, auténticos tesoros para las almas que desean conocer los secretos de amor del Señor: “Este Dios que os ama con amor infinito, después de libraros de la esclavitud del pecado, ha sembrado en vosotras la gracia incomparable de la vocación religiosa, os ha traído de un modo misterioso al jardín de Sus delicias. Este Dios Redentor vuestro se ha hecho vuestro Esposo. “El mismo os alimenta con Su Cuerpo purísimo, y con Su Sangre apaga vuestra sed. “Si estáis enfermas, El es vuestro médico; venid, os dará la salud. Si tenéis frío, venid, os calentará. En El encontraréis descanso y la felicidad. No os alejéis de El, que es la Vida, y cuando os pide consuelo, no se lo neguéis”. 6 DE MARZO DE 1923 Jesús continúa revelando a Josefa Sus secretos maravillosos: “¿Me esperabas, Josefa? Voy a hablarte del mayor misterio de amor hacia Mis almas escogidas y consagradas. “En el momento de instituir la Eucaristía vi presentes a todas las almas privilegiadas que habían de alimentarse con Mi Cuerpo y con Mi Sangre y los diferentes efectos producidos en ellas. Para unas sería remedio a su debilidad; para otras, fuego que consumiría sus miserias y las inflamaría en amor. “¡Ah!... esas almas reunidas ante Mí serán como un inmenso jardín en el que cada planta produce diferente flor, pero todas Me recrean con su perfume. Mi Sagrado Cuerpo será el sol que las reanime… “Me acercaré a unas para consolarme, a otras para ocultarme, en otras descansaré. ¡Si supierais, almas amadísimas, cuán fácil es consolar, ocultar y descansar a todo un Dios! 4 DE MARZO DE 1923 Al terminar Josefa el Vía crucis, Jesús se le aparece y le dice: “Si Me quieres consolar, esta es la ocasión. Aquí, en la ciudad, habrá esta noche una reunión donde Me ofenderán gravemente. Ofrécete como víctima para reparar los ultrajes que Me infieren estas almas. ¡Pobres almas…! ¡Cuánto Me ofenden…! Y luego… ¿cómo harán para mantenerse alejados de ese lugar?” Minutos después, Jesús la sigue a su celda, le da Su Cruz, y, como otras veces, luego que Josefa acepta Su llamado para cooperar con El en la salvación de las almas, el Señor ora: “Ya que estas almas ofenden a Vuestra soberana Majestad y pisotean la Sangre de Vuestro Hijo, permitid, ¡oh Padre mío! que os presente esta alma que se ofrece como víctima unida a mi Corazón, para sufrir y reparar. Aceptad ¡oh Padre de bondad! sus sufrimientos unidos a Mis méritos”. Y dirigiéndose a Josefa, Jesús le dice: “Deja que la amargura de Mi Corazón inunde tu alma”. Dicho esto desaparece, quedando Josefa bajo el peso de la Cruz. Hacia las diez de la noche, Jesús regresa y le dice: “Dame la Cruz; ya Me habéis consolado”. Josefa le da las gracias por el favor que les hace de poderle aliviar un poco y le promete que no Le volvería a resistir jamás. Jesús le contesta: “Sí; en el momento y hora en que te necesito ven a curarme las llagas que me hacen los pecadores… Vosotras Me habéis dado de beber. Yo os daré parte en el reino de los cielos”. 3 DE MARZO DE 1923 Luego del mensaje de alegría de Jesús, Josefa le pregunta al Señor lo que, en el Sacramento del Amor, El espera de las almas consagradas. Jesús le contesta: “Sí; quiero que conozcáis, tú y las almas predilectas de Mi amor, lo que de vosotras espero. Porque si sus infidelidades Me hieren vivamente, su amor Me consuela y Me roba hasta tal punto el Corazón, que Me olvido, por decirlo así, de las ofensas de otras muchas almas”. 3 DE MARZO DE 1923 Este día, Primer Sábado, por la tarde, estando Sor Josefa en adoración ante el Santísimo Sacramento manifiesto, Jesús se le aparece y le dice: “Josefa, déjame descansar en ti… Deja que Mi Corazón comparta con el tuyo Su alegría: las tres almas que os había confiado, ya han venido a Mí”. Luego, como si recordar a las que todavía permanecen alejadas: “¡Me pesa tanto la Cruz! Por eso vengo a descansar aquí, y a repartir entre Mis almas una parte de su peso. Mi Corazón busca víctimas* que conquisten el mundo para el amor, y aquí las encuentro”. Josefa se une a la alegría de su Maestro y Le ofrece todos los deseos de sus Madres y de las almas. * nota: El Señor enseña claramente que El es “La Víctima”, El es Quien salva, pero desea nuestra participación en la obra de la salvación que El ha hecho por nosotros. Para ello nos pide que unamos nuestros sufrimientos a los Suyos y los ofrezcamos al Padre Celestial: “…ofrece Mi Corazón a Mi Eterno Padre, por el alma de este pecador, y une tus sufrimientos a los Míos…”. Es muy grande el aporte que todos podemos hacer por nuestro prójimo, pero jamás por nuestros méritos sino por los del Señor. Finalmente, este tipo de almas a las que se refiere el Señor, “almas víctimas”, son aquellas que desean colaborar con El en la salvación de las almas a través de su entrega amorosa. 2 DE MARZO DE 1923 Josefa continúa transcribiendo los maravillosos secretos de la Eucaristía que Jesús le dicta: “Si vuestro cuerpo está débil y enfermo, ¿no procuráis hallar un momento para ir a buscar al médico que debe sanaros? Venid al que puede haceros recobrar las fuerzas y la salud del alma… Dad una limosna de amor a este mendigo divino que os espera, os llama y os desea. “Todo esto sentía Mi Corazón, en el momento de la Cena, Josefa; pero aún no te he dicho lo que sentía al pensar en Mis almas escogidas… En mis esposas… Mis sacerdotes… te lo diré otro día. Adiós, no olvides que Mi Corazón te ama. Y tú, ¿Me amas?” 2 DE MARZO DE 1923 Jesús sigue adelante revelando los sorprendentes secretos de la Eucaristía, los cuales Josefa transcribe sin perder una sola Palabra del Señor: “Y vosotras, almas queridas, ¿por qué estáis frías e indiferentes a Mi amor? Sé que tenéis que atender a las necesidades de vuestra familia, de vuestra casa, y que el mundo os solicita sin cesar; pero ¿no tendréis un momento para venir a darme una prueba de amor y de agradecimiento? No os dejéis llevar de tantas preocupaciones inútiles y reservad un momento para venir a visitar al Prisionero del Amor”. 2 DE MARZO DE 1923 Josefa continúa escribiendo los secretos de la Eucaristía que Jesús comparte con ella. Las Palabras del Señor evidencian Su incomprensible grado de amor por nosotros, pero también la triste realidad de la respuesta que El recibe por parte de aquellos a quienes El tanto bien les hace: “Por amor a las almas, Me quedo prisionero en la Eucaristía, para que en todas sus penas y aflicciones puedan venir a consolarse con el más tierno de los corazones, con el mejor de los padres, con el amigo más fiel. Mas ¡ese amor que se deshace y se consume por el bien de las almas, no ha de ser comprendido…! “Habito en medio de los pecadores para ser su salvación y su vida, su médico y su medicina en todas las enfermedades de su naturaleza corrompida, y ellos, en cambio, se alejan de Mí, Me ultrajan y Me desprecian… “¡Pobres pecadores! No os alejéis de Mí… Os espero día y noche en el Sagrario… No os reprenderé vuestros crímenes… No os echaré en cara vuestros pecados… Lo que haré será lavaros con la Sangre de Mis Llagas; no temáis. Venid a Mí… ¡No sabéis cuánto os amo! 2 DE MARZO DE 1923 Jesús continúa revelando a Josefa los secretos de la Eucaristía, expresando Sus sentimientos durante la noche de la última Cena: “¡En cuántos corazones manchados por el pecado tendría que entrar… y cómo Mi Carne y Mi Sangre, así profanadas, habían de convertirse en causa de condenación para muchas almas…! “¡Ah! ¡Cómo vi en aquel momento, todos los sacrilegios y ultrajes y las tremendas abominaciones que habrían de cometerse contra Mí! ¡Cuántas horas había de pasar solo en el Sagrario! ¡Cuántas noches! ¡Cuántas almas rechazarían los llamamientos amorosos que, desde esa morada, les dirigía…! 2 DE MARZO DE 1923 Josefa de repente ve a Jesús, que se pone delante de ella y le pregunta: “¿A dónde vas, Josefa?” Josefa le responde que va a la ropería, a planchar los uniformes. Jesús le pide que regrese a su celda. Cuando ella llega, el Señor ya se encuentra allí, esperándola. Jesús, conociendo los temores de Josefa, le pregunta: “¿Quién te ha creado?” Josefa le responde que El es quien lo ha hecho. Jesús le dice: “¿Quién te ha dado más pruebas de amor? ¿Quién, como Yo, te ha perdonado y está dispuesto a perdonarte todavía?” Josefa, confundida, no sabe cómo expresar su arrepentimiento. Jesús le ayuda, diciéndole: “Sí, humíllate, Josefa, besa el suelo y no me resistas más. “Escribe ahora para Mis almas. Quiero manifestarles la amargura de que estaba poseído Mi Corazón durante la última Cena. Pues si era grande Mi alegría de hacerme compañero de los hombres hasta el fin de los siglos y alimento divino de las almas, y veía cuántas Me rendirían homenaje de adoración, de reparación y de amor… no fue menor la tristeza que Me causó el ver cuántas habrían de abandonarme en el Sagrario y cuántas habrían no creerían en la presencia real… 25 DE FEBRERO DE 1923 Jesús continúa revelando a Josefa los secretos de la institución de la Eucaristía: “En aquel momento vi a todas las almas, que en el transcurso de los siglos habían de alimentarse de Mi Cuerpo y de Mi Sangre, y los efectos divinos producidos en muchísimas… “¡En cuántas almas esa Sangre inmaculada engendraría pureza y la virginidad! ¡En cuántas encendería la llama del amor…! ¡Cuántos mártires de amor se agrupaban en aquella hora ante Mis ojos y en Mi Corazón…! ¡Cuántas otras almas, después de haber cometido muchos y graves pecados, debilitadas por la fuerza de la pasión, vendrían á Mí para renovar su vigor con el Pan de los fuertes… “¡Ah! ¡Quién podrá penetrar los sentimientos de Mi Corazón en aquellos momentos! Sentimientos de amor, de gozo, de ternura… Mas… ¡cuánta fue también la amargura que embargó Mi Corazón! “Continuaré, Josefa. Vete en paz. Consuélame y no temas; porque Mi Sangre no se ha agotado y ella purifica tu alma… Adiós, besa el suelo… Volveré”. 25 DE FEBRERO DE 1923 Josefa continúa escribiendo los secretos que Jesús va revelándole acerca de la Santa Cena: “…El agua que derramé sobre los pies de Mis Apóstoles, era imagen del celo que consumía Mi Corazón, en deseos de la salvación de los hombres. “En aquel momento, próxima ya la redención del género humano, Mi Corazón no podía contener Sus ardores y, como era infinito el amor que sentía por los hombres, no quise dejarlos huérfanos. “Para vivir con ellos hasta la consumación de los siglos y demostrarles Mi amor, quise ser su alimento, su sostén, su vida, su todo… “¡Ah! ¡Cómo quería hacer conocer los sentimientos de Mi Corazón a todas las almas! ¡Cuánto deseo que se penetren del amor que sentía por ellas, cuando en el Cenáculo instituí la Eucaristía!” 25 DE FEBRERO DE 1923 Jesús continúa revelando a Josefa los secretos de la Santa Cena: “Quise lavarles Yo mismo los pies, para enseñar a las almas que se dedican a los trabajos apostólicos a humillarse y tratar con dulzura a los pecadores y a todas las almas que les están confiadas. “Quise ceñirme con un lienzo, para indicarles que, para obtener buen éxito con las almas, hay que ceñirse con la mortificación y la propia abnegación. También quise enseñarles la mutua caridad y cómo se deben lavar las faltas que se observan en el prójimo, disimulándolas y excusándolas siempre, sin divulgar jamás los defectos ajenos”. 25 DE FEBRERO DE 1923 Josefa ha pasado la noche expiando por las almas que se han dejado seducir por el maligno y alcanzando para ellas la luz que ha de llevarlas a la verdad. Durante la noche el enemigo la ataca, como tantas otras veces. El domingo por la mañana Jesús aparece en la celda de Josefa y, lleno de bondad, le pregunta: “¿Qué temes? Tienes muchas imperfecciones, pero no los pecados que el diablo falsamente te acusa”. Sor Josefa renueva sus votos y continúa escribiendo las Palabras del Señor: “Hoy te diré una de las razones que Me indujeron a lavar los pies a Mis Apóstoles antes de la Cena. “Fue primeramente para mostrar a las almas cuánto deseo que estén limpias y blancas cuando Me reciben en el Sacramento de Mi Amor (la Eucaristía). “Fue también para representar el Sacramento de la Penitencia en el que las almas que han tenido la desdicha de caer en el pecado pueden lavarse y recobrar su perdida blancura”. 25 DE FEBRERO DE 1923 Sor Josefa ha ido anotando en cuadernos las Palabras de Jesús. Ella le comenta al Señor su temor ante las amenazas del enemigo de hacerlos desaparecer. Jesús le dice: “Sí, su astucia diabólica maquina mil proyectos para que Mis Palabras desaparezcan. Pero no lo conseguirá, y hasta el fin de los siglos, Mis Palabras serán fuente de vida para muchas almas”. Jesús añade en otro momento: “¿No sabes cuál es Mi Obra? Pues… ¡es de amor!... Quiero servirme de ti para dar a conocer más todavía la misericordia y el amor de Mi Corazón… Las palabras y deseos que te doy a conocer por tu medio excitarán el celo de muchas almas e impedirán la pérdida de un gran número, y comprenderán cada vez más que la misericordia y el amor de Mi Corazón son inagotables”. Jesús dice a Sor Josefa en otra ocasión: “De cuando en cuando necesito hacer una nueva llamada de amor… Sí, es verdad que no necesito de ti, pero déjame, Esposa de Mi Corazón, que por ti Me manifieste una vez más a las almas”. 22 DE FEBRERO DE 1923 Por la noche, luego del piadoso ejercicio del Vía Crucis, aparece Jesús junto a Sor Josefa. Llega para encomendarle tres almas predilectas de Su Corazón. Al día siguiente, viernes, Jesús aparece con Su Cruz y mientras miraba a todas haciendo el Vía crucis, le dice a Josefa: “¡Cuánto consuelo Me dais! ¡Ah! si vuestros ojos penetraran el más allá, ¡qué maravillas verían! Verían transformarse estas oraciones en verdaderos tesoros para las almas”. Josefa anota: “mientras Jesús hablaba, se iba acercando. Al llegar a mi lado, me dio Su Cruz. Yo le confesé el miedo que estoy pasando, pues estas últimas noches el diablo no hace más que amenazar la casa”. Jesús le contesta: “No temas, Josefa; no pasarán de amenazas, porque Yo Soy Omnipotente y cuido de vosotras. El diablo os aborrece porque Yo os amo. ¡Si supierais qué obra tan importante se hace en esta casa! ¡Y cómo se trabaja en ella por las almas y a mayor gloria de Mi Corazón!... Pero, ahora, Mi Corazón está en un mar de amargura, por causa de las tres almas que os he confiado. Mientras Me sigan ofendiendo, vendré a buscar descanso y consuelo en vosotras… Te dejo Mi Cruz, no Me dejes solo”. Después añadió: “Amadme y consoladme”. 22 DE FEBRERO DE 1923 Josefa continúa escribiendo, una a una, las hermosas palabras de Jesús acerca de Su Pasión: “Josefa, déjate penetrar del más ardiente deseo de que todas las almas, y sobre todo los pecadores, vengan a purificarse en el agua de la penitencia… que se penetren de sentimientos de confianza y no de temor, porque soy Dios de misericordia y siempre estoy dispuesto a recibirlas en Mi Corazón”. Jesús se detiene y Su mirada se posa, largo rato, sobre Josefa, que ha dejado la pluma y permanece allí, de rodillas a Sus pies. Con tiernas palabras se despide de ella y desaparece. QUE JESÚS Y MARÍA ESTÉN EN TU ALMA EN FORMA ESPECIAL EN ESTE DÍA QUE CELEBRAMOS LA FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 22 DE FEBRERO DE 1923 Jesús continúa diciendo a Josefa acerca de Su Pasión: “¡Qué congoja sentí en aquel momento, sabiendo que en el infortunado Judas estaban representadas tantas almas, que reunidas a Mis pies y lavadas muchas veces con Mi Sangre, habían de perderse…! “¡Sí, en aquel momento quise enseñar a los pecadores que, no porque estén en pecado deben alejarse de Mí, pensando que ya no tienen remedio y que nunca serán amados como antes de pecar. No, ¡pobres almas! No son estos los sentimientos de un Dios que ha derramado toda Su Sangre por vosotras… “¡Venid a Mí todos! Y no temáis, porque os amo; lavaré vuestros pecados en el agua de Mi misericordia y nada será capaz de arrancar de Mi Corazón el amor que Os tengo…”. 22 DE FEBRERO DE 1923 Jesús empieza Su narración a Josefa acerca de Su Pasión: “Ahora, Josefa, voy a empezar a descubrirte los sentimientos que embargaban Mi Corazón cuando lavé los pies de Mis Apóstoles. “Fíjate bien que reuní a los doce. No quise excluir a ninguno. Allí se encontraban Juan, el discípulo amado, y Judas el que, dentro de poco, había de entregarme a Mis enemigos. “Te diré por qué quise reunirlos a todos y por qué empecé por lavarles los pies. “Los reuní a todos, porque era el momento en que Mi Iglesia iba a presentarse en el mundo y pronto no habría más que un solo Pastor para todas las ovejas. “Quería también enseñar a las almas que aun cuando estén cargadas de los pecados más atroces, no las excluyo de las gracias, ni las separo de Mis almas más amadas; es decir, que a unas y a otras, las reúno en Mi Corazón y Les doy las gracias que necesitan”. 21 DE FEBRERO DE 1923 Al retirarse Jesús, Josefa queda por una hora abismada en dolores, así en el cuerpo como en el espíritu... A la mañana siguiente, agotada, sólo tiene fuerzas para ir a comulgar. Luego, transcribe los acontecimientos de la pasada noche y de pronto, Jesús aparece, diciéndole: “Josefa, Esposa y víctima de Mi Corazón, vamos a hablar de Mi Pasión, para que tu alma se alimente constantemente de este recuerdo y Mis almas encuentren donde saciar su hambre y apagar su sed”. Josefa escribe: “No me atrevía a interrumpirle para renovar los votos; al fin le pregunté si quería que lo hiciera y me dijo”: “Sí, renuévalos. Cada vez que renuevas los lazos que te unen a Mí, Me glorificas, y derramo en tu alma tantas gracias que, no sólo queda en el mismo estado de pureza que el día en que los hiciste, sino que adquiere un grado más elevado de mérito que la hace más grata a Mis ojos. “Esto sucede a todas las almas que Me están unidas con los sagrados vínculos de los votos religiosos. Cada vez que los renuevan es como si se revistiesen de nuevos méritos y se aproximan más y más a Mi Corazón, que se complace en ellas”. 21 DE FEBRERO DE 1923 Jesús despierta a Josefa y le dice: “Vengo a descansar en ti, Josefa”. Sor Josefa renueva los votos y se ofrece para aliviar al Señor el peso de la Cruz. Jesús le responde: “Sí, vengo a dártela, y con ella, todas las angustias de Mi Corazón”. Jesús se la dio enseguida y ella, para consolarlo, hizo un comentario, al cual Jesús contesta: “Dime, ¿dónde hay un corazón que ame más que el Mío y que sea menos correspondido? ¿Qué corazón hay que se consuma en mayores deseos de perdonar? Y en pago de tanto amor, recibo las mayores ofensas. “¡Pobres almas! Vamos a pedir perdón y reparar por ellas: ¡Oh Padre mío!, tened piedad de las almas, no las castiguéis como merecen sino hacedles misericordia, como lo pide vuestro Hijo. “Yo quisiera reparar sus pecados y daros la gloria que Os es debida, ¡oh Dios infinitamente Santo! Mirad a Vuestro Hijo como Víctima para expiar tantas ofensas”. Jesús, antes de desaparecer, agrega: “Queda muy unida a Mí, Josefa, y acepta con entera sumisión todos los sufrimientos de esta hora”. 19 DE FEBRERO DE 1923 “Luego nos hemos quedado en silencio. Jesús miraba al Cielo. Yo sentía en el alma dolorosa angustia y la pena oprimía mi corazón. Después continuó”: “Ofrece todo tu ser para reparar tantas ofensas y satisfacer a la Divina Justicia”. “Le recordé de nuevo mi indignidad, pues yo misma soy una gran pecadora”. Jesús contestó: “Si tu indignidad y tus pecados son tan grandes, ven a sumergirte en el torrente de Sangre de Mi Corazón y deja que ella te purifique. Después, acepta generosamente todos los sufrimientos que Mi Voluntad te envía para ofrecerlos a Mi Padre Celestial. Deja que tu alma se abrase en deseos de desagraviar a un Dios ultrajado y toma Mis méritos para reparar tantos pecados”. Y como Jesús s dispone a dejarla, Josefa se atreve a recordarle Su promesa de hablarle de la Pasión. El Señor le dice: “Sí, volveré… Mientras tanto, consuela Mi Corazón y repara”. 19 DE FEBRERO DE 1923 Antes de dormir, Josefa renueva su ofrecimiento y luego ella misma explica: “no sé si fue Su voz o Su presencia lo que me despertó a eso de las once. Jesús ya estaba allí con la Cruz, y me preguntó”: “Josefa, ¿me amas?” “Cuando me pregunta estas cosas, casi no me atrevo a contestar, porque soy tan miserable que ni siquiera sé amar… Le he pedido perdón porque me había preocupado y turbado por naderías que no merecen la pena”. Jesús le responde: “Aprovecha esas pequeñeces para ganarme almas”. “Luego, con inmensa bondad, el Señor me dijo”: “Toma la cruz; vamos a reparar los dos, durante esta hora, los pecados que se están cometiendo. No sabes cuántas almas se precipitan en el mal…”. “Luego me dio Su Cruz y yo me humillé en Su presencia… Le adoré, porque más que nunca veía mi indignidad delante de Su grandeza. En seguida, juntando las manos, me dijo”: “Vamos a adorar a la Majestad Divina ofendida y ultrajada… Vamos a reparar tantos pecados. “Oh Dios infinitamente santo… Padre infinitamente misericordioso! Os adoro. Quisiera reparar los ultrajes que recibís de los pecadores en todos los lugares de la tierra y en todos los instantes del día y de la noche. Quisiera, especialmente, Padre mío, reparar los pecados que se cometen durante esta hora, y para ello os ofrezco todos los actos de adoración y de reparación que os tributan las almas que os aman. Os ofrezco, sobre todo, el holocausto que continuamente os presenta Vuestro Divino Hijo, inmolándole en el altar, en todos los puntos de la tierra y en todos los momentos de esta hora. ¡Oh, Padre infinitamente bueno y compasivo! Recibid esta Sangre purísima en reparación de los ultrajes de los hombres. Perdonadles sus pecados y tened misericordia de ellos”. 18 DE FEBRERO DE 1923 Jesús, después de palabras tan consoladoras para las almas que caen, continúa diciendo a Josefa: “Ahora vamos a pedir perdón… A reparar las ofensas que se cometen contra la Majestad Divina. Repite Conmigo…” Y Jesús enseña entonces a Josefa esta impresionante oración para que las almas la hagan al Padre Celestial: “Dios Santo, Dios Justo… Padre de infinita bondad y clemencia, que por amor habéis creado al hombre y por amor le habéis constituido heredero de bienes eternos, si por debilidad os ha ofendido y merece castigo, recibid los méritos de Vuestro Hijo, que Se ofrece a Vos como Víctima de expiación. Por esos méritos infinitos perdonadle y ponedle de nuevo en estado de recibir la herencia celestial. ¡Oh Padre mío! ¡Piedad y misericordia para las almas…!” Jesús agrega entonces: “Josefa, te dejo Mi Cruz para que Me alivies. Yo soy tu fortaleza. Consuélame”. Josefa escribe: “Y se fue, dejándome la Cruz”. 18 DE FEBRERO DE 1923 Jesús, sabiendo los pensamientos de Josefa, le dice estas palabras hermosísimas y esperanzadoras: “No temas; Mi Cruz se apoyará sobre tu miseria y Yo descansaré en tu pequeñez. Mi Cruz te fortalecerá y Yo te sostendré… Cuando un alma viene a Mí buscando fuerza, no la dejo sola; la sostengo y si, por su debilidad, ha caído, Yo mismo la levanto”. 18 DE FEBRERO DE 1923 Sor Josefa tiene permiso de sus superioras de ponerse en oración de once a doce de la noche, los lunes, miércoles y sábados. Josefa escribe: “Anoche me ofrecí a todo lo que El quisiera y, como tenía miedo de dormirme, le pedí que me despertase a la hora convenida. En efecto, me dormí enseguida. No sé a qué hora me despertó Su voz”: “¡Josefa!” “Me entró mucha vergüenza de haberme dormido y le dije: `¡Oh, Jesús mío!, perdonadme. ¿Qué hora es?´: “No importa, Josefa… ¡Es la hora del amor!” “Estaba hermosísimo. Llevaba la Cruz. Renové los votos y me dijo”: “Es la hora en que el Amor viene a buscar consuelo y alivio, dejándote la Cruz. Vamos a implorar perdón y clemencia para las almas. Toma Mi Cruz para que Yo descanse un poco”. “Me la dio y yo sentí un peso muy grande, al mismo tiempo que el dolor de costado y mucha angustia en el espíritu. Hubiera querido consolarle… Pero ¡me siento tan indigna de llevar Su Cruz! 17 DE FEBRERO DE 1923 La Virgen María, la estrella del mar, aparece radiante a Josefa. Trae consigo la corona de espinas de su Hijo. María le dice a Josefa, que se encuentra atribulada por angustias y ansiedades y los lazos que el demonio le tiende: “Toma, hija mía la corona, es para ti. No te preocupes de estas cosas… Todos son enredos y engaños del demonio para turbarte”. María le descubre a Josefa el secreto de la fortaleza: “Medita la Pasión de Jesús”. Josefa, que se encuentra timorata y escarmentada por los engaños del demonio, ve más tarde a Jesús que aparece ante ella y duda. Pero Jesús, Rey de paz, le dice bondadoso: “Si vuelves a caer, Yo te levantaré”. Josefa recobra su sencillez habitual y refiere al Señor la entrevista que acaba de tener con Su Santísima Madre. Jesús le dice: “Sí, piensa en Mis padecimientos. Desde ahora, voy a venir cada día a hablarte de Mi Pasión, para que sea el objeto de tu pensamiento y de Mis confidencias para las almas”. 12 DE FEBRERO DE 1923 Jesús le dice a Sor Josefa: “Mis almas son a Mi Corazón lo que el bálsamo a las heridas… Más tarde volveré, Josefa; sigue consolándome”. 12 DE FEBRERO DE 1923 Sor Josefa pregunta a Jesús si las almas, cuando están sumidas en el pecado, El no les hace sentir Su voz para que se arrepientan, tal y como a ella le pasa cuando está tentada y resiste la gracia, que de pronto siente en su corazón algo que le hace conocer la verdad y enseguida le pesa de haber obrado así. Jesús le contesta: “Josefa, Yo voy tras los pecadores, como la Justicia tras los criminales; pero la Justicia los busca para castigarlos, y Yo para perdonarlos”. 12 DE FEBRERO DE 1923 Luego de la respuesta tan tranquilizadora de Jesús, Josefa le pregunta si habrá hasta el fin del mundo tantas almas que Lo ofendan. Jesús responde: “Sí, pero también hasta el fin del mundo tendré almas que Me consuelen”. 12 DE FEBRERO DE 1923 Luego de las significativas palabras de Jesús, Josefa le pregunta si aquella noche la atribulará el demonio como en las anteriores o si podía hacer la Hora Santa con la Comunidad. Jesús le dice: “Te dejaré pasar esa hora unida a los sentimientos de Mi Corazón, que se consume en deseos de atraer a las almas para perdonarlas. ¡Pobres pecadores! ¡Qué ciegos están! Yo no deseo más que perdonarlos y ellos no piensan más que en ofenderme. Esto es lo que Me causa mayor dolor: la pérdida de tantas almas y que no vengan a Mi Corazón para que las perdone”. Con sencillez de niña, Josefa le pregunta si se acuerda de nuestros pecados después que nos arrepentimos y pedimos perdón. Jesús le contesta: “Una vez que el alma se arroja a Mis pies, implorando misericordia, no Me vuelvo a acordar de sus pecados”. 12 DE FEBRERO DE 1923 Jesús continúa instruyendo a Sor Josefa: “Besa de nuevo el suelo y repite Conmigo: `Padre mío, Dios Santo y misericordioso: recibid mi deseo de consolaros. Quisiera reparar todos los pecados de los hombres, mas como no me es posible, os ofrezco los méritos de Jesucristo, Redentor del género humano, para satisfacer con ellos vuestra Justicia´”. 12 DE FEBRERO DE 1923 Jesús le dice a Sor Josefa: “Póstrate en tierra y adora la Majestad Divina, tan despreciada de los hombres. Haz un acto de desagravio… Repite Conmigo: `¡Oh Dios infinitamente Santo! Me postro humildemente en Vuestra presencia, os adoro y os pido, por Vuestro Divino Hijo, perdonéis a tantos pecadores que os ofenden. Os ofrezco mi vida y deseo reparar tanta ingratitud´”. Jesús se queda en silencio y Josefa le pregunta si Le hieren mucho estas ofensas de las almas. Jesús le responde: “Sí; estas almas Me ofenden mucho, pero las almas escogidas Me consuelan”. Josefa le dice cuánto desea consolarlo pero que está llena de miserias. Jesús le dice: “Sí… Pero ¿no sabes que eso no Me importa? Lo que quiero es ser el dueño de tu miseria. No te preocupes de lo demás, Mi Corazón todo lo transforma”. 12 DE FEBRERO DE 1923 El martes de Carnaval, mientras Josefa sigue con sus hermanas el piadoso ejercicio del Vía crucis, Jesús se le aparece con la Faz ensangrentada y triste, pero abrasado Su Corazón Divino en llamas y resplandores. Le pide que le haga un rato de compañía. Josefa solicita permiso y vuelve a la capilla, donde está el Santísimo expuesto. Jesús le dice: “Mira Mi rostro. Así Me ha puesto el pecado. El mundo corre precipitadamente a abismarse en los placeres, y es tanta la multitud de los pecados que se cometen, que Mi Corazón está anegado de un torrente de amargura y tristeza *”. Josefa Le dice algunas palabras que le parecieron podían consolar al Señor, Quien luego de una pausa, continúa: “Ven Conmigo a la celda. Allí repararemos juntos tantas ofensas y pecados”. Josefa sale de la Capilla y Jesús va delante de ella. Un poco antes de entrar en el cuarto no Lo ve, pero al abrir la puerta, ya estaba dentro. * nota del traductor: “El Señor se mostraba a Sor Josefa como revestido actualmente del dolor de los pecados de hoy. Sabemos que Su Santa Humanidad Gloriosa ya no puede sufrir. Pero actuaba delante de ella, como lo hizo con Santa Margarita María, los sufrimientos que Le causaban en Su Pasión los pecados y las ofensas de ahora. Josefa discernía muy bien los consuelos que su participación en los dolores de Jesucristo habían proporcionado a Su Corazón, ya que en la obra de Su Pasión todo le estaba presente”. 11 DE FEBRERO DE 1923 Jesús le dice a Sor Josefa: “He aquí lo que has de hacer para desagraviarme de los pecados del mundo. Y más en particular de los de Mis almas escogidas: “Durante la Cuaresma rezarás cada día con humildad el Miserere y un Padrenuestro. “Te postrarás tres veces en tierra y pedirás, por espacio de un Avemaría, misericordia y perdón por los pecadores. Las penitencias que te permiten tus Superiores, ofrécelas por la misma intención”. “Adiós. Pronto vendré para reanudar Mis condifencias… No Me dejes solo… No te olvides de Mí”. 11 DE FEBRERO DE 1923 Sor Josefa le dice a Jesús que durante esa Cuaresma ella desea ser dócil y muy sencilla, pero sobre todo humilde, pero que no sabe cómo conseguirlo. Jesús le dice: “La humildad… no consiste precisamente en palabras y actos externos, sino en seguir fielmente todas las inspiraciones de la gracia, sin dejarse llevar de las sugestiones del amor propio. Lo cual no impide que, para ayudar a adquirir la verdadera y profunda humildad, se ayude el alma con estos actos externos”. 11 DE FEBRERO DE 1923 Sor Josefa continúa escribiendo las Palabras que Jesús va dictándole: “No puedes figurarte cuánto descanso en ti”. Sor Josefa le pregunta extrañada cómo puede ser, ya que ella considera que no hace nada que valga la pena. A lo que el Señor le contesta: “No te asombres; a pesar de tantas ofensas como recibo de los pecadores, Mi Corazón encuentra consuelo, porque son muchas las almas que Me aman. Sí, es verdad; la pérdida de tantas almas Me llena de tristeza, mas no disminuye por ello Mi gloria. Entiéndelo bien; un alma que Me ama puede reparar las ofensas de muchos pecadores y aliviar la amargura de Mi Corazón”. 11 DE FEBRERO DE 1923 Jesús continúa su maravillosa explicación a Sor Josefa: “Hay almas que durante su vida y también por toda la eternidad están llamadas a darme la gloria que les pertenece darme, y la que Me hubieran debido dar otras almas que se han perdido… de este modo Mi gloria no sufre mengua, pues un alma justa puede reparar los pecados de otras muchas. “Que tu oración constante sea ésta: `Padre Eterno, que por amor a las almas habéis entregado a la muerte a Vuestro Hijo único, por Su Sangre, por Sus méritos y por Su Corazón, tened piedad del mundo y perdonad los pecados de los hombres. Recibid la humilde reparación que os tributan vuestras almas consagradas. ¡Unidla a los méritos de Vuestro divino Hijo, para que sus actos sean todos de gran eficacia! ¿Oh Padre Eterno!: tened piedad de las almas y no olvidéis que aún no ha llegado el tiempo de la justicia, sino el de la misericordia´. “No me rehúses nada, recuerda que necesito almas que continúen Mi Pasión, para contener la ira divina. Yo te sostendré”. 11 DE FEBRERO DE 1923 Sor Josefa le pregunta a Jesús: “¿Cómo es posible, Señor, que cuando se pide tanto por un alma, pase tiempo y tiempo sin que al parecer se consiga nada? ¿Cómo Vos mismo, que tanto deseáis la conversión de los pecadores, no les movéis el corazón para que no se pierdan tantas oraciones y tantos sacrificios?” Jesús le contesta: “Cuando un alma ruega por un pecador, con deseo ardiente de que se convierta, Mi Corazón encuentra en esta súplica reparación por la ofensa recibida, y la mayor parte de las veces esta alma obtiene lo que pide aunque sea en el último momento. “De todos modos, la oración nunca se pierde, porque repara la injuria que Me causa el pecador y si no éste, otros mejores dispuestos alcanzarán misericordia y recibirán el fruto de esta oración”. 11 DE FEBRERO DE 1923 Sor Josefa continúa anotando el importante mensaje de Nuestro Señor Jesucristo: “Lo único que quiero es amor. Amor dócil que se deja conducir por Aquel a quien ama… Amor desinteresado que no busca ni su gusto ni su interés, sino los de su Amado… Amor celoso, ardiente, devorador, que vence todos los obstáculos que el amor propio le pone delante; éste es el verdadero amor, el que aparta a tantas almas del abismo de perdición en que se precipitan”. 11 DE FEBRERO DE 1923 Jesús continúa dictando Su mensaje a Sor Josefa: “Ahora vamos a ocuparnos de las almas. Es verdad que muchas se pierden. Pero podemos arrancar a otras muchas del camino del mal y, al menos, Mi Corazón recibirá ese consuelo. ¡No sabes, Josefa, cómo desgarran mi Corazón los pecadores! ¡Y cómo necesito de almas que reparen! “Por esto, vengo a descansar entre las que Yo mismo he escogido. ¡Ojalá sepan por su fidelidad, cicatrizar las heridas que recibo de los pecadores! ¡Ah! Cuán necesario es que haya víctimas* para compensar la amargura de Mi Corazón y para aliviar el dolor que Me causa la maldad de los hombres! “ ¡Cuántos pecados!... ¡Cómo se pierden las almas!” * nota: El Señor enseña claramente que El es La Víctima, El es Quien salva, pero desea nuestra participación en la obra de la salvación que El ha hecho por nosotros. Para ello nos pide que unamos nuestros sufrimientos a los Suyos y los ofrezcamos al Padre Celestial: “…ofrece Mi Corazón a Mi Eterno Padre, por el alma de este pecador, y une tus sufrimientos a los Míos…”. Es muy grande el aporte que todos podemos hacer por nuestro prójimo, pero jamás por nuestros méritos sino por los del Señor. Finalmente, este tipo de almas a las que se refiere el Señor, “almas víctimas”, son aquellas que desean colaborar con El en la salvación de las almas a través de su entrega amorosa. 11 DE FEBRERO DE 1923 Llega el 11 de febrero, domingo de Carnaval, época del año de intensa y fervorosa reparación de Sor Josefa para expiar los placeres desenfrenados de los hombres y evitar la perdición de muchos. Jesús se aparece y le dice: “Josefa, ¿Me quieres consolar?” Sor Josefa renueva los votos y Le manifiesta su deseo ardiente de aliviar Sus dolores, pero lo hace con algún temor porque tiene miedo de sí misma, que cada día se descubre más miserable. Jesús le dice: “No pienses en lo que eres. Yo te daré fuerzas para cuanto te pida. Ya sabes que tus debilidades y caídas* las permito para que tengas siempre presente tu nada, a pesar de las gracias que te concedo”. (* las caídas a las cuales Nuestro Señor hace alusión son las simples imperfecciones que ella se reprocha como infidelidades). 10 DE FEBRERO DE 1923 Santa Magdalena Sofía, refiriéndose al Carnaval, que empieza al día siguiente, le dice a Sor Josefa acerca de Jesús: “Consoladle y amadle. Que Su Corazón descanse entre vosotras y que tu pequeñez le gane muchas almas”. Sí, consoladle con vuestra humildad; porque donde hay humildad todo va bien, pero donde no la hay todo va torcido… Adiós, ¡no Le niegues nada!” Aquella misma noche el demonio se enfurece contra la intervención de la Santa y especialmente contra sus consejos. Grita con rabia: “esa Beata aplasta todo mi poder sólo con su humildad. ¡Ah! —ruge blasfemando, y como si le forzasen a traicionar su infernal secreto, confiesa—: si quiero tener segura a un alma, no necesito más que hacer brotar en ella el orgullo… Si quiero perderla del todo, me basta con dejarla seguir sus orgullosos instintos… En la soberbia está mi victoria y no descansaré hasta verla abundar en el mundo. Por la soberbia perdí: no puedo consentir que las almas se salven por la humildad. …Las almas que llegan a la cumbre de la santidad son las que se han abismado más hondamente en la humildad”.
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