Mensajes del Corazón de Jesús a Sor Josefa Menéndez
21 DE MARZO DE 1923
Josefa anota las reveladoras palabras de Jesús acerca del efecto que las
tentaciones producen cuando no han sido vencidas:
“Alma querida, como Pilatos, Me haces flagelar. Ya has dado un
paso… Mañana darás otro… ¿Crees satisfacer así tu pasión?
No; pronto te pediré más, y como no has tenido valor para luchar con tu
propia naturaleza en esta pequeñez, mucho menos la tendrás después,
cuando la tentación sea mayor”.
21 DE MARZO DE 1923
Josefa continúa escribiendo el mensaje de Jesús a las almas, esta vez el
Señor se refiere a las ocasiones que debiésemos callar algo pero la
lucha interior nos vence:
“…Si algún alma impulsada, no por la caridad y el deseo del bien al
prójimo, sino por un secreto movimiento de envidia, procura divulgar una
falta ajena, la gracia y la conciencia levantan la voz y le dicen que
aquello es una injusticia, y que no procede de bueno sino de mal
espíritu. Quizá tenga un instante de lucha interior pero, cobarde
al fin, su pasión inmortificada la ciega y procura inventar un arreglo
que, a la vez, acalle su conciencia y satisfaga su mala inclinación:
esto es, acallar en parte lo que debía callar del todo; y se excusa
diciendo: `tiene que saberlo… sólo diré una palabra…´”.
21 DE MARZO DE 1923
Jesús continúa Su mensaje alas almas:
“Se venden en tal punto pero no en tal otro en que el esfuerzo tiene que
ser mayor. Se mortifican en una ocasión pero no en otras, cuando
para seguir la inspiración de la gracia o la observancia de la Regla
(Religiosa), han de privarse de ciertos gustillos que halagan la
naturaleza y alimentan la sensualidad.
“Y para callar los remordimientos, se dicen a sí mismas: `ya me he
privado de esto…’ sin ver que sólo es la mitad de lo que la gracias les
pide”.
21 DE MARZO DE 1923
Continúa el Miércoles de Pasión, en el que Jesús comparte con Josefa Su
mensaje:
“Así, después de sufrir en silencio las afrentas más ignominiosas, dejé
que Me trataran de loco y Me cubrieran con una vestidura blanca en señal
de burla; después, en medio de gritos furiosos, Me llevaron de nuevo a
la presencia de Pilatos.
“Mira cómo este hombre, confundido y enredado en sus propios lazos, no
sabe qué hacer de Mí, y para apaciguar el furor del populacho, manda que
Me hagan azotar.
“Así son las almas cobardes que, faltas de generosidad para romper
enérgicamente con las vigencias del mundo o de sus propias pasiones, en
vez de cortar de raíz aquello que la conciencia les reprende, ceden a un
capricho, se conceden una ligera satisfacción, capitulan en parte con lo
que la pasión exige”.
21 DE MARZO DE 1923
El Miércoles de Pasión Josefa continúa anotando el mensaje de Jesús:
“Herodes esperaba que Yo contestaría a sus preguntas sarcásticas, pero
no quise despegar los labios; guardé en su presencia el más profundo
silencio.
“No contestar era la mayor prueba que podía darle de Mi dignidad.
Sus palabras obscenas no merecían con las Mías purísimas.
“Entretanto, Mi Corazón estaba íntimamente unido a Mi Padre Celestial.
Me consumía en deseos de dar por las almas hasta la última gota de Mi
Sangre. El pensamiento de todas las que, más tarde, habían de
seguirme, conquistadas por Mis ejemplos, Me encendía en amor, y no sólo
gozaba en aquel terrible interrogatorio, sino que deseaba soportar el
suplicio de la Cruz”.
21 DE MARZO DE 1923
Continúa el Miércoles de Pasión. Jesús ha acudido a Josefa para
proseguir Su mensaje:
“Entonces Pilatos, dominado por el respeto humano y temiendo, por otra
parte, hacerse responsable de Mi causa, mandó que Me llevaran a la
presencia de Herodes. Era éste un hombre corrompido, que no
buscaba más que el placer, dejándose arrastrar de sus pasiones
desordenadas. Se alegró de verme comparecer ante su tribunal, pues
esperaba divertirse con Mis discursos y milagros.
“Considerad, almas queridas, la repulsión que experimenté al verme ante
aquel hombre vicioso cuyas preguntas, gestos y movimientos Me cubrían de
confusión.
“¡Almas puras y virginales! ¡Venid a rodear y defender a vuestro
Esposo…! Escuchad las calumnias… los falsos testimonios y
los escarnios de aquella turba vil, ávida solamente de escándalos”.
21 DE MARZO DE 1923
Miércoles de Pasión. Al acudir Jesús por la mañana, prosigue Su
día anterior:
“Escribe, Josefa: a todas las preguntas que Pilatos Me hizo, nada
respondí; mas cuando Me dijo: `¿eres Tú el Rey de los Judíos?´ Entonces
con gravedad y entereza le dije: `tú lo has dicho´: Yo soy Rey, pero Mi
Reino no es de este mundo´.
“Con estas palabras, quise enseñar a muchas almas cómo, cuando se
presenta la ocasión de soportar un sufrimiento o una humillación
que podrían fácilmente evitar, deben contestar con generosidad”.
Jesús explica a Josefa cómo debe aplicar para sí estas palabras (“Mi
Reino no es de este mundo”),
diciéndose ella a sí misma:
“No busco las alabanzas de los hombres; mi patria no es ésta; ya
descansaré en la que lo es verdaderamente; ahora, ánimo para cumplir mi
deber sin tener en cuenta la opinión del mundo… Si por ello me
sobreviene una humillación o un sufrimiento, no importa; no retrocederé,
escucharé la voz de la gracia, ahogando los gritos de la naturaleza.
Y si no soy capaz de vencer sola, pediré fuerzas y consejo, pues en
muchas ocasiones las pasiones y el excesivo amor propio ciegan el alma y
la impulsan a obrar el mal”.
20 DE MARZO DE 1923
Josefa anota el final de la oración que Jesús le enseña, la cual debemos
dirigir al Padre Celestial por las almas que necesitan conversión:
`En fin, ¡oh Dios compasivo y lleno de misericordia!: por aquella
perseverancia con que Jesús, Vuestro Hijo, rogó por los mismos que Lo
crucificaban, os ruego, y os suplico, concedáis a las almas un ardiente
amor a Ti y al prójimo y la perseverancia en el bien.
`Y así como los tormentos de Vuestro Hijo terminaron con la eterna
bienaventuranza, así los sufrimientos de los arrepentidos y penitentes
sean también coronados eternamente con el premio de vuestra gloria´”.
Terminada esta enseñanza, Jesús dice a Josefa:
“Ahora te dejo Mi Cruz… queda unida a Mis sufrimientos. Presenta
sin cesar a Mi Padre las llagas de Su Hijo”.
20 DE MARZO DE 1923
Jesús continúa dictando a Josefa la oración que debemos dirigir al Padre
Celestial por las almas que necesitan conversión:
`Os ofrezco ¡oh Padre Celestial! La corona de espinas de vuestro amado
Hijo. Por este dolor os pido que las almas se dejen traspasar por
una sincera contrición.
`Os ofrezco el desamparo que vuestro Hijo padeció en la Cruz… Su
ardiente sed y todos los demás tormentos de Su agonía, a fin de que los
pecadores encuentren paz y consuelo en el dolor de sus culpas’.
20 DE MARZO DE 1923
Jesús dice a Josefa:
“No temas. Adonde voy Yo, la Cruz Me acompaña. Recíbela con
todo respeto y amor por la salvación de tantas almas que se hallan en
peligro”.
Luego, Jesús enseña a Josefa una extraordinaria oración para que la
dirijamos al Padre Celestial por las almas que necesitan conversión:
“Ofrece al Eterno Padre los tormentos de Mi Pasión por la conversión de
las almas. Dile Conmigo:
`¡Oh Padre mío! ¡Oh Padre Celestial! Mirad las llagas de
Vuestro Hijo y dígnanos recibirlas para que las almas se abran a los
toques de la gracia. Que los clavos que taladraron Sus manos y Sus
pies traspasen los corazones endurecidos… que Su Sangre los ablande y
los mueva a hacer penitencia. Que el peso de la Cruz sobre los
hombros de Vuestro Divino Hijo mueva a las almas a descargar el peso de
sus delitos en el tribunal de la penitencia´”.
20 DE MARZO DE 1923
Josefa escribe una a una las Palabras que el Señor le comparte acerca de
las tentaciones:
“Si se trata de un alma escogida, tal vez la ocasión no será de pecado
grave. Pero para resistir a ella, hay que pasar por una
humillación, soportar alguna molestia… Si en vez de seguir el
movimiento de la gracia, y de descubrir lentamente su tentación, esta
alma se sugestiona a sí misma convenciéndose de que no hay motivo para
aparatarse de aquella ocasión o renunciar a aquel gusto, bien pronto
caerá en mayor peligro. Como Pilatos acabará por cegarse, perderá
la fortaleza para obrar con rectitud y, poco a poco, Me entregará.
“Ahora, quédate en paz y abísmate en el sentimiento de tu nada. Ya
ves qué poco basta para hacerte caer… pero no temas: Mi amor y Mi
misericordia sobrepujan en mucho tu miseria, y por grande que sea tu
debilidad, nunca será mayor que Mi fortaleza”.
20 DE MARZO DE 1923
Josefa continúa escribiendo las sobrecogedoras Palabras que Jesús
comparte con ella:
“Al amanecer del día siguiente, Caifás ordenó que Me condujeran a
Pilatos para que pronunciara la sentencia de muerte.
“Este Me interrogó con gran sagacidad, deseoso de hallar causa de
condenación; pero al mismo tiempo su conciencia le remordía y sentía
gran temor ante la injusticia que contra Mí iba a cometer; al fin
encontró un medio para desentenderse de Mí y mandó Me condujeran a
Herodes.
“En Pilatos están fielmente representadas las almas que, sintiendo la
lucha entre la gracia y sus pasiones, se dejan dominar por el respeto
humano y por un excesivo amor propio. Cuando se les presenta una
tentación o se ven en peligro de pecar, dejándose cegar, procuran
convencerse de que en aquello no hay ningún mal, ni corren peligro
alguno, que tienen bastante talento para juzgar por sí mismas y no
necesitan pedir consejo. Temen ponerse en ridículo a los ojos del
mundo… Les falta energía para resistir y, cerrándose al impulso de
la gracia, de esta ocasión caen en otra, hasta llegar, cediendo como
Pilatos, a entregarme en manos de Herodes.
20 DE MARZO DE 1923
Josefa prosigue en su tarea de anotar las Palabras del Señor,
esta vez dirigidas a las almas religiosas y el sufrimiento que muchas
veces deben sobrellevar:
“Así, en medio de tantos ultrajes y tormentos, el
amor Me encendía más y más deseos de cumplir la Voluntad de Mi Padre, y
Mi Corazón, más fuertemente unido a El en estas horas de soledad y
dolor, se ofrecía a reparar Su gloria
ultrajada.
Así vosotras, almas religiosas, que os halláis en prisión voluntaria por
amor, que más de una vez pasáis a los ojos de las criaturas por inútiles
y quizá por perjudiciales: ¡NO TEMÁIS!, dejad que griten contra
vosotras, y en estas horas de soledad y de dolor, que vuestro corazón se
una íntimamente a Dios, único objeto de vuestro amor. ¡Reparad Su
gloria ultrajada por tantos pecados!”.
20 DE MARZO DE 1923
Josefa continúa escribiendo las Palabras de Jesús, Quien en esta
ocasión le comparte lo que desea de las almas como respuesta a Su amor y
Su sacrificio:
“Las veía, motivadas por la gracias, corresponder
al llamamiento divino, abrazar el estado perfecto, aprisionarse en la
soledad, atarse a las cadenas de amor, renunciar a cuanto amaban según
la naturaleza, luchar con valor contra la rebeldía de sus pasiones,
aceptar los desprecios, quizá los insultos… hasta ver por los suelos su
fama y reputado por locura su modo de vivir… ¡y entretanto, conservar el
corazón en paz, y unido íntimamente a su Dios y Señor!”.
20 DE MARZO DE 1923
Josefa se encuentra en el jardín, tendiendo la ropa y se
encuentra de pronto con el Señor, que la mira, compasivo. Le
indica que suba a su celda para continuar escribiendo Su mensaje.
Ya allí, Jesús le comparte:
“Después de haber pasado gran parte de la noche en la prisión,
oscura, húmeda sucia… después de haber sido objeto de los más
viles escarnios y malos tratos por parte de los soldados… de insultos y
de burlas de la muchedumbre curiosa… cuando Mi cuerpo se encontraba
extenuado a fuerza de tormentos… escucha, Josefa, los deseos que
entonces sentía Mi Corazón: lo que Me consumía de amor y despertaba en
Mí una nueva sed de padecimientos, era el pensamiento de tantas y tantas
almas a quienes este ejemplo habría de inspirar el deseo de seguir Mis
huellas.
“Las veía, fieles imitadoras de Mi Corazón,
aprendiendo de Mi mansedumbre, paciencia, serenidad, no sólo para
aceptar los sufrimientos y desprecios, sino aun para amar a los que las
persiguen y, si fuera preciso, sacrificarse por ellos, como Yo Me
sacrifiqué para salvar a los mismos que así Me maltrataban”.
17 DE MARZO DE 1923
Josefa anota las reveladoras palabras de Jesús acerca de lo que
El desea de nosotros:
“Haced desaparecer Mi dolorosa vergüenza con
vuestra pureza y rectitud de intención. Si queréis que descanse en
vosotras, preparadme un lugar de reposo con actos de mortificación.
Sujetad vuestra imaginación, evitad el tumulto de las pasiones, y en el
silencio de vuestra alma, de vez en cuando oiréis Mi voz que os dice
suavemente: `esposa Mía que ahora eres Mi descanso, Yo seré l tuyo en la
eternidad; a ti que con tanto desvelo y amor Me procuras la prisión de
tu corazón, Yo te prometo que Mi recompensa no tendrá límites y no te
pesarán los sacrificios que hayas hecho por Mí durante tu vida.
“Nos quedaremos aquí, Josefa. Déjame pasar el
día en la prisión de tu alma. Haz gran silencio en ella para que
puedas oír Mis Palabras y os deseos que te quiero confiar ”.
17 DE MARZO DE 1923
Josefa anota las reveladoras palabras de Jesús acerca de lo que
El desea de nosotros:
“Si queréis darme una prueba de vuestro amor,
abridme vuestro pecho para que haga en él Mi prisión. Atadme con
las cadenas de vuestro amor… Cubridme con vuestras delicadezas…
Alimentadme con vuestra generosidad… Apagad Mi sed con vuestro
celo… Consolad Mi tristeza y desamparo con vuestra fiel compañía”.
17 DE MARZO DE 1923
Jesús continúa explicando a Josefa Sus sentimientos profundos:
“Cuando en la prisión Me empujaban, y Yo, atado y
falto de fuerzas, caía en tierra, vi cómo tantas almas por no renunciar
a una vana satisfacción Me despreciarían, y atándome con las cadenas de
su ingratitud, Me arrojarían de su corazón y Me dejarían caer en tierra,
renovando Mi vergüenza y prolongando Mi soledad.
“¡Almas escogidas!, mirad a vuestro Esposo en la
prisión; contempladle en esta noche de tanto dolor… Y considerad
que este dolor se prolonga en la soledad de tantos Sagrarios, en la
frialdad de tantos corazones…”.
17 DE MARZO DE 1923
Josefa continúa escribiendo la narración impresionante del
Señor:
“Cuando aquellas manos sucias y repugnantes
descargaban sobre Mí golpes y bofetadas, vi cómo sería muchas veces
golpeado y abofeteado por tantas almas que sin purificarse de sus
pecados, Me recibirían en sus corazones, y con sus pecados habituales
descargarían sobre Mí repetidos golpes”.
17 DE MARZO DE 1923
Jesús continúa compartiendo con Josefa acerca de Su tristeza por
el abandono en que Le tenemos:
“¡Ah! Si de este modo supieran unirse a Mí,
¡con cuánta paz pasarían por aquella tribulación! Su alma saldría
de ella fortalecida y habría aliviado Mi Corazón.
“En la prisión sentí vergüenza al oír las horribles
palabras que se proferían contra Mí… y esta vergüenza creció al
ver que más tarde esas mismas palabras serían repetidas por almas muy
amadas”.
17 DE MARZO DE 1923
Josefa escribe las Palabras que Jesús Le revela desde el fondo
de Su Corazón acerca de Su tristeza por el abandono en que Le tenemos:
“¡Alma querida…! Yo esperaba que apagarías Mi
sed y que consolarías Mi tristeza, ¡y no has venido!
“¡Qué de veces siento hambre de almas… de su
fidelidad generosa…! ¿Sabrán calmarla con aquella ocasión de
vencerse… con esta ligera mortificación…? ¿Sabrán con su ternura y
compasión aliviar Mi tristeza? ¿Sabrán, cuando llegue la hora del
dolor… cuando hayan de pasar por una humillación… una contrariedad… una
pena de familia o un momento de soledad o desolación… decirme
desde el fondo del alma: `Os lo ofrezco para aliviar Vuestra tristeza,
para acompañaros en Vuestra soledad´?”.
17 DE MARZO DE 1923
Jesús comparte más del impacto profundo que en El tiene nuestro
olvido que El está en el Sagrario y nuestro desgano de ir a recibirle en
nuestro corazón:
“¡Cuántos días espero que tal alma venga a
visitarme en el Sagrario y a recibirme en Su corazón! ¡Cuántas
noches Me paso solo y pensando en ella! Pero se deja absorber por
sus ocupaciones o dominar por la pereza, o por el temor de perjudicar su
salud, y no viene”.
17 DE MARZO DE 1923
Josefa anota la tristeza de las palabras de Jesús con las cuales
El compara Su prisión y el Sagrario:
“En la prisión pasé frío y sueño, hambre y sed,
vergüenza, dolores, soledad y desamparo… y desde allí veía, en el
transcurso de los siglos, tantos sagrarios en lo que Me faltaría el
abrigo del amor… ¡Cuántos corazones helados serían parte de Mi
Cuerpo, frío y herido, como la piedra de la prisión…! ¡Cuántas
veces tendría sed de amor, sed de almas…!”
17 DE MARZO DE 1923
Jesús continúa dictando a Josefa la analogía entre Su prisión y
el Sagrario:
“En la prisión Me ultrajaron y maltrataron los
soldados que eran Mis enemigos… ¡Pero en el Sagrario Me
maltratan y Me insultan almas que llaman Padre… y que no se portan como
hijos…!”.
17 DE MARZO DE 1923
Jesús entrega a Josefa una extraordinaria analogía entre Su
prisión y el Sagrario y el corazón de quienes recibimos al Señor.
Josefa anota, una a una, las Palabras reveladoras del Señor:
“Vamos ahora a comparar la prisión con el Sagrario
y, sobre todo, con los corazones de los que Me reciben.
“En la prisión pasé una noche no entera… pero en el
Sagrario, ¡cuántas noches y días paso…!”.
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