RESURRECCIÓN
Jesucristo,
muerto por nuestros pecados, resucita glorioso y vencedor sobre la
muerte.
Creo en la Resurrección de la carne
La
resurrección es una verdad fundamental del cristianismo. Cristo
verdaderamente resucitó por el poder de
Dios. No se trata de un fantasma, ni una mera fuerza de energía, ni de un
cuerpo revivido como el de Lázaro que volvió a morir. La presencia de
Jesús resucitado no se trata de alucinaciones por parte de los
Apóstoles.
Cuando
decimos "Cristo vive" no estamos usando una manera de hablar, como piensan algunos,
para decir que
vive solo en nuestro recuerdo. La cruz, muerte y resurrección de Cristo
son hechos históricos que sacudieron el mundo de su época y transformaron la
historia de todos los siglos. Cristo vive para siempre con el mismo cuerpo con
que murió, pero este ha sido transformado y glorificado (Cf. Cor.15:20, 35-45) de
manera que goza de un nuevo orden de vida como jamás vivió un ser
humano.
La
vida de Cristo la vivimos por la gracia. Los
que son de Cristo participan ya de esta vida nueva de Cristo desde el bautismo.
Esta vida activa en nosotros se llama gracia. Se puede perder por el pecado mortal, pero se puede
recuperar por el perdón
sacramental, y la debemos aumentar viviendo fielmente nuestra fe. La
gracia nos da fortaleza, esperanza y la capacidad de un amor
sobrenatural. Nos hace capaces de comprender el sentido profundo de la
vida y de las luchas porque nos comunica la perspectiva de Dios. El
cristiano, movido por el Espíritu Santo vive en gracia de Dios, preparándose
para la continuación de su vida eterna después de la muerte. Esta vida de
Cristo la vivieron los santos
(Cf. Rom 6:8) de manera ejemplar. Todos debemos de imitarlos para ser
también santos. Sin la gracia, los hombres caen en un gran vacío, en una
vida sin sentido.
La
muerte, tanto espiritual como física, es la consecuencia del pecado
que entró en el mundo por rebelión de nuestros primeros padres. Estamos
sujetos a la muerte física, pero el "aguijón" del pecado ha
sido reemplazado por la esperanza cierta en la resurrección. Jesucristo
pagó el
precio por nuestros pecados con su muerte en la cruz. Conquistó
así a todos sus enemigos. El último enemigo en ser destruido, al final
del tiempo, será la muerte (Cf. I Cor. 15:26). Por eso, la muerte
no es el final, tampoco nos encierra en un ciclo como piensan los proponentes de
la reencarnación. Vivimos y morimos una sola vez. Durante nuestra vida mortal
decidimos nuestra eternidad. Recibimos la gracia y la misericordia de Dios que
nos abre las puertas del cielo. Al final del tiempo se
establecerá plenamente el reino del Señor.
Todos
resucitaremos. Cristo resucitado es el primer fruto (Cf.1 Cor 15:20) de la
nueva creación. Con su cruz, El ha abierto las puertas para que nuestros cuerpos también
resuciten. Por eso los cristianos no solo
creemos en la resurrección de Jesús sino también en "la
resurrección de la carne", como profesamos en el credo de los
Apóstoles, es decir en la resurrección de todos los hombres. Sobre
esto escribe San Pablo: "Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los
muertos. Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en
Cristo" (I Cor. 15:21,22) y mas adelante: "En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos
transformados (I Corintios 15:52).
La
resurrección es mucho mas que la reencarnación. Es cierto que algunas religiones narran sobre dioses que
mueren y resucitan pero ninguna habla de un cuerpo gloriosamente resucitado
ni del poder para compartir esta nueva vida con otros. Los
judíos no esperaban un Mesías que muriera y resucitara. Algunos
tenían la esperanza de resucitar, pero no con cuerpos gloriosos sino en una
resurrección análoga a la de Lázaro (Cf. Is. 26:19; Ez. 37:10; Dn
12:2).
Algunas
filosofías y religiones han creído en la reencarnación o en la inmortalidad del alma
apartada del cuerpo. Pero la fe en la resurrección
solo se encuentra entre los cristianos.
¿Como será el
cuerpo resucitado?
Nadie en este mundo puede
comprenderlo del todo pero si sabemos que será como el cuerpo
resucitado de Cristo. Similar en algunos aspectos a nuestros
cuerpos en su forma actual, pero, para los redimidos, un cuerpo
transformado y glorificado. Jesucristo resucitado ya no muere, ya
no sufre las limitaciones del cuerpo mortal. Las paredes y las puertas cerradas
ya no son un obstáculo para El.
"Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es."
I Juan 3:2.
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