Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María 

 XI Edición

                 julio 2000


CONOZCAMOS SU CORAZÓN 

Para poder aprender lo que es ser verdaderamente humildes debemos contemplar el Corazón de Aquel que “se despojó de su rango, pasando por uno de tantos” (Fil 2). En el Evangelio de San Mateo Jesús nos dice: “Aprended de Mi que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11:25). Para poder aprender de su corazón debemos meditar primero como vivió El en su vida esta virtud tan querida de su Corazón.

En su vida oculta:

• Antes de nacer: se anonadó en el seno de María: se sometió a los desprecios de la pobreza: "y no hubo sitio para ellos”.

• En su nacimiento: pobre y pequeño, nace en un pesebre, de noche. Recibe la adoración de unos pastores.

• En Nazaret: lleva una vida sencilla de carpintero, sin el menor rasgo de su divinidad. Obediente a sus padres.

En su vida publica:

• Escoge a sus discípulo entre los más ignorantes y rudos: pescadores y publícanos.

• Busca y prefiere a los pobres y a los pecadores, a los afligidos, a los niños.

• Vive pobremente: predica con sencillez usando un lenguaje al alcance de los humildes.

• Hace milagros para probar su misión divina pero sin ninguna ostentación. Exige silencio y huye cuando tratan de hacerle rey.

• Inculca continuamente la humildad como vemos en la parábola del fariseo y el publicano.“No he venido a ser servido sino a servir.”

En su Pasión:

• Su triunfo sencillo el Domingo de Ramos: en un borriquillo, gente humilde le aclama y los fariseos protestan.

• Le lava los pies a los discípulos, incluyendo a Judas, el que lo traiciona. Es atado como un malhechor en Getsemaní y se ve abandonado de sus discípulos.

• Camino al Calvario lo abofetean, se burlan, es coronado con espinas, lo insultan, le escupen, le azotan.

• En la Cruz: lo blasfeman y se ríen de El.

En la Eucaristía:

• Expuesto a la voluntad de sus ministros; visitado por pocos y olvidado por muchos. Siempre encerrado en el tabernáculo.

• Sufre falta de amor, sacrilegios, frialdades, profanaciones, olvidos, desprecios.

Qué al meditar y contemplar como nuestro Señor vivió siempre en humildad, nuestros corazones sean movidos a vivirla a imitación de Aquel que se rebajó incluso a la muerte para poner al descubierto la magnitud de Su amor.

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