Corazones de Jesús y de María...
Esperanza de la Humanidad©
"Tenemos que ganar el mundo entero y cada alma, ahora y en el
 futuro, hasta el final de los tiempos, para la Inmaculada, y a través de ella, 
para el Sagrado Corazón de Jesús."
(San Maximiliano Kolbe)


iervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María          XI Edición        julio 2000      Archivo del Boletín


EN ESTA EDICIÓN:
Editorial "De Corazón a Corazón" (esta página)  En el Corazón de la Iglesia  Corazones que Arden de Amor 
 
Conozcamos el Corazón de Jesús  En el Corazón de María  Nuestras Noticias


DE CORAZÓN A CORAZÓN  
"Tercera Parte del Secreto de Fátima"
EDITORIAL Madre Adela Galindo, SCTJM
Fundadora



Queridos hermanos y hermanas:

En este año Jubilar, umbral del Tercer Milenio, el Santo Padre quiso hacer público el texto de la tercera parte del “Secreto de Fátima”. 

Este hecho tan singular, ha causado toda clase de reacciones. Para unos, el secreto no fue tan dramático o alarmista como esperaban y han experimentado descontento y desilusión. Otros, se han aprovechado de esto para hacer creer que los mensajes de la Santísima Virgen no tienen importancia, ni advertencias serias. Ninguno de los dos extremos comprende verdaderamente de que se tratan las apariciones de Nuestra Madre, sus mensajes y las consecuencias de no escucharle.

La Iglesia, como Madre y Maestra, e inspirada por el Espíritu Santo ha esperado hasta ahora para darnos a conocer esta visión. ¿Por qué hasta ahora? -preguntan muchos. La razón es porque la Iglesia debe confirmar la autenticidad del mensaje viéndolo cumplirse. Toda profecía es cierta solo cuando se cumple. La Iglesia es muy cautelosa en no aprobar mensajes de eventos futuros profetizados en revelaciones privadas sino hasta que llegan a cumplimiento. También, la Iglesia ha querido dar junto con la revelación del secreto, un “intento de interpretación”, como llamó el Cardenal Ratzinger al documento que él escribió para acompañar la publicación de dicho secreto.

Mi pregunta es: ¿Nos hemos tomado el tiempo de leer en oración este secreto? ¿Nos hemos preguntado por qué el Santo Padre quiere que todos tengamos acceso a dicha lectura y por eso lo hizo público? ¿Hemos reflexionado qué significa para el mundo, para la Iglesia y para cada uno de nosotros? -Nos dice San Pablo en la Carta a los Romanos, capítulo 8:28: “Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio”. A la luz de esta Escritura, podemos entonces, preguntarnos: ¿Por qué ha querido el Espíritu Santo que la Iglesia entera conociera este secreto dado por Nuestra Señora a los pastorcitos de Fátima? ¿Qué espera el Señor de nosotros en este momento histórico? ¿Cuáles son sus designios para la Iglesia en este nuestro tiempo? -Creo que el mismo texto de la tercera parte del secreto nos lo dice. Y por ello quisiera exhortarles a orar para que el Espíritu Santo sea quien revele a cada uno de ustedes la trascendencia de este mensaje.

Ante todo hay varios elementos importantes en la visión: Un Ángel con una espada de fuego que emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; Nuestra Señora que irradiaba de su mano derecha un gran resplandor por el cual las llamas de la espada se apagaban. El Ángel que grita al mundo: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! El Santo Padre, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subiendo una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz. El Santo Padre atraviesa una ciudad en ruinas, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino. Cuando llega al pie de la Cruz, recibe disparos que le llevan a la muerte. Del mismo modo mueren obispos, sacerdotes, religiosos y diversas personas seglares. Bajo los brazos de la Cruz hay dos ángeles recogiendo la sangre de los Mártires y regando con ella las almas que se acercaban a Dios.

Hermanos, ¡cuánto nos hablan éstas imágenes! El Señor quiere que comprendamos la capacidad de autodestrucción que el hombre moderno ha adquirido. El ser humano ha llegado a tal grado de prepotencia que ha querido construir un paraíso terrenal sin Dios; ha querido ser el dueño del poder, pero sin Dios; ha querido independizarse de Dios, apagar la voz y la ley de Dios. Ha querido ser su propio Dios. Para solamente darnos cuenta que sin Dios todo se vuelve en contra de nosotros mismos; todo el poder llega a ser instrumento de destrucción; todo el placer llega a robar la dignidad más grande del ser humano: la capacidad de amar. Todo sin Dios pierde su eje, y las consecuencias, hermanos, son muy catastróficas. Cómo no darnos cuenta de ello ante este siglo que termina y que podemos considerarlo el más cruel y sangriento en la historia del hombre.

Pero hay un elemento que nos llena de gran esperanza: La Santísima Virgen María que con su esplendor (su gracia, santidad y poder maternal) apaga el fuego de la espada. Ella levanta su mano y el mal se apaga. El Señor le ha dado poder a Nuestra Madre, para defendernos del mal, para aplastar la cabeza de la serpiente manifestada de diferentes formas en cada momento histórico. Ella levanta su mano e interviene en favor nuestro.

¡Qué importante es reconocer el lugar que ocupa la Santísima Virgen en la historia de la salvación y en todos los acontecimientos del mundo. “Ella está en el centro de la batalla”, nos ha dicho el Santo Padre en su encíclica Madre del Redentor. Ella está situada en el centro mismo de aquélla “enemistad”, de aquélla lucha que acompaña la historia de la humanidad en la tierra y la historia misma de la salvación. Esta lucha ha sido tan evidente en nuestros tiempos, y se nos reveló su intensidad y su realidad, cuando en el secreto se nos muestra el sufrimiento del Santo Padre, su martirio (que fue detenido por la oración y la penitencia de los pastorcitos y de muchos) y el martirio de tantos obispos, sacerdotes, religiosos y seglares. ¿No es acaso esa montaña empinada, simbólica de los grandes obstáculos, opresiones, escándalos, persecuciones que ha sufrido el Cuerpo Místico de Cristo en este siglo, y que todavía sigue sufriendo? ¿No es acaso el profetizado martirio físico del Santo Padre un evento que sucedió con el atentado del 13 de mayo de 1981, aunque gracias a la intervención de la Virgen María, no llegó a ser su final? Pero, ¿no es acaso un martirio constante el que lleva el Santo Padre en su corazón por el estado de muchos en la Iglesia, por el estado del mundo que se aleja cada vez mas de Dios? ¿No han padecido y padecen persecución y muerte muchos hermanos nuestros en tantos lugares donde la fe cristiana es rechazada y el ateísmo reina?

Todas estas vicisitudes a las que se refiere el tercer secreto, nos han dicho los Cardenales Sodano y Ratzinger, parecen ya pertenecer al pasado. Sin embargo, ellos también nos dicen: “El llamado de la Virgen a la conversión y a la penitencia, conserva todavía hoy una estimulante actualidad”. ¿Por qué son igual de importantes hoy la oración y la penitencia? Porque algunos hechos ya sucedieron, pero los males que los causaron siguen latentes en el mundo moderno. Siguen latentes bajo diferentes formas, diferentes nombres... y, a veces, hasta escondidos bajo apariencias de bien.

El Ángel gritó tres veces con fuerte voz: ¡Penitencia! Escuchemos este llamado. Escuchemos a Nuestra Madre que nos pide consagrarnos totalmente a su Inmaculado Corazón y entrar en un estilo de vida de oración, sacrificio y amor.

Al final hermanos, al final de toda esta batalla que se libra en nuestros tiempos, el Inmaculado Corazón de María triunfará. ¡Esa es nuestra alegría, nuestra confianza y nuestra esperanza! Jacinta lo dijo poco antes de morir: “Deseo que todos sepan que todas las gracias llegan al mundo a través del Inmaculado Corazón”.

Qué el Inmaculado Corazón de María nos alcance con su poderosa intercesión y con su mediación maternal, las gracias de la conversión de corazón y las gracias de la paz. Qué Ella lleve de la mano a la Iglesia que se debate entre grandes luchas y oscuridades, para que bajo su manto maternal alcancemos la esperada “nueva primavera de la Iglesia”

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