Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María 

VII Edición

                 febrero 2000


NOS HABLA EL CORAZÓN DEL PAPA 

Su Santidad nos habla sobre la Presentación del Niño en el Templo

Después de haber reconocido en Jesús la “luz para alumbrar a las naciones” (Lc 2, 32), Simeón anuncia a María la gran prueba a la que está llamado el Mesías y le revela su participación en ese destino doloroso. La referencia al sacrificio redentor, ausente en la Anunciación, ha impulsado a ver en el oráculo de Simeón casi un “segundo anuncio” que llevará a la Virgen a un entendimiento mas profundo del misterio de su Hijo. Simeón predice a la Virgen que participará en el destino de su Hijo. Inspirado por el Espíritu Santo, le anuncia: “Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción– ¡y a ti misma un espada te traspasará el alma!– a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones” (Lc 2,34-35).

Estas palabras predicen un futuro de sufrimiento para el Mesías. En efecto, será el “signo de contradicción”, destinado a encontrar una dura oposición en sus contemporáneos. Pero Simeón une al sufrimiento de Cristo la visión del alma de María a travesada por la espada, asociando de ese modo a la Madre al destino doloroso de su Hijo. Así, el santo anciano, a la vez que pone de relieve la creciente hostilidad que va a encontrar el Mesías, subraya las repercusiones que esa hostilidad tendrá en el corazón de la Madre. Ese sufrimiento materno llegará al culmen en la Pasión, cuando se unirá a su Hijo en el sacrificio redentor. Podemos advertir aquí que la profecía de Simeón permite vislumbrar en el futuro sufrimiento de María una semejanza notable con el futuro doloroso del “Siervo”.

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