Santos y
teología del corazón - Santa Teresita de Lisieux |
Doctora de la Iglesia y
patrona de las misiones
Por SCTJM
"En el Corazón de la
Iglesia, que es mi madre, yo seré el AMOR" (Santa Teresita de Lisieux)
Biografía
Santa Teresa del Niño Jesús nació en la ciudad francesa de Alençon,
el 2 de enero de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia
María Guerin, ambos venerables. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI
la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones.
La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de
gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta
joven carmelita. Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan
Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones)
«Siempre he deseado, afirmó
en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por
desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos,
que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña,
cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los
pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios
no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi
pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es
imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis
imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por
un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente
nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta
Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la
perfección».
Teresa era la última de cinco hermanas - había tenido dos hermanos más,
pero ambos habían fallecido - Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran
admiración por sus padres: «No podría explicar lo mucho que amaba a
papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba admiración».
Cuando sólo tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su
felicidad de la infancia. Desde entonces, pesaría sobre ella una
continua sombra de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió
transcurriendo con mucho amor. Es educada por sus hermanas,
especialmente por la segunda; y por su gran padre, quien supo inculcar
una ternura materna y paterna a la vez.
Con
él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los
pobres. Cuando tenía nueve años, su hermana, que era para ella «su
segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la ciudad.
Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento, adquirió la
certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.
Durante su infancia siempre destacó por su gran capacidad para ser
«especialmente» consecuente entre las cosas que creía o afirmaba y las
decisiones que tomaba en la vida, en cualquier campo. Por ejemplo, si su
padre desde lo alto de una escalera le decía: «Apártate, porque si me
caigo te aplasto», ella se arrimaba a la escalera porque así, «si mi
papá muere no tendré el dolor de verlo morir, sino que moriré con él»; o
cuando se preparaba para la confesión, se preguntaba si «debía decir al
sacerdote que lo amaba con todo el corazón, puesto que iba a hablar con
el Señor, en la persona de él».
Cuando sólo tenía quince años, estaba convencida de su vocación: quería
ir al Carmelo. Pero al ser menor de edad no se lo permitían. Entonces
decidió peregrinar a Roma y pedírselo allí al Papa. Le rogó que le diera
permiso para entrar en el Carmelo; el le dijo: «Entraréis, si Dios lo
quiere. Tenía ‹dice Teresa‹ una expresión tan penetrante y convincente
que se me grabó en el corazón».
En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por
ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se
ofreció a Dios como su instrumento. Trataba de renunciar a imaginar y
pretender que la vida cristiana consistiera en una serie de grandes
empresas, y de recorrer de buena gana y con buen ánimo «el camino del
niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre».
A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos
de sus hermanas del Carmelo. En los últimos tiempos, mantuvo
correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a
Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus
oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en 1927, a san Francisco
Javier como patrona de las misiones.
Por Coro Marín, «Alfa y Omega»
Santa Teresita de Lisieux
Por Mons. Guy Gaucher, obispo auxialiar de Bayeux y Lisieux
La santidad de Santa Teresita no se basa en fenómenos extraordinarios.
Se basa en "hacer de manera extraordinaria las cosas más ordinarias y
corrientes".
Cuesta entender que la vida de Teresa Martín fuera completamente
corriente porque para nosotros, Teresa Martín es hoy Santa Teresita del
Niño Jesús y de la Santa Faz, conocida en el mundo entero, Patrona
universal de las Misiones, Patrona de Francia junto a Santa Juana de
Arco, Doctora de la Iglesia, etc. Pero olvidamos que pasó inadvertida
para su familia, para su entorno, para el Carmelo e incluso para su
padre espiritual. Ciertamente que en Lisieux se comentó que había tenido
la audacia de hablar al Papa León XIII en una audiencia en Roma (un
periódico nacional se hizo eco de la noticia). También se comentó que
había entrado en el Carmelo a los quince años y tres meses. Pero, cuando
murió desconocida en un pequeño Carmelo de Provincias, no había más de
treinta personas en su entierro en el cementerio de Lisieux. Sin
embargo, a su canonización en S. Pedro de Roma asistirán más de 500.000
el 17 de mayo de 1925.
¿Entonces?… Sí, una vida muy ordinaria y muy escondida.
Alençon
(1873-1877)
Una familia cristiana en Alençon, El padre, Luis Martin,
relojero-joyero, la madre, Celia Guerin, encajera. Han tenido nueve
hijos de los cuales cuatro han muerto a temprana edad. Quedan cuatro
hijas y he aquí que, a los cuarenta años, la madre está encinta. Teresa
nace el 2 de enero de 1873. Niña alegre, vivaracha, permanece un año con
Rosita Taillé, su nodriza, en Semallé (su madre no puede darle el
pecho). Su vida es dichosa, llena del amor de sus padres y hermanas. La
pequeña y última hija recibe de toda la familia una fe profunda, viva,
generosa y llena de caridad. Todo va bien hasta que surge el drama : la
madre, Celia Guerin, muere de un cáncer de pecho. Teresa tiene cuatro
años y medio.
El golpe es muy fuerte para la pequeña que escoge a su hermana Paulina
como su segunda madre, pero la herida es profunda y tardará diez años en
cicatrizar.
Lisieux (1877-1888)
Con cinco hijas que educar, el Sr. Martin cede a los ruegos insistentes
de su cuñado, Isidoro Guerin, farmacéutico en Lisieux. Toda la familia
Martin se instala en Los Buissonnets. Teresa encuentra allí una ambiente
cálido, pero los cinco años que va al colegio de la abadía de las
Benedictinas, serán para ella "los cinco años más tristes de su vida".
Buena alumna pero tímida, escrupulosa, sufre con los contratiempos de la
vida escolar...
La entrada de Paulina en el Carmelo de Lisieux vuelve a abrir la herida.
A los diez años, Teresa cae gravemente enferma : síntomas alarmantes de
una regresión infantil, alucinaciones, anorexia. La medicina no puede
hacer nada. Los familiares y el Carmelo rezan. El 13 de mayo de 1883,
una imagen de la Virgen María sonríe a Teresa que es curada súbitamente.
Al año siguiente, el 8 de junio, su primera Comunión es para ella una
"fusión" de amor. Jesús se entrega al fin a ella y ella se entrega a Èl.
Piensa ya en ser carmelita. La entrada en el Carmelo de su tercera
madre, su hermana María, la desestabiliza. Sufre una grave crisis de
escrúpulos obsesivos, está hipersensible y "llora en exceso". Desea
morir y ser liberada. Al volver de la misa del Gallo el año 1886, la
gracia toca su corazón. Es una verdadera conversión que la transforma en
una mujer fuerte. El Niño del pesebre, el Verbo de Dios le ha comunicado
su
fuerza en la Eucaristía.
Está decidida a luchar para entrar en el Carmelo, para salvar todos los
obstáculos : su padre, su tío, el superior del Carmelo, el obispo, el
Papa León XII, pues la gracia le ha abierto el corazón y quiere salvar a
los pecadores con Jesús que, en la Cruz, tuvo sed de almas. Teresa, a
los catorce años y medio, decide permanecer siempre al pie de la Cruz
para recoger la sangre divina y dársela a las almas". Tal es su vocación
de "amar a Jesús y hacerlo amar".
El 1887, al oír hablar de un asesino que ha dado muerte a tres mujeres
en París, reza y se sacrifica por él queriendo, a todo precio,
arrancarlo del infierno. Henri Pranzini es juzgado y condenado a morir
guillotinado pero, en el momento de morir, besa el crucifijo. Teresa
llora de alegría : su oración ha sido escuchada. Lo llama su primer
hijo.
En su peregrinación a Italia Teresa se da cuenta de que, a pesar de lo
"sublime de su vocación", los sacerdotes tienen pequeñas debilidades.
Piensa que hace falta rezar mucho por ellos, porque son hombres "débiles
y frágiles". Teresa comprende que su vocación no consistirá sólo en orar
por la conversión de los grandes pecadores, sino también en rezar por
los sacerdotes. En el curso de esta peregrinación pide al Papa poder
entrar en el Carmelo a los quince años. Respuesta evasiva, "un fiasco",
pero el 9 de abril de 1888, Teresa deja para siempre a su padre, a sus
hermanas, a su familia, los Buissonnets, a su perro Tom…
En el Carmelo Un camino de soledad
(1888-1897)
Se siente feliz al estar para siempre en el Carmelo, "prisionera"
con Èl… y con 24 hermanas. La vida comunitaria, el frío la oración a
menudo en sequedad, la soledad afectiva (aunque esté con sus dos
hermanas mayores). Todo lo soporta con ilusión. Su más grande
sufrimiento será la enfermedad de su amado padre, internado en El Buen
Salvador de Caen, hospital para enfermos mentales. Nuevo drama familiar
para Teresa que profundiza en la oración con "el Siervo doliente" de
Isaías, 53, en la Pasión de Jesús. Pero el clima espiritual de su
Carmelo, marcado por el temor a un Dios a quien se ve sobre todo como un
Dios justo, le pesa. Aspira al amor cuando lee la "Llama de amor viva"
de S. Juan de la Cruz. En 1891 -- tiene 18 años - un sacerdote la lanza
"sobre las olas de la confianza y del amor" sobre las cuales no se
atrevía a avanzar, retenida en este camino audaz, incluso por su hermana
Paulina, la Madre Inés de Jesús que será elegida priora el 1893.
Su padre, que había regresado con su familia desde el Buen Salvador de
Caen, muere en 1894 : Celina, que le había cuidado, entra en el Carmelo.
En esta época es cuando la joven hermana Teresa del Niño Jesús de la
Santa Faz (tal es su verdadero nombre, resumen de su vocación) descubre,
después de años de búsqueda, el camino que va a transformar su vida.
Teresa recibe la gracia de profundizar en la Paternidad de Dios que nos
es otra coas que Misericordia y Amor (expresadas en su Hijo Jesús, hecho
hombre. La vida cristiana no es otra cosa que la vida de un hijo del
Padre - hijo en el Hijo - inagurada en el bautismo y vivida en una
confianza absoluta. "Si no volvéis a ser como niños no entraréis en el
reino de los cielos" (Mt 18, 3). Por suerte, M. Inés de Jesús le ordena
escribir sus recuerdos de infancia. Teresa obedece y escribe 86 páginas
en un cuadernito.
En su tiempo, algunas almas escogidas se ofrecían como víctimas a la
Justicia divina. La "débil e imperfecta Teresa" se ofrece al Amor
Misericordioso el día 9 de junio, en la misa de la Santísima Trinidad.
Este don total "la renueva", quema todo pecado en ella. En septiembre de
1896, Teresa experimenta que su hermosa vocación ("carmelita, esposa y
madre") no le basta. En sus oraciones
siente grandes deseos de ser sacerdote, diácono, profeta, doctor,
misionero, mártir… Pero pronto encuentra su vocación al leer un pasaje
de S. Pablo sobre la caridad (I Cor, 13). Todo queda claro para ella y
puede escribir "¡ Oh, Jesús, amor mío, he encontrado al fin mi vocación
! ¡Mi vocación es el Amor!… Sí, he encontrado mi puesto en la Iglesia y
ese puesto, Dios mío, eres Tú quien me lo ha dado. En el corazón de la
Iglesia, mi madre, yo seré el amor. Así lo seré todo ¡¡¡ Así mi sueño se
verá realizado !!! (Manuscrito B, 3 v). Cada vez más atormentada por la
inquietud de que los pecadores no conozcan este amor misericordioso de
Dios, en Pascua de 1896, entra en una noche oscura en la que su fe y su
esperanza combaten. Mientras tanto, una tuberculosis mina su salud y la
debilita. Teresa emplea sus últimas fuerzas en enseña "su camino de
infancia espiritual" a las cinco novicias que tiene a su cargo y a sus
hermanos espirituales, sacerdotes y misioneros en Africa y China.
Viviendo esta compasión en unión con Cristo en Getsemaní y en su Cruz,
agotada por las hemoptisis, guarda su sonrisa y su exquisita caridad
para animar la moral de sus hermanas, consternadas al verla morir llena
de atroces sufrimientos. Por obediencia continúa, hasta el agotamiento,
la redacción de sus recuerdos en los cuales, con una verdad
transparente, "canta las misericordias del Señor" en su corta vida.
Pidiendo "hacer el bien en la tierra después de su muerte, hasta el fin
del mundo", profetizando humildemente que su misión póstuma sería
enseñar su caminito a las almas y "pasar su cielo haciendo el bien en la
tierra", muere el 30 de septiembre 1897.
Un año después de su muerte se publica un libro a partir de sus escritos
: Historia de una Alma, que va a conquistar al mundo y dará a conocer a
esta joven religiosa que había amado a Jesús" hasta morir de amor". Una
vida escondida iba a iluminar el mundo. Y esto dura ya más de cien años…
"Mi caminito", como lo llamáis...
El camino espiritual de Teresa Martin fue solitario. Cierto que
recibió mucho de su familia, de sus educadores y de sus maestros del
Carmelo, pero ningún sacerdote la marcó profundamente. El Espíritu Santo
trazó en ella un sendero de autenticidad - "No he buscado mas que la
verdad" - que le reveló las profundidades del Amor trinitario y un "
caminito" para unirlos sin ninguna preocupación didáctica. Todo surgió
de la vida, de los acontecimientos cotidianos releídos a la luz de la
Palabra de Dios. Su aportación incomparable a la espiritualidad del
siglo XX es una vuelta al Evangelio en su pureza más radical. " Si no os
hacéis como niños no entraréis en el reino de los Cielos". (Mateo 18,3).
Es verdad que Teresa no dispuso de un texto completo del Antiguo
Testamento, pero descubrió la meditación de la Palabra de Dios. Sin
ninguna iniciación, sin ninguna cultura bíblica, cita más de mil veces
la Biblia en sus escritos. A los 22 años dos textos del Antiguo
Testamento cristalizan después de una larga búsqueda, en el
descubrimiento de " la vía de la infancia espititual" que será su gran
aportación.
"Quiero
ser santa"
Teresa, apasionada adolescente, ha decidido ser santa. En el
Carmelo, cuando era postulante, escribió a su padre: "Labraré tu gloria
haciéndome una gran santa".
Pero, muy pronto , va a comprobar su debilidad y su impotencia cuando se
compara con los santos. Le parecen una montaña mientras ella no es mas
que un granito de arena. " Mi crecimiento es imposible"piensa, pero no
se desanima. Si Dios ha puesto en ella esos deseos de santidad es porque
debe tener un caminito para escalar " la dura escalera de la
perfección".
La palabra de Dios le descubre el camino:" Si alguno es pequeño que
venga a Mí" (Proverbios 9,4). "Entonces yo fui"- escribe Teresita-
preguntándose qué haría Dios con el pequeño que fuese a Èl. Leyendo
Isaías 66, comprendió que no podía subir sola la escalera de la
perfección , pero que Jesús la cogería en sus brazos y la subiría como
en un ascensor rápido.
Desde entonces Teresita no encuentra ningún obstáculo , al contrario,
será pequeña y ligera en los brazos de Jesús y será santa por un camino
rápido.
Así cuenta Santa Teresita el descubrimiento de" su caminito" (Manuscrito
C, 2).
Su descubrimiento es que Dios es esencialmente Amor Misericordioso. En
adelante verá todas las perfecciones divinas, incluida la justicia,
partiendo de la Misericordia.
Esto conlleva una confianza audaz: "Quiero ser santa, pero siento mi
impotencia y te pido, Dios mío, que seas Tú mismo mi santidad" (Acto de
ofrenda).
Dejar hacer a Dios no implica ningún infantilismo fácil. Teresa hará
todo lo posible para mostrar ,cada día y cada minuto, su amor a Dios y a
sus hermanas en una total gratuidad: la del amor.
En todas las situaciones y en todos los actos de su vida Teresa aplica
esta regla: Si Dios le pide algo y ella se siente incapaz de hacerlo, Èl
lo hará por ella. Un ejemplo: amar a todas sus hermanas como Jesús las
ama le es imposible. Entonces, uniéndose a Èl, será Èl quien las amará
en Teresa:" Sí, lo sé, cuando soy caritativa , es únicamente Jesús quien
actúa en mí. Cuanto más unida estoy a Èl, más amo a todas mis hermanas"(
Manuscrito C, 13 r̊).
He aquí un camino de santidad que se abre a todos, a los pequeños, los
pobres, los que sufren: aceptar la realidad de las propias debilidades y
ofrecerse a Dios tal como uno es para que Èl intervenga en nosotros.
Todo se comprende mejor cuando vemos que la frase anterior de Teresa
está en las antípodas de la cursilería y muy cerca de la infancia
evangélica predicada por Jesús:"Jesús se complace en mostrarme el único
camino que conduce a esa hoguera divina. Ese camino es el abandono del
niñito que se duerme sin miedo en los brazos de su padre" (Manuscrito B,
1v̊).
Sus intuiciones hacen de ella una precursora de las grandes verdades del
Vaticano II: primacía, sobre todas las devociones, del Misterio Pascual
de Jesús , camino de santidad para todo bautizado; Mariología que ve en
María"más una Madre que una Reina" que vivió la prueba de la fe (cf.
Poema"Por que te amo María", testamento mariano, mayo 1897);
Eclesiología de comunión fundada en la presencia del Amor (Espíritu
Santo) en el corazón de la Iglesia , que anima todas las vocaciones
complementarias en la Comunión de los Santos del Cielo y de la tierra.
Revolución también en la concepción de los fines últimos: no al
descanso, sí a la acción:
"Quiero pasar mi cielo haciendo bien en la tierra"
Teresa, sin saberlo, ha abierto caminos de ecumenismo: su lectura de la
epístola a los Romanos sedujo a los luteranos. Los cristianos ortodoxos
la aman como a S. Francisco de Asís (Símbolos universales utilizados
por estos dos santos facilitan la inculturización en otras
civilizaciones).
Su misión Su influencia universal
Fue en la catedral de S. Pedro. Un domingo, al finalizar la misa en
la que Teresa había recibido la Eucaristía, cuando cerraba el misal, se
conmovió profundamente al ver una imagen de Jesús en la Cruz que se
deslizaba de una de sus páginas :
" Sentí un gran dolor al pensar que aquella sangre caía al suelo sin que
nadie se apresurase a recogerla. Tomé la resolución de estar siempre,
con el espíritu, al pie de la Cruz para recibir el rocío divino que
goteaba de ella, y comprendí que luego debería derramarlo en las almas.
. .
También resonaba continuamente en mi corazón el grito de Jesús en la
Cruz:"¡ Tengo sed !". Estas palabras encendían en mí un ardor
desconocido y muy vivo…Quería dar de beber a mi Amado y yo misma me
sentía devorada por la sed de almas…No eran todavía las almas de los
sacerdotes las que me atraían, sino las de los grandes pecadores; ardía
en deseos de arrancarlos del fuego eterno…" (Manuscrito A ,45 v̊)
Su misión en el Carmelo
Para ser más misionera, Teresa se siente llamada al Carmelo tras los
pasos de Santa Teresa de Avila, su "Madre", por el don de su vida y la
oración que traspasa todas las fronteras. Como la Santa
española,"quisiera dar mil vidas para salvar una sola alma".
Al entrar en el Carmelo declara :
"He venido para salvar almas pero, sobre todo, para orar por los
sacerdotes."
"Amar a Jesús y hacerlo amar debe de ser, cada vez más, la meta de mi
vida."
Siente una gran alegría cuando le ofrecen dos hermanos espirituales para
que les apoye en su ministerio:
El seminarista Mauricio Bellière, de veinte años, pide la ayuda de una
carmelita para que rece por su vocación. Será Padre Blanco y partirá a
Nyassland ( hoy Malawo). Volverá a Fancia y morirá hospitalizado en el
Buen Salvador de Caen en 1907 ,a los treinta años. Teresa le ayudará
mucho con sus cartas. Le escribirá once y todas muy importantes;
El P. Adolfo Roulland, de las Misiones Extranjeras de París, se
escribirá tambien con Teresa después de celebrar su primera misa en el
Carmelo y tener una conversación con ella. Partirá a China, a Su-Tchuen
. Murió en Fancia en 1934. Teresa le escribirá seis cartas.
Los dos permitieron a Teresa extender sus horizontes a todo el mundo.
Enferma, "andará por un misionero".
Los "deseos infinitos" que la hacen sufrir en la oración la impulsan a
escribir :
"Recorrer la tierra (…)Anunciar el Evangelio
en las cinco partes del mundo y hasta en las islas más remotas…
Quisiera ser misionero no sólo durante algunos años,
sino haberlo sido desde la creación del mundo
y seguir siéndolo hasta la consumación de los siglos…"
(Manuscrito B,3 r̊)
Su misión el el cielo
Este deseo se va a intensificar hasta en su lecho de agonía, en la
esperanza de seguir siendo misionera después de su muerte :
"Tengo la confianza de que no voy a estar inactiva en el cielo.
Mi deseo es seguir trabajando por la Iglesia y por las almas.
Así se lo he pedido a Dios y estoy segura de que me va a
escuchar."(Carta 254)
"Presiento que mi misión va a comenzar,
mi misión de hacer amar a Dios como yo lo amo,
de enseñar mi caminito a las almas "(JEV,85)
"Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra"(JEV,85)
Patrona universal de las Misiones
Lo más asombroso es que la Iglesia la proclamó Patrona universal de las
Misiones en 1927.
Ademas, Sor Teresita, sin haber abandonado jamás su celda, totalmente
llena del Amor Misericordioso de Dios en lo cotidiano de su vida,
irradió en el mundo las misericordias del Corazón de Dios.
Las vocaciones teresianas
Después de la muerte de Teresa, innumerables vocaciones sacerdotales y
religiosas nacieron de su encuentro con Teresa. Ella cumplió sus
promesas. Muchísimos sacerdotes y misioneros le han confiado su
ministerio.
Más de 50 Congregaciones en el mundo viven la espiritualidad de Santa
Teresita. Son ,por lo general, Congregaciones religiosas que han
incorporado el mensaje teresiano a su cultura. Sus miembros son unos
5000.
EL PAPA PROCLAMA A TERESA
DE LISIEUX DOCTORA DE LA IGLESIA
El pontífice la considera uno de los más «grandes maestros de la
espiritualidad»
CIUDAD DEL VATICANO, 19 oct. 97 - Eran las diez de una espléndida mañana
de octubre en la plaza de San Pedro. Juan Pablo II ante unos 70 mil
fieles, ante 16 cardenales y numerosos obispos, ante una delegación
oficial francesa y ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa
Sede, declaraba doctora de la Iglesia universal a Teresa del Niño Jesús
y de la Santa Faz, una muchacha normanda que murió a los 24 años de edad
y que nunca pisó un aula universitaria.
Con este título el pontífice reconoce que la doctrina propuesta por
Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz puede ser un punto de referencia
para todos los cristianos del mundo no sólo porque se adecua
perfectamente a la verdad, sino también porque ofrece nueva luz sobre
los misterios de la fe. En la homilía, Juan Pablo II explicó por qué una
joven santa carmelita, fallecida a los 24 años, que no estudio teología
sistemáticamente, compartirá a partir de hoy el prestigioso
reconocimiento reservado a hombres de la estatura intelectual de santo
Tomás de Aquino, san León Magno o san Juan de la Cruz. «Entre los
“doctores de la Iglesia" –aclaró el Papa–, Teresa del Niño Jesús es la
más joven, pero su ardiente itinerario espiritual muestra gran madurez y
las intuiciones de la fe expresadas en sus escritos son tan amplias y
profundas que le merecen figurar entre los grandes maestros de la
espiritualidad».
A continuación el obispo de Roma explicó la importancia del mensaje de
Teresa para la sociedad de que se propone cruzar el umbral del tercer
milenio: «En una cultura racionalista y demasiado a menudo invadida por
un materialismo práctico ella opone con una sencillez que desarma "la
pequeña vía" que conduce al secreto de toda existencia: el Amor divino
que envuelve y penetra toda la aventura humana».
«En un tiempo como el nuestro, caracterizado por la cultura de lo
efímero y del hedonismo, esta nueva Doctora de la Iglesia se muestra
dotada de una singular eficacia para esclarecer el espíritu y el corazón
de los que tienen sed de verdad y de amor». Santa Teresa de Lisieux,
penetrando en el espíritu del Evangelio y la pasión de la reformadora
del Carmelo, santa Teresa de Avila, profundizó la mística centrada en el
amor, que ella llamó la «pequeña vía de la infancia espiritual»,
experiencia íntima que recogió en su libro «Historia de un alma»,
traducido a 50 idiomas. Sus escritos aportan, entre otras cosas, la
experiencia espiritual de los dos últimos años de su vida, debatidos en
medio de la enfermedad que la llevó a la tumba, en la que no faltó la
prueba de la duda y de la crisis de fe.
Canonizada en 1925 por Pío XI, este mismo Papa la proclamó, junto con
san Francisco Javier, patrona universal de las misiones, pese a que
durante su vida religiosa jamás franqueó los muros de su convento de
Lisieux, aunque deseó ardientemente ser misionera. Juan Pablo II, que
anunció la declaración de santa Teresa de Lisieux como Doctora de la
Iglesia durante las Jornadas Mundiales de la Juventud del pasado mes de
agosto en París, propone también a Teresita como patrona de los jóvenes.
Ante miles de adolescentes de la Acción Católica italiana, el Santo
Padre explicó el 18 de octubre que Santa Teresa de Lisieux fue una
religiosa de clausura excepcional, pero que igualmente hubiera sido una
buena joven de Acción Católica.
TERESA DE LISIEUX, UN EJEMPLO PARA LOS JOVENES DE HOY
Juan Pablo II se adentra en el seductor legado místico de la nueva
doctora de la Iglesia.
CIUDAD DEL VATICANO, 20 oct. 97 (ZENIT).- Se podría decir que santa
Teresa de Lisieux está batiendo todos los récords: primero fue
proclamada patrona de las misiones (junto a san Francisco Javier), ayer
fue declarada Doctora de la Iglesia, y hoy el Papa habló de ella como
una especie de patrona de la juventud. De echo, no es casualidad que el
pontífice diera la noticia de su doctorado durante las Jornadas
Mundiales de la Juventud de París.
«Creo que los jóvenes pueden encontrar efectivamente en ella una
auténtica inspiradora para guiarles en la fe y en la vida eclesial, en
una época en la que el camino puede estar lleno de pruebas y dudas»,
explicó el Santo Padre al recibir en audiencia a los peregrinos que
habían venido a Roma para participar en la proclamación de la tercer
mujer como doctora de la Iglesia universal «Teresa experimentó
diferentes pruebas, pero recibió la fuerza para permanecer fiel y
confiada».
Karol Wojtyla sabe muy bien
que las rosas con que se suele simbolizar la vida y el testimonio de la
santa normanda están llenas de espinas. Teresa Martín experimentó eso
que los místicos llaman «la noche de la fe», es decir, las dudas, el
abandono total, la tentación de la desesperación. Por ello, explicó Juan
Pablo II ella ahora «sostiene a sus hermanos y hermanas en todos los
caminos del mundo».
Los tremendos sufrimientos y dudas de esta muchacha aparecen la edición
de las obras completas (1.600 páginas) de santa Teresa del Niño Jesús
que acaba de editar la Librería Editora Vaticana. En esta magna obra
editorial se recogen las tremendas palabras, pronunciadas el 30 de
septiembre de 1897, poco antes de morir, minada por la tisis: «No puedo
respirar, no puedo morir, no sabré nunca morir… sí, Dios mío, sí…».
Hablando en castellano, el Papa resumió lo esencial de la aportación
mística de Teresa. Lo hizo como si contara la trama de una película, con
frases breves y directas. De hecho, la mística ha sido siempre la pasión
de Juan Pablo II que hizo su tesis doctoral en teología sobre san Juan
de la Cruz. «Partiendo del amor que la une a Cristo, comienza a
identificarse con la Bien amada del Cantar de los Cantares: "llévame en
pos de ti" —explicó el Papa—. Después comprende que, con ella, el Señor
atrae la multitud de los hombres, puesto que su alma tiene un inmenso
amor por ellos. "Todas las almas a quienes ama son arrastradas a
seguirla". Con una maravillosa audacia y finura espiritual, Teresa se
apropia de las palabras de Jesús después de la Cena, para decir que
también ella entra a formar parte del gran movimiento por el que el
Señor atrae a todos los hombres y los conduce al Padre: "Vuestras
palabras, ¡oh Jesús!, son , por lo tanto, mías y puedo servirme de ellas
para atraer sobre las almas, que están unidas a mí, los favores del
Padre celeste"».
ORACIÓN DE STA. TERESITA
A LA VIRGEN MARÍA
"Para que una hija
pueda a su madre querer,
es necesario que ésta
sepa llorar con ella,
que con ella comparta
sus penas y dolores.
¡Oh dulce Reina mía!,
cuántas y amargas lágrimas
lloraste en el destierro para ganar mi corazón,
¡oh Reina!
Meditando tu vida
tal como describe el Evangelio,
yo me atrevo a mirarte
y hasta a acercarme a ti.
No me cuesta creer que soy tu hija,
cuando veo que mueres,
cuando veo que sufres como yo".
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