El corazón de Juan Pablo II - San José, participe en el designio
de salvación de Dios |
La
participación de San José en el designio de salvación de Dios
SS Juan Pablo II, 29 de Marzo de 1998
"O
felices virum, beatum Joseph, cui datum est Deum... non solum videre
et audire, sed portare, deosculari, vestire et custodire!"
Esta
oración, que tiempo atrás solían recitar los sacerdotes antes de
celebrar la Eucaristía, nos ayuda a profundizar en el contenido de
la Liturgia de la Solemnidad de hoy.
Hoy
contemplamos a José, esposo de la Virgen, protector del Verbo
Encarnado, hombre del trabajo cotidiano, fiduciario del gran
misterio de la salvación. Es propio este ultimo aspecto que las
lecturas bíblicas ponen en especial relieve, hace poco proclamadas,
las cuales nos hacen comprender como San José haya sido introducido
por Dios en el designio salvífico de la Encarnación. “Dios amó tanto
el mundo.... (Gn 3,16). Este es el don inconmensurable de la
salvación, esta es la obra de la redención. Como Maria, también José
creyó en la palabra del Señor y se hizo participe. Como Maria creyó
que este proyecto divino se hubiera realizado gracias a su
disponibilidad. Y así fue: el eterno Hijo de Dios se hizo hombre en
el vientre de la Virgen Madre.
Sobre
Jesús – recién nacido, después niño, adolescente, joven, hombre
maduro – el Eterno Padre pronuncia las palabras del anuncio
profético que hemos escuchado en la primera lectura: “Yo soy su
Padre y el es mi hijo” (Cfr. 2 Sam 7,14). A los ojos de los
habitantes de Belén, de Nazaret y de Jerusalén el padre de Jesús es
José. Y el carpintero de Nazaret sabe que, de alguna manera, es
propio así. Lo sabe, porque cree en la paternidad de Dios y esta
conciente de haber sido llamado en cierta medida a compartirla (cfr.
Ef 3.14-15). Y hoy la Iglesia, venerando a San José, alaba su fe y
su total docilidad a la voluntad divina.
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