FESTIVIDAD DE SAN
JOSÉ
Homilía -Monseñor Óscar A. Romero
QUEZALTEPEQUE
19 de diciembre de 1977
Queridos hermanos sacerdotes, queridos católicos de
Quezaltepeque y comunidades que han tenido ese gesto de comunión
viniendo a convivir esta fiesta patronal de la parroquia de
Quezaltepeque en honor de San José:
Que todos, católicos de Quezaltepeque, han tenido la feliz
ocurrencia de celebrar el día de San José en las cercanías de la
Navidad. Sabemos que en la Iglesia Universal se celebra el 19 de
marzo, pero aquí, Quezaltepeque, destacándolo del año, lo coloca
cerquita de la cuna del niño Jesús el día de su patrón San José.
Coincide esta idea con una idea grandiosa que tuvo el Papa Pío
IX, el siglo pasado, 1870, que escogió precisamente el mes de
diciembre, el 8 de diciembre para proclamar el patrocinio de San
José, quiere decir, poner bajo el cuidado de San José a la
Iglesia Universal. Estamos, pues, como celebrando ese
aniversario del patrocinio, de la protección de San José sobre
esta Iglesia fundada por Cristo y así recobra todo su bello
sentido la oración que se ha dicho aquí hace un momento: "¡Oh
Dios, que confiaste a San José los principios de la redención!".
Esta es la fiesta de hoy, acercarnos a los
principios de nuestra redención y en esos principios de la
redención cristiana encontramos los dos personajes protagonistas
de toda esa redención: Cristo y María.
LOS ORÍGENES DE LA IGLESIA
Esos dos personajes, los más grandes que han existido en la
tierra, son los orígenes de esa fuentecita que en Belén comenzó
a crecer como un río que ahora es un torrente por el mundo, la
Iglesia Universal, que lleva como objeto la salvación de los
hombres. San José fue puesto como el cuidador de esa fuente que
nacía. Justo era que en los tiempos modernos, cuando ya esa
fuente se había hecho río inmenso, Iglesia Universal, se
recordara también a los hombres de nuestro tiempo el papel
importante de San José dentro de esa Iglesia.
En los orígenes, esta Iglesia se denomina con
dos nombres: Cristo, María. Para los dos ellos, San José tiene
una relación única, como todos sabemos. Para María es su esposo.
Reflexionen aquí los que llevan esa dignidad de esposo lo que
significa en un hogar el esposo, el padre de familia. Eso es San
José no sólo para la Sagrada Familia, sino para esa familia que
va a crecer inmensamente, la familia de Dios.
LA PRIMERA CRISTIANA
María, su esposa, la acaba de llamar el Concilio Vaticano II
el principio y el modelo de la Iglesia. Miren qué bella
descripción de esa mujer bendita, el principio y el modelo,
quiere decir que la Iglesia, que va a trabajar a lo largo de los
siglos con todos los hombres que creen en Cristo, tiene que
parecerse a María. María es la primera cristiana, María es el
modelo de un evangelio que se hace vida, María es el ideal de la
Iglesia. Cómo quisiera la Iglesia en su trabajo con los pueblos
hacer que todos los hombres, y todas las mujeres sobre todo, se
parezcan a María, el modelo del alma que se deja redimir, el
modelo del alma que le dice a Dios en sus proyectos de
salvación: "he aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu
palabra". Por eso María es llevada también en cuerpo y alma a
los cielos para constituirse allá también el principio de
aquella Iglesia que nosotros vamos a ir a construir cuando nos
muramos y nos salvemos y cuando después del juicio final
resuciten también nuestros cuerpos y se encuentren allá con el
cuerpo de María, que ya está en el cielo como primera piedra de
aquel edificio glorioso con que va a construir Dios su templo
para toda la eternidad. María, pues, es el principio, el modelo
que la Iglesia tiene delante para copiar en el corazón de todos
sus cristianos, la imagen que Cristo redentor ha querido hacer
de todos sus redimidos.
REDIMIDA Y ESPOSA
María, se le llama por eso "prima redenta", la primera
redimida, el modelo de los redimidos, la redimida por
excelencia, la flor más hermosa de la redención, el lujo de
Cristo crucificado en la cruz. La sangre de Cristo no pudo
brotar de una roca más bella que María, su propia madre. Esa
mujer bendita que va a ser el principio y el modelo de todos los
hombres que quieran ser salvos. Se le entrega a José como una
esposa. Mediten aquí las que tienen esa dignidad en sus hogares,
esposas, madres, y así como lo sientan las esposas nobles en su
hogar, eso siente María; en el hogar de los hijos de Dios, eres
la consejera, la conciencia, el calor de amor, la ternura, todo
lo que vale una esposa, en su hogar, una madre en su hogar, eso
es María en la Iglesia, y esa es la esposa de San José.
JOSÉ, ESPOSO DE MARIA
Ahora comprendemos un poquito la dignidad de ese hombre, la
confianza que Dios debió de tener a ese hombre para confiarle
una mujer tan delicada, tan grandiosa, verdaderamente el lujo de
la humanidad. María, lo más noble de la humanidad, se le entrega
a José para que la cuide, para que la proteja. Y el otro gran
ejemplar que fue puesto bajo el patrocinio de San José es Cristo
Nuestro Señor. Ayer, en las lecturas del domingo, San Pablo nos
decía que ese Cristo en cuanto hijo de María, descendiente de
David, es un hijo de David como declaraba el evangelio. Pero no
acaba allí la dignidad de Cristo en cuanto ungido por aquella
concepción virginal, María concibe en sus entrañas un hombre que
al mismo tiempo es Dios. Por eso Cristo es el único hijo de
mujer que no tiene un padre en lo natural aquí en la tierra.
¿Cómo puede ser esto?, dice María cuando el ángel le anunció,
¿cómo voy a tener un hijo si no tengo relación con ningún
hombre?; y el ángel le declara: No, es que el fruto de tus
entrañas no es un hombre cualquiera, lo que va a nacer de ti es
lo santo, lo ungido por el Espíritu de Dios, será el fruto de un
milagro para aquel que no tiene imposibles. Aquel que hizo
posible que tu prima Isabel, anciana, estéril, pudiera ser capaz
de ser madre del precursor va a hacer que de ti, sin perder tu
virginidad, sin concurso de hombre, puedas tener un hijo
virginalmente, porque viene ungido por el milagro de Dios. Tu
hijo se llamará hijo del Altísimo, hijo de Dios, Cristo el
redentor, el que va a perdonar los pecados de todo el pueblo.
TU PADRE Y YO
Qué gloria la de María tener tal hijo, y ese hijo, sin ser
fruto natural de José, se llamará hijo de José. No hay elogio
más hermoso para San José que aquella queja de María cuando
encontró al niño Jesús en el templo: Hijo, ¿por qué has hecho
esto con nosotros, no ves que tu padre y yo te andábamos
buscando? José y María sabían que Cristo no era hijo de José en
la forma natural en que un hombre es padre de un hijo, José
sabía y respetaba aquel milagro virginal de Cristo, sin embargo,
María le dice a Cristo: tu padre y yo; qué honor el de San José,
lo que el Padre Eterno puede decir a Cristo, éste es mi hijo muy
amado, lo puede decir José: es mi hijo. Y el hijo que llamó
tantas veces en su oración: padre, al padre de los cielos, me
imagino yo tantas veces diciéndole a José papá, padre. Qué
hermoso esta relación entre José y Cristo pero resulta, queridos
hermanos, que así como María es el modelo de toda una Iglesia
que va viviendo durante toda la historia, Cristo todavía más, es
un hijo de José que se prolongará en su Iglesia.
LA IGLESIA, BAJO SU PROTECCIÓN
Y aquí es lo que yo quisiera que nos fijáramos
principalmente, queridos hijos de Quezaltepeque, yo quiero que
nos fijemos en este concepto, sobre todo, que José, siendo el
padre legal de Cristo, ve que ese Cristo se prolonga en su
Iglesia y siente que todos nosotros los cristianos somos también
hijos suyos, estamos bajo su protección, y con el mismo cariño
con que cuidaban a su niño Jesús en el taller de Nazaret nos
cuida también a nosotros, su Iglesia. Este misterio, hermanos,
es el que yo quisiera que se grabaran muy hondo en esta misa que
estamos celebrando en su honor. Como define el Concilio Vaticano
II a la Iglesia, dice así: "Cristo, el único mediador, instituyó
y sostiene una Iglesia como un conjunto jerárquico para
transmitir por medio de ese conjunto su verdad y su vida".
Voy a repetirles este concepto, que aquí está la esencia de mi
pobre mensaje: "Cristo, el único mediador, instituyó y sostiene
su Iglesia como un conjunto jerárquico para transmitir por medio
de ese conjunto su verdad y su vida". Aquí hay tres cosas: 1º)
la Iglesia es un conjunto jerárquico. 2º) la Iglesia transmite
la verdad de Cristo. 3º.) la Iglesia es el instrumento de Cristo
para transmitir su vida.
1º. LA IGLESIA ES UN CONJUNTO JERÁRQUICO
Es un conjunto jerárquico, quiere decir que la Iglesia es
una sociedad visible, que tiene sus pastores, a los cuales el
pueblo sigue y obedece. Al pueblo servimos nosotros, por eso
hemos querido darle a esta misa parroquial todo el sentido
jerárquico. He querido estar con ustedes en mi calidad de
Arzobispo de la Arquidiócesis, junto con mis queridos hermanos y
colaboradores: los sacerdotes. Estos somos los que representamos
la autoridad jerárquica, el centro de la unidad, el instrumento
que usa Cristo para transmitir su verdad y su vida. Todo aquel
que quiera vivir esta vida y esta verdad de Cristo tiene que
estar en comunión con este conjunto jerárquico. Cristo habla y
da su vida por su predicación que dan sus obispos y los
sacerdotes en comunión con el obispo.
EN UNIÓN CON EL OBISPO
Cuando un sacerdote se descoyunta de esta comunión con el
obispo ya no es su instrumento de la jerarquía y por tanto ya no
es un miembro vivo de esa vida que transmite la verdad y la vida
de Nuestro Señor Jesucristo. Mucho más grave todavía cuando no
solamente ha descoyuntado la unidad sino que, haciendo un
atentado contra la unidad de la Iglesia, él solo se ha
excomulgado como aquel que toca un alambre de alta tensión,
nadie lo ha quemado, el solo se quemó. Así resulta que todo
aquel que se desconecta y se excomulga ya no es conexión de este
cuerpo jerárquico. Hermanos, naturalmente que la verdad y la
gracia de Cristo se dará a toda persona de buena voluntad y así
resulta que, aún viviendo en el protestantismo o en una religión
falsa, se puede salvar uno cuando de buena voluntad vive en esa
religión falsa, pero cuando no hay buena voluntad, cuando
conscientemente se le está haciendo guerra al obispo y hay quien
acuerpa esa guerra, ya no puede haber allí buena voluntad, ya
ese grupo de hombres o mujeres que instrumentalizan un sacerdote
descoyuntado de la unidad jerárquica ya no están viviendo la
verdad y la vida que Cristo ha traído al mundo, sino que están
viviendo su propio capricho, su propia excomunión.
Vivamos hermanos esta unidad que la Iglesia trae no de sí, sino
de Cristo Nuestro Señor; sí, la Iglesia no está dando nada; sí,
la Iglesia es como un canal, como un alambre eléctrico; el canal
se conecta con la fuente y así trae agua, no es el caño el que
da agua, sino la fuente que usa este caño para traer el agua, no
es el alambre el que da corriente eléctrica, son los dinamos
generadores de donde el alambre trae la corriente para
convertirla en luz de nuestros ojos, en energía eléctrica de
nuestras cosas eléctricas. Así también la jerarquía del obispo
con sus sacerdotes deben estar conectados con la fuente, con los
dinamos que dan la vida y cuando ya se desconectan no es más que
un caño cortado de la fuente, no es más que un alambre cortado
del dinamo, alambre sin corriente, caño sin agua; esto es el
cisma, esto es separarse de este cuerpo jerárquico que Cristo
quiso para transmitir su verdad y su vida.
Esto es lo primero, hermanos, y por esto en esta fiesta de San
José lo que yo pido a mis queridos católicos es que agrupemos
más firmemente nuestro conjunto jerárquico, que estemos más
sólidamente unidos con nuestros párrocos así como los párrocos
lo están con su obispo. La semana pasada tuvimos una reunión del
clero y les quiero confesar, hermanos, mi satisfacción profunda
cuando escuché de todos mis queridos sacerdotes una palabra tan
profundamente solidaria, hasta llegar a decir: "Todo lo que es
con el Obispo es con nosotros". Yo les quiero agradecer a mis
queridos sacerdotes aquí presentes, y en ellos a todos los de la
Arquidiócesis, que esta comunión que expresaron el jueves de la
semana pasada ha servido para mí de un estímulo poderoso y puedo
decirles de nuevo que me siento muy unido a todos los sacerdotes
que están tan noblemente en comunión con su obispo, y así quiero
sentir también de las comunidades que voy visitando, que todas
ellas me van expresando su solidaridad, no por ser yo una
persona humana, en eso no soy más que un caño, un alambre, sino
porque este caño y este alambre está conectado y quiere estar
con Cristo y así con todos aquellos que están solidarios conmigo
transmitirles la verdad y la vida de nuestro Señor Jesucristo.
2º. LA IGLESIA TRANSMITE LA VERDAD
SOBRE CRISTO
Y así, hermanos, la segunda idea es que esta unidad
jerárquica no es para sí, sino para dar la verdad y para dar la
vida. La verdad en primer lugar, la verdad solamente existe en
comunión con el magisterio de la Iglesia, la verdad revelada por
Dios, y por eso manténganse siempre unidos en la verdad que la
Iglesia predica. Hoy, hermanos, es muy peligroso que nos tilden
que nos hemos hecho comunistas, que nos hemos hecho subversivos,
que nos hemos metido en política, y así se está desacreditando
la verdad de la Iglesia. Pobrecitos los que, como los fariseos,
oyen de Cristo la terrible maldición: "Hipócritas, que no
entráis vosotros en el Reino de los Cielos y estáis estorbando
que otros entren en el verdadero Reino de la Verdad".
Mucho cuidado, hermanos, no se dejen seducir, Dios ve que
ustedes tienen criterios, es decir, saben pensar; no se dejen
seducir por la mentira aún cuando esa mentira esté envuelta en
conveniencias políticas, en conveniencias económicas o sociales.
Cuántos hay que venden la verdad por un puesto miserable que se
les da por denunciar o por condenar por desprestigiar esta
Iglesia: periódicos, transmisiones de radio bien pagadas, para
que desprestigien la Iglesia, no les importa decir la Verdad,
les importa el dinero que ganan, las 30 monedas de Judas
traicionando la Verdad de su divino Maestro. Cuidado, hermanos,
no quisiera en Quezaltepeque ningún traidor de la Verdad sino
hombres y mujeres firmes en su Verdad, como los mártires, aunque
nos quiten la vida. Esta es la Verdad, Dios nos dará la vida
eterna a cambio de la vida que perdemos en la tierra. Dios nos
dará felicidad muy superior a la que nos pueden ofrecer los
poderosos de la tierra. No nos vendamos por nada, y esta verdad
es muy superior y hay que conservarla, es la fe que decía
Cristo, aquellos que dan su vida por esta verdad la encontraran,
en cambio los que se avergüencen de esta verdad la perderán.
No es una ventaja de mucho valor el de estar bien en esta tierra
cuando se traiciona a Cristo y a su Iglesia, es una ventaja que
se vende muy barata, porque se va a dejar con la vida, y es
terrible oír de los labios de Cristo: apartaos, malditos,
inicuos, no os conozco porque yo me avergonzaré de aquel que se
avergüenza de mí delante de los hombres.
3º. LA IGLESIA ES EL INSTRUMENTO DE CRISTO PARA TRANSMITIR SU
VIDA
Y finalmente, hermanos, la Iglesia que San José cuida,
conjunto jerárquico para transmitir la Verdad, transmitir
también la Vida. Qué bonito ver aquí delante de mí una niña de
Primera Comunión, va a recibir la Vida, ya recibió la
Confirmación, el Bautismo. Los sacramentos que administramos los
sacerdotes son la Vida de Dios que se da a las almas, les
alimenta a ustedes hermanos, y en este momento estamos viviendo
el sacramento de la Eucaristía, Cristo presente aquí entre
nosotros, gracias al ministerio de los sacerdotes; entonces esa
vida vivámosla intensamente, no la perdamos por el pecado.
Y mucho cuidado, también, que así como he dicho que el sacerdote
mantiene su potestad sacerdotal aunque cuando se haya apartado
de la Iglesia, no vamos a decir que son inválidos los
sacramentos que él administra, pero vamos a decir que aquel que
los recibe conscientemente de un sacerdote ilegítimo está en
pecado, comete ese pecado que se llama el sacrilegio, porque van
a recibirlo donde no lo deben recibir, sabiendo que no lo pueden
recibir de un excomulgado. Peca el que lo recibe a sabiendas, el
que no lo sabe, pues, naturalmente que le vale la absolución, el
perdón. Gracias porque el Señor es misericordioso y al sacerdote
le pedirá cuentas: ¿por qué estas administrando ilegítimamente
lo que no puedes administrar?. Él dará cuenta a Dios, pero Dios
es tan bueno que aquellos que reciben su ministerio, lo reciben
de verdad, con tal que sea ignorantemente. Pero en Quezaltepeque
no se puede hablar de ignorancia cuando es un hecho que toda la
república lo sabe.
LO QUE IMPORTA SON USTEDES
Hermanos, tenemos, pues, la Iglesia que fue confiada
a San José viva aquí. Y termino con este pensamiento del
Concilio: "La Iglesia es el cuerpo de Cristo, que es el medio
eficaz de la unidad del género humano". No importa que no estén
todos los hombres, dice el Concilio, puede ser una pequeña
comunidad, pero en esa pequeña comunidad está toda la fuerza de
la redención, toda la fuerza unificadora de la Iglesia.
Hermanos, no contemos la Iglesia por la cantidad de gente, ni
contemos la Iglesia por sus edificios materiales, la Iglesia ha
construido muchos templos, muchos seminarios, muchos edificios,
que luego se los han quitado, se los han robado y han hecho
bibliotecas y cuarteles y otras cosas, mercados también. No
importa, las paredes materiales aquí se quedarán en la historia,
lo que importa son ustedes, los hombres, los corazones, la
gracia de Dios, dándoles la Verdad y la Vida de Dios. No se
cuenten por muchedumbres, cuéntense por la sinceridad del
corazón con que siguen esta Verdad y esta Gracia de nuestro
Divino Redentor.
Queridos hermanos, yo auguro, pues, que en Quezaltepeque se
mantenga sólida esa comunión de los verdaderos católicos con su
verdadero párroco y quiero aprovechar para felicitar al querido
Padre Roberto, que ha sido fiel a mantener ese signo de unidad.
En torno de él quiero agradecer y felicitar a las Hermanas,
principalmente a las Hermanas de este Colegio por la solidaridad
con que han sabido defender la causa del cristianismo verdadero,
lo mismo a las Hermanas Belgas que han sufrido en estas
circunstancias pero que están firmes en el mantenimiento de
tlineesta unidad en nuestra Iglesia. Así también a las
comunidades, conscientes de su deber de bautizados, de aceptar
esta unidad jerárquica expresada aquí en Quezaltepeque por su
verdadero párroco, el Padre Roberto. Mantengámonos unidos a él y
él a su obispo, como el obispo al Papa, y el Papa a Cristo. Así
es la corriente eléctrica que va trayendo hasta Quezaltepeque
esa fuerza dinámica de la Gracia de Dios y esa luz iluminadora
de la verdad de nuestro Señor Jesucristo.
Bendito sea San José, que nos protege, y cuando Nuestro Señor le
confió la vida de la Virgen y de Cristo Nuestro Señor, sabía San
José, a lo largo de la historia, que su papel es importante,
cuidar esa unidad jerárquica, cuidar esa verdad que transmite la
Verdad jerárquica y cuidar esa comunión de la vida para que, así
como cuidó a María y al niño Jesús en Nazaret, la Iglesia se
siente protegida, querida, amparada, fuerte bajo ese patrocinio
del gran obrero, del hombre sencillo. La grandeza de un hombre
no se mide por su categoría social, sino por la nobleza de su
corazón, y San José fue eso ante todo, el hombre de la confianza
de Dios para confiarle los misterios nacientes de la redención
que ahora se han convertido en la Iglesia Universal. Como
miembros de una Iglesia Universal, como miembros de las
comunidades aquí presentes en la misa de Quezaltepeque, vamos a
ofrecer nuestra misa en honor de San José para gloria de Nuestro
Señor. Así sea.
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