San Camilo de Lelis
Decálogo de los
servidores de los enfermos.
(Aplicable a todos)
1-Honra la dignidad y sacralidad de mi
persona, imagen de Cristo, por encima de mi fragilidad y
limitaciones.
2-Sírveme con amor respetuoso y solícito:
con todo tu corazón, con toda tu inteligencia, con todas tus
fuerzas y con todo tu tiempo.
3-Cuídame como tú quisieras ser atendido, o
como lo harías con la persona más querida que tengas en el mundo.
4-Sé voz de los sin voz: hazte defensor de
mis derechos, para que sean reconocidos y respetados.
5-Evita toda negligencia que pueda poner en
peligro mi vida o prolongar mi enfermedad.
6-No frustres mi esperanza con tu afán e
impaciencia, con tu falta de delicadeza y competencia.
7-Soy un todo, un ser integral: sírveme
así. No me reduzcas a un número o a una historia clínica, y no te
limites a una relación puramente funcional.
8-Conserva limpios tu corazón y tu
profesión: no permitas que la ambición y la sed de dinero los
manchen.
9-Preocúpate
por mi pronta mejoría; no olvides que he venido al hospital para
salir recuperado lo antes posible.
10-Comparte mis angustias y sufrimientos:
aunque no puedas quitarme el dolor, acompáñame. Me hace falta tu
gesto humano y gratuito que me hace sentir alguien y no algo, o un
caso interesante.
Y... cuando
hayas hecho todo lo que tienes que hacer, cuando hayas sido todo
lo que debes ser..., no olvides darme las gracias.
(Deducido del
pensamiento y actuación de Camilo).
San Camilo
asiste a los enfermos
en la inundación del Tiber de 1598.
Pintura del 1745, por Pierre Subleyras |
San Camilo de Lelis (Lellis)
1550-1614. Fundador de los
Siervos de los enfermos.
Fiesta: 14 de julio
Patróno
de los enfermos,
profesionales de la salud y hospitales.
Ver Bucchianico (Abruzzo, Italia)>>>
Encontró a Jesucristo en los enfermos pobres, a
los que amaba y servía con todo su corazón. Su
congregación cuidaba de los enfermos y contribuyó en el saneamiento de
Roma y otras ciudades. Enseñaban como prevenir y cuidar las
enfermedades. Consideraron la función de la dieta en la salud y
enseñaron el sistema de organizar a los enfermos por pabellones. Todo
movido por amor a Cristo. San Camilo está enterrado en la Iglesia de
Sta. María Magdalena, Roma.
San
Camilo nació en 1350 en Bucchianico, cerca de
Chieti, región de
los Abruzos, Italia. Su madre era sexagenaria cuando tuvo a su
hijo.
Era alto
de estatura para la época, de 1.9mts. Se enroló en el ejército veneciano para
luchar contra los turcos pero pronto contrajo una enfermedad en la
pierna que le hizo sufrir toda su vida. En 1571 ingresó como paciente
y criado en el hospital de incurables de San Giacomo, en Roma. Nueve
meses después fue despedido a causa de su temperamento revoltoso y
volvió a ser soldado contra los turcos.
Mas tarde
reconoció que era un gran pecador. Uno de sus vicios era el juego de
azar que se nutre de la avaricia. En 1574 apostó en las calles de
Nápoles sus ahorros, sus armas, todo lo que poseía y perdió hasta la
camisa que llevaba puesta. Obligado a la miseria y recordando un voto
que había hecho mucho tiempo antes de ingresar en los franciscanos,
entró a trabajar en la construcción de un convento capuchino
(franciscanos) en Manfredonia. Las prédicas en el convento lo
llevaron a una profunda conversión. Camilo cayó de rodillas, pidió
perdón de sus pecados con muchas lágrimas y se encomendó a la
misericordia de Dios. La conversión tuvo lugar en 1575, a sus 25
años de edad. Desde entonces comenzó una nueva vida de completa
sumisión a Jesucristo y de penitencia. Ingresó a los capuchinos pero
la enfermedad de su pierna impidió su profesión. Entonces volvió al
hopital de San Giacomo donde se consagró al cuidado de los enfermos.
Al cabo de un tiempo llegó a ser superintendente del hospital,
sirviendo como con ejemplar caridad.
Los
hospitales de la época empleaban a personas sin dedicación hacia los
enfermos. Esto llevó a Camilo a fundar una asociación de personas
deseosas de consagrarse, por caridad, al cuidado de los enfermos.
Encontró seguidores pero también graves obstáculos por las envidias y
rumores que provocan las grandes obras de Dios. Después de consultar
con su confesor, San Felipe Neri,
decidió recibir las órdenes sagradas. Fermo Calvi, un caballero
romano, le asignó una renta el día de su ordenación. San Camilo
decidió entonces independizarse del hospital de San Giacomo y empezar
la tarea por su cuenta, contra la opinión de San Felipe Neri. Con dos
compañeros comenzó la nueva congregación, los Siervos de los Enfermos,
observando una regla común. Iban cada día al gran hospital del
Espíritu Santo para asistir a los enfermos. Lo hacían con tanto amor
como si curasen las heridas de Cristo. Los preparaban para recibir los
sacramentos y morir en las manos de Dios.
En 1585,
habiendo crecido la comunidad, prescribió a sus miembros un voto de
atender a los prisioneros, a los enfermos infecciosos y a los enfermos
graves de las casas particulares. Desde 1595 envió religiosos con las
tropas para servir de enfermeros. Tal fue el comienzo de los
enfermeros de guerra, antes que existiese la Cruz Roja fundada por
Enrique Dunant.
En 1588 un
barco con enfermos apestados no recibió permiso para entrar en
Nápoles. Los Siervos de los Enfermos fueron al barco a asistirlos y
murieron de la enfermedad, los primeros mártires de la nueva
congregación. San Camilo también asistió heroicamente a Roma durante
una peste que asoló a la ciudad. En 1591 San Gregorio XIV elevó la
congregación de San Camilo a la categoría de orden religiosa.
En la
actualidad los Siervos de los Enfermos cuentan con sacerdotes y
hermanos consagrados a cuidar a los enfermos.
San Camilo
sufrió mucho toda su vida. Padeció por 46 años por su pierna, que
además tuvo fracturada desde sus 36 años. Tenía también dos llagas muy
dolorosas en la planta del pie. Desde mucho antes de morir
padeció de nauseas y apenas podía comer. Sin embargo, en vez de buscar
el cuidado de sus hermanos, los enviaba a servir a otros enfermos.
San Camilo
introdujo la práctica de cerciorarse que los enfermos estuviesen
muertos antes de enterrarlos, que las oraciones continuasen al menos
un cuarto de hora después de la muerte aparente. Fundó 15 casas
religiosas y 8 hospitales. Tenía el don de profecía y milagros además
de muchas gracias extraordinarias.
En 1607,
San Camilo renunció a la dirección de su orden pero asistió al
capítulo de su orden en 1613. Murió el 14 de julio de 1614, a los 64
años de edad. Fue canonizado en 1746. El Papa León XIII le proclamó
patrono de los enfermos junto con San Juan de Dios, Pío XI lo nombró
patrono de los enfermos y de sus asociaciones.
-Datos
compilados de la Vida de los Santos, Butler, Vol III