Radio Vaticano.- Santo Padre, el 25 de abril usted manifestó
sentirse contento de poder ir a Colonia. ¿Puede explicarnos el
porqué de esta alegría?.Benedicto XVI.-
Si, por muchos motivos… Ante todo, he transcurrido años muy bonitos
en Renania, y me complace poder sentir nuevamente el carácter de
esta región, de esta ciudad abierta al mundo, y de todo lo
relacionado a ella. Además porque la Providencia ha querido que mi
primer viaje al exterior sea justamente a Alemania. Yo mismo no
habría podido jamás disponerlo de esta manera.
Pero si es justamente Dios a disponerlo así, con certeza, tenemos
el derecho de alegrarnos. Y también por el hecho de que este primer
viaje al extranjero es un encuentro con los jóvenes de todo el
mundo... Encontrar a los jóvenes es siempre bonito, porque quizá, a
pesar de tantos problemas, traen seguramente consigo tanta
esperanza, tanto entusiasmo, y tantas expectativas: en los jóvenes
se encuentra la dinámica del futuro. Además, de un encuentro con los
jóvenes se sale siempre con una fuerza nueva, más alegres, más
abiertos.
Estos son algunos de los motivos que luego, con el pasar del
tiempo han reforzado ulteriormente, y seguramente, no han hecho
disminuir mi alegría.
RV.- Santidad ¿Cuál es el mensaje específico que usted desea
llevar a los jóvenes que, desde todas partes de mundo llegan a
Colonia?. ¿Qué mensaje les quiere transmitir?.
BXVI.- Quisiera mostrarles lo bonito que es ser
cristianos, ya que existe la idea difundida de que los cristianos
deban observar un inmenso número de mandamientos, prohibiciones,
principios, etc, y que por lo tanto el cristianismo es, según esta
idea, algo que cansa y oprime la vida y que se es más libre sin
todos estos lastres. Quisiera en cambio resaltar que ser sostenidos
por un gran Amor y por una revelación no es una carga, sino que son
alas, y que es hermoso ser cristianos.
Esta experiencia nos da amplitud, pero sobre todo nos da
comunidad, el saber que, como cristianos, no estamos jamás solos: en
primer lugar encontramos a Dios, que esta siempre con nosotros; y
después nosotros, entre nosotros, formamos siempre una gran
comunidad, una comunidad en camino, que tiene un proyecto de futuro:
todo esto hace que vivamos una vida que vale la pena vivir. El gozo
de ser cristianos, que es también bello y justo creer.
RV.- Santo Padre, ser Papa significa ser ‘constructor de
puentes’ – ‘pontifex’. La Iglesia se basa en una sabiduría antigua,
y usted se encuentra hoy a punto de reunirse con la juventud que
seguramente está muy entusiasmada, pero que en lo que se refiere a
sabiduría tiene aún mucho camino que recorrer... ¿Cómo se puede
construir un puente entre esta antigua sabiduría – incluida también
aquella del Papa, que tiene una cierta edad – y la juventud? ¿Es
posible?
BXVI.- (Risas) Si, veremos cuánto me ayudará el
Señor en esta obra. De todos modos, la sabiduría no es algo con
sabor rancio – en alemán, se asocia a esta palabra connotaciones de
sabor - Entiendo por sabiduría la comprensión de aquello que es
importante, la mirada que recoge lo esencial. Es obvio que todavía
los jóvenes deben aprender a vivir la vida, quieren descubrirla por
si solos, no quieren encontrarse con “la mesa servida”…
Es aquí, que tal vez, se podría ver un poco la contradicción.
Contemporáneamente, la sabiduría ayuda a interpretar el mundo, que
es siempre nuevo porque, aún incluso en medio de nuevos contextos,
regresa siempre y de todos modos a lo esencial y a como lo esencial
pueda ser puesto en práctica.
En este sentido, creo que hablar, creer y vivir partiendo de algo
que ha sido donado a la humanidad y la ha iluminado, no es algo
“rancio”, sino mas bien adecuado justamente al dinamismo de la
juventud, que pide cosas grandes y totales. He aquí qué cosa es la
sabiduría de la fe: no el hecho de reconocer gran cantidad de
detalles –característica en cambio necesaria en una profesión- sino
reconocer, más allá de todos los detalles, lo esencial de la vida,
cómo ser persona, cómo construir el futuro.
RV.- Santidad, usted también ha dicho que “la Iglesia es
joven”, no es algo viejo. ¿En qué sentido?
BXVI.- Sí, para comenzar, lo es en sentido
estrictamente biológico, porque de ella forman parte tantos jóvenes;
pero es también joven porque su fe brota de la fuente de Dios, por
lo tanto de la fuente de la cual proviene todo aquello que es nuevo
y renovador…
No se trata de un alimento cocinado, calentado y recalentado, que
se nos vuelve a proponer desde hace dos mil años. Porque es el mismo
Dios el origen de la juventud y de la vida. Y si la fe es un don que
nos viene de Él – el agua fresca que nos viene donada siempre –
aquella que nos permite vivir y de la que después nosotros podemos
tomar como fuerza vivificadora por los caminos del mundo, quiere
decir entonces que la Iglesia tiene la fuerza de rejuvenecer.
Uno de los Padre de la Iglesia, observándola, había considerado
que, con el paso de los años, sorprendentemente la Iglesia no
envejecía sino que cada vez se volvía mas joven, porque siempre va
al encuentro del Señor, cada vez va más al encuentro de aquella
fuente de la cual brota la juventud, la novedad, el restauro, la
fuerza fresca de la vida.
RV.- Usted conoce la Iglesia alemana mejor que yo. Una de
las cuestiones fundamentales es el ecumenismo, la unidad de la
Iglesia entre la Iglesia católica y las Iglesias evangélicas.
¿Existe quizás la esperanza utópica de que la Jornada Mundial de la
Juventud pueda imprimir un cambio en la cuestión del ecumenismo?
¿Ocupa el ecumenismo algún papel en Colonia?
BXVI.- Sí, y existe en cuanto a que la tarea de
la unidad permeabiliza toda la entidad de la Iglesia y no es una
tarea cualquiera que quede al margen. Cuando la fe es vivida y
tratada de forma “central”, ella misma representa un impulso hacia
la unidad.
Obviamente, el diálogo ecuménico como tal no se encuentra dentro
del orden del día en los próximos eventos de Colonia, porque Colonia
es, en sustancia, un encuentro entre jóvenes católicos de todo el
mundo, y también entre aquellos jóvenes que no son católicos, pero
que quieren encontrar entre nosotros respuestas a sus preguntas.
Por lo tanto, imagino que esta dimensión del ecumenismo pueda
estar presente en los encuentros entre los jóvenes: los jóvenes no
sólo hablan con el Papa sino principalmente celebran encuentros
entre ellos.
Tendré una reunión con nuestros amigos de la Iglesia evangélica:
lamentablemente, no tendremos mucho tiempo porque la agenda del día
es muy apretada; pero será el tiempo suficiente para reflexionar
sobre cómo queremos ir adelante. Recuerdo muy bien y con gran gozo
la primera visita de Juan Pablo II a Alemania: en Maguncia, se
sentaban alrededor de la misma mesa, él y los representantes de las
Comunidades evangélicas, a razonar sobre cómo proceder.
Después de aquel encuentro fue instituida aquella Comisión de la
cual surgió después la Declaración de Augusta sobre la
Justificación. Creo que sea importante que todos nosotros tengamos
siempre presente la unidad, justamente en la centralidad de nuestro
ser cristianos y no sólo en ocasión de determinados encuentros; por
ello, cualquier cosa que podamos hacer a partir de nuestra fe,
tendrá un significado ecuménico.
RV.- Santidad, lamentablemente en nuestros
ricos países del Norte, se manifesta un alejamiento de la Iglesia y
de la fe en general, sobre todo por parte de los jóvenes. ¿Cómo se
puede contrarrestar esta tendencia? O mejor dicho, ¿Cómo se puede
dar una respuesta a la búsqueda del sentido de la vida por parte de
los jóvenes, para hacer que éstos digan: “¡la Iglesia es la
respuesta, nuestra respuesta!”?.
BXVI.- (Sonríe) Sí, todos estamos obviamente
tratando de presentar el Evangelio a los jóvenes de manera que éstos
comprendan y digan: “Este es el mensaje que esperábamos”. Es también
verdad que en nuestra moderna sociedad occidental existen muchas
falsas situaciones que nos alejan del cristianismo; la fe aparece
como algo muy lejano, por lo que también Dios aparece muy lejano ...
En cambio la vida aparece llena de posibilidades y de objetivos
... Y tendencialmente el deseo de los jóvenes es el de ser los
arquitectos de la propia vida, de vivirla al máximo de sus
posibilidades ... Pienso al Hijo Pródigo que consideraba su vida en
la casa paterna aburrida: “Quiero vivir la vida totalmente,
gozármela hasta el final”. Y luego se da cuenta que su vida está
vacía, y que en realidad era libre y grande cuando vivía en la casa
de su padre.
Creo que entre los jóvenes se está difundiendo la sensación de
que todas las diversiones que se les ofrecen, todo el mercado
construido sobre el tiempo libre, todo aquello que se hace, que se
puede hacer, que se puede comprar y vender, al final no puede ser el
todo ... Por algún lado tiene que estar lo mejor. Aquí encontramos
la gran pregunta: ¿Qué es por lo tanto lo esencial?.
No puede ser todo aquello que tenemos y que podemos comprar. He
aquí el llamado mercado de las religiones que de alguna manera
ofrece la religión como una mercancía y por lo tanto la degrada.
Pero se nos plantea una pregunta, por lo que es necesario reconocer
esta duda y no ignorarla, no considerar el cristianismo como algo de
concluido y experimentado suficientemente, sino contribuir para que
pueda ser reconocido como aquella posibilidad siempre fresca,
justamente porque se origina en Dios, que guarda y revela en sí
dimensiones siempre nuevas ...
En realidad, el Señor nos dice: “El Espíritu Santo los
introducirá en cosas que hoy no les puedo decir”. El cristianismo
está lleno de dimensiones aún no reveladas y se muestra siempre
fresco y nuevo. Si la pregunta se plantea desde los más profundo; en
un cierto sentido, la pregunta que existe se encuentra con la
respuesta que vivimos y que nosotros mismos, justamente, a través de
aquella pregunta, recibimos siempre de nuevo. Este debería ser el
acontecimiento en el encuentro entre el anuncio del Evangelio y el
ser jóvenes.
RV.- Tengo la sensación de que Europa está
renunciando a si misma, a sus valores, a aquellos valores fundados
sobre el cristianismo y también a los valores humanos, los cuales
cuentan siempre menos. Nosotros, europeos, vivimos con un cierto
cansancio, mientras por ejemplo chinos e indios muestran una gran
vitalidad. Hablamos de las raíces cristianas, en referencia también
al Tratado Constitucional de la Unión Europea. Europa se encuentra
en crisis. Ahora, un evento como la Jornada Mundial de la Juventud,
a la cual se espera la participación de casi un millón de personas,
¿cree Santidad que puede dar un impulso a la búsqueda de las
raíces cristianas, sobretodo por parte de los jóvenes, para que
puedan continuar a vivir de manera “humana”?.
BXVI.- Lo esperamos, porque justamente un encuentro
de este tipo entre personas que vienen de todos los continentes,
debería dar también un nuevo impulso al viejo continente que los
recibe; debería ayudarnos no sólo a mirar aquello que tiene de
negativo, de agotado, de dejado de lado en la historia europea – no
olvidemos que nos encontramos en una fase de autocompasión y de
auto-condena. Pero en toda historia ha existido algo de enfermo.
En la nuestra, que también ha desarrollado posibilidades técnicas
tan grandes, esto asume un significado aún más dramático. Debemos
también mirar a las cosas grandes que han surgido en Europa. De
forma diversa no sería posible hoy que todo el mundo experimente de
alguna manera la civilización que en Europa se ha desarrollado, si
esta civilización no tuviese raíces profundas. Hoy en día tenemos
sólo éstas para ofrecer.
En cambio asumiendo esta civilización, pero buscando otras
raíces, se cae al final en la contradicción ... Creo que esta
civilización, con todos sus peligros y sus esperanzas, pueda ser
dominada y conducida a su grandeza sólo si aprenderá a reconocer las
fuentes de su fuerza; si de nuevo lográramos ver esta grandeza, de
manera que restituya la orientación y la importancia a la
posibilidad de ser Hombre, tan amenazada; si lográramos de nuevo
gozar del hecho de vivir en este continente que ha determinado la
suerte del mundo – en el bien y en el mal...
Precisamente por esto tenemos el deber constante de redescubrir
la verdad, la pureza, la grandeza y de determinar el futuro, para
colocarnos por tanto en manera nueva y mejor al servicio de la
entera humanidad.
RV.- Una última pregunta: ¿Cuál es el objetivo ideal a
alcanzar con la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia?.
BXVI.- Seguramente que sobre la juventud sople
un viento de renovada fe, principalmente sobre la juventud de
Alemania y Europa. En Alemania existen grandes instituciones
cristianas, los cristianos llevan a cabo muchas obras de bien, pero
existe también mucho cansancio.
Estamos, de este modo, enfrascados en resolver cuestiones
estructurales, por lo que luego falta el entusiasmo y el gozo que
provienen de la fe. Si éste viento lograse hacer revivir en nosotros
el gozo de conocer a Cristo, y lograse imprimir una nueva vitalidad
a la Iglesia presente en Alemania y en toda Europa, pienso que
podremos decir que la Jornada Mundial de la Juventud ha logrado su
objetivo.
RV.- Santidad, le agradecemos esta entrevista, le
deseamos todo bien y la Bendición de Dios para estos, si bien
fatigosos, preciosos días que le esperan en Colonia.
¡Gracias!