ANGELUS
"desde Castelgandolfo: La eucaristia , fuente y
cumbre de la vida y de la mision de la iglesia"
S.S. Benedicto XVI
Septiembre 4, 2005
www.vatican.va
Queridos hermanos y hermanas:
El Año de la Eucaristía se acerca ya a su
conclusión. Se clausurará, el próximo mes de
octubre, con la celebración de la Asamblea ordinaria
del Sínodo de los obispos en el Vaticano, que tendrá
por tema: "La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida
y de la misión de la Iglesia". El amado Papa Juan
Pablo II convocó este Año especial dedicado al
Misterio eucarístico, para reavivar en el pueblo
cristiano la fe, el asombro y el amor a este gran
Sacramento, que constituye el verdadero tesoro de la
Iglesia.
¡Con cuánta devoción celebraba él la santa misa,
centro de todas sus jornadas! ¡Y cuánto tiempo
transcurría en oración silenciosa y adoración ante
el Sagrario! Durante los últimos meses, la
enfermedad lo configuró cada vez más con Cristo
sufriente. Conmueve pensar que en la hora de la
muerte unió la ofrenda de su vida a la de Cristo en
la misa que se celebraba junto a su cama. Su
existencia terrena terminó en la octava de Pascua,
precisamente en el centro de este Año eucarístico,
en el que se realizó el paso de su gran pontificado
al mío. Por tanto, desde el inicio de este servicio
que el Señor me ha pedido, reafirmo con alegría el
carácter central del Sacramento de la presencia real
de Cristo en la vida de la Iglesia y en la de todo
cristiano.
Con vistas a la Asamblea sinodal de octubre, los
obispos que participarán como miembros están
examinando el "Instrumento de trabajo" elaborado
para ella. Pero deseo que toda la comunidad eclesial
se sienta implicada en esta fase de preparación
inmediata, y participe con la oración y la
reflexión, valorando cualquier ocasión,
acontecimiento y encuentro.
También en la reciente Jornada mundial de la
juventud se hicieron muchísimas referencias al
misterio de la Eucaristía. Pienso, por ejemplo, en
la sugestiva Vigilia de la tarde del sábado 20 de
agosto, en Marienfeld, que tuvo su momento
culminante en la adoración eucarística: una elección
valiente, que hizo converger la mirada y el corazón
de los jóvenes en Jesús, presente en el santísimo
Sacramento. Además, recuerdo que durante aquellas
memorables jornadas, en algunas iglesias de Colonia,
Bonn y Düsseldorf se tuvo adoración continua, día y
noche, con la participación de muchos jóvenes, que
así pudieron descubrir juntos la belleza de la
oración contemplativa.
Confío en que, gracias al compromiso de pastores y
fieles, en todas las comunidades sea cada vez más
asidua y fervorosa la participación en la
Eucaristía. Hoy quisiera exhortar, de modo especial,
a santificar con alegría el "día del Señor", el
domingo, día sagrado para los cristianos. En este
marco, me complace recordar la figura de san
Gregorio Magno, cuya memoria litúrgica celebramos
ayer. Este gran Papa dio una contribución de alcance
histórico a la promoción de la liturgia en sus
diversos aspectos y, en particular, a la celebración
conveniente de la Eucaristía. Que su intercesión,
juntamente con la de María santísima, nos ayude a
vivir en plenitud cada domingo la alegría de la
Pascua y del encuentro con el Señor resucitado.
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Después del Ángelus
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua
española llegados a Castelgandolfo para la oración
mariana del Ángelus, así como a los que se unen a
ella a través de la radio y la televisión. Tened
siempre presente que la plenitud de la ley es el
amor. ¡Feliz domingo!
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