ANGELUS
"PLAZA DE SAN PEDRO: aniversario de inicio de pontificado de juan
pablo ii"
S.S. Benedicto XVI
Octubre 16, 2005
www.vatican.va
Queridos hermanos y hermanas:
Hace veintisiete años, exactamente un día como hoy,
el Señor llamó al cardenal Karol Wojtyla, arzobispo
de Cracovia, a suceder a Juan Pablo I, que murió
poco más de un mes después de su elección. Con Juan
Pablo II comenzó uno de los pontificados más largos
de la historia de la Iglesia, durante el cual un
Papa "venido de un país lejano" fue reconocido como
autoridad moral también por numerosos no cristianos
y no creyentes, como demostraron las conmovedoras
manifestaciones de afecto con ocasión de su
enfermedad y de profundo luto después de su muerte.
Ante su tumba, en la cripta vaticana, todavía
prosigue ininterrumpidamente la peregrinación de
numerosísimos fieles, y también este es un signo
elocuente de que el amado Juan Pablo II ha entrado
en el corazón de la gente, sobre todo por su
testimonio de amor y entrega en el sufrimiento.
En él pudimos admirar la fuerza de la fe y de la
oración, y una consagración total a María santísima,
que lo acompañó y lo protegió siempre, especialmente
en los momentos más difíciles y dramáticos de su
vida.
Podríamos definir a Juan Pablo II como un Papa
totalmente consagrado a Jesús por medio de María,
como podía verse con claridad en su escudo: "Totus
tuus". Fue elegido en el centro del mes del rosario,
y el rosario que tenía a menudo entre sus manos se
ha convertido en uno de los símbolos de su
pontificado, sobre el que la Virgen inmaculada veló
con solicitud materna.
A través de la radio y la televisión, los fieles de
todo el mundo pudieron unirse muchas veces a él en
esta oración mariana y, gracias a su ejemplo y sus
enseñanzas, pudieron redescubrir su sentido
auténtico, contemplativo y cristológico (cf.
Rosarium Virginis Mariae, 9-17).
En realidad, el rosario no se contrapone a la
meditación de la palabra de Dios y a la oración
litúrgica; más aún, constituye un complemento
natural e ideal, especialmente como preparación para
la celebración eucarística y como acción de gracias.
Al Cristo que encontramos en el Evangelio y en el
Sacramento lo contemplamos con María en los diversos
momentos de su vida gracias a los misterios gozosos,
luminosos, dolorosos y gloriosos. Así, en la escuela
de la Madre aprendemos a configurarnos con su divino
Hijo y a anunciarlo con nuestra vida. Si la
Eucaristía es para el cristiano el centro de la
jornada, el rosario contribuye de modo privilegiado
a dilatar la comunión con Cristo, y enseña a vivir
teniendo la mirada del corazón fija en él, para
irradiar su amor misericordioso sobre todos y sobre
todo.
Contemplativo y misionero: así fue el amado Papa
Juan Pablo II. Lo fue gracias a su íntima unión con
Dios, alimentada diariamente por la Eucaristía y por
largos tiempos de oración. A la hora del Ángelus,
tan querida por él, es grato y justo recordarlo en
este aniversario, renovando a Dios la acción de
gracias por haber donado a la Iglesia y al mundo un
sucesor tan digno del apóstol san Pedro. Que la
Virgen María nos ayude a aprovechar su valiosa
herencia.
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Después del Ángelus
Mañana se celebrará la Jornada mundial de rechazo de
la miseria. La miseria es un azote contra el que la
humanidad debe luchar sin cesar. Estamos llamados a
una solidaridad cada vez mayor, para que nadie quede
excluido de la sociedad. Mi oración se dirige a los
pobres que luchan con valentía para vivir con
dignidad, preocupándose por su familia y por las
necesidades de sus hermanos.
Saludo a todos los que se ponen al servicio de las
personas necesitadas, e invito a las autoridades
civiles y a los responsables a escuchar el grito de
los pobres y a intensificar sus acciones en la lucha
contra la miseria.
(En español)
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua
española que participan en esta oración mariana, de
modo particular a un grupo de miembros de la Armada
española, así como a los fieles de la parroquia
Santa María, de Mahón. Queridos hermanos: que la
participación frecuente en la Eucaristía os ayude a
vivir en la adoración, alabanza y acción de gracias
al Señor.
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