REGINA
CAELI
"Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales"
S.S. Benedicto XVI
Mayo 8, 2005
www.vatican.va
A las 10, antes del rezo del Regina Cæli, el Santo
Padre se asomó a la ventana de su estudio privado y
dirigió las siguientes palabras a los presentes en
la plaza de San Pedro:
¡Buenos días, queridos niños! ¡Bienvenidos a la
plaza de San Pedro!
Os deseo una buena fiesta del Maratón de primavera,
que se lleva a cabo también en otras ciudades de
Italia. Os deseo gran alegría, y me complace veros
aquí en la plaza. Bendigo y saludo a vuestros padres
y a vuestros amigos; y os deseo un buen desarrollo
de esta fiesta. Ahora os bendigo, y la bendición
vale para todos vosotros, para vuestros amigos y
para vuestras familias. Os bendiga Dios
todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
No queremos olvidar que hoy es también la fiesta de
la madre. Pensemos en todas las madres con toda
nuestra gratitud, y oremos particularmente por
ellas. Felicidades a todos vosotros y,
particularmente, a las madres.
¡Gracias, y feliz domingo a todos vosotros!
* * *
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, en muchos países, entre ellos Italia, se
celebra la solemnidad de la Ascensión del Señor al
cielo. En esta fiesta la comunidad cristiana está
invitada a dirigir la mirada a Aquel que, cuarenta
días después de su resurrección, ante el asombro de
los Apóstoles, "fue elevado en presencia de ellos, y
una nube lo ocultó a sus ojos" (Hch 1, 9). Por
tanto, estamos llamados a renovar nuestra fe en
Jesús, la única ancla verdadera de salvación para
todos los hombres. Al subir al cielo, volvió a abrir
el camino hacia nuestra patria definitiva, que es el
paraíso. Ahora, con la fuerza de su Espíritu, nos
sostiene en nuestra peregrinación diaria en la
tierra.
Este domingo se celebra la Jornada mundial de las
comunicaciones sociales sobre el tema: "Los medios
de comunicación al servicio de la comprensión entre
los pueblos". En la actual época de la imagen, los
medios de comunicación social constituyen
efectivamente un extraordinario recurso para
promover la solidaridad y el entendimiento de la
familia humana. Hemos tenido recientemente una
prueba extraordinaria de ello con ocasión de la
muerte y de las solemnes exequias de mi amado
predecesor Juan Pablo II. Sin embargo, todo depende
del modo como se usan. Estos importantes medios de
comunicación pueden favorecer el conocimiento
recíproco y el diálogo, o, al contrario, alimentar
los prejuicios y el desprecio entre las personas y
entre los pueblos; pueden contribuir a difundir la
paz o a fomentar la violencia. Por eso, es preciso
apelar siempre a la responsabilidad personal; es
necesario que todos desempeñen su papel para
asegurar en todas las formas de comunicación
objetividad, respeto de la dignidad humana y
atención al bien común. De este modo, se contribuye
a derribar las barreras de hostilidad que aún
dividen a la humanidad, y se pueden consolidar los
vínculos de amistad y amor que son signos del reino
de Dios en la historia.
Volvamos al misterio cristiano de la Ascensión.
Después de subir el Señor al cielo, los discípulos
se reunieron en oración en el Cenáculo, con la Madre
de Jesús (cf. Hch 1, 14), invocando juntos al
Espíritu Santo, que los revestiría de fuerza para
dar testimonio de Cristo resucitado (cf. Lc 24, 49;
Hch 1, 8). Toda comunidad cristiana, unida a la
Virgen santísima, revive en estos días esa singular
experiencia espiritual en preparación de la
solemnidad de Pentecostés. También nosotros nos
dirigimos ahora a María con el canto del Regina
caeli, implorando su protección sobre la Iglesia, y
especialmente sobre cuantos se dedican a la obra de
evangelización mediante los medios de comunicación
social.
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