ANGELUS
"DESDE CASTELGANDOLFO"
S.S. Benedicto XVI
Julio 31, 2005
www.vatican.va
Después de los días transcurridos en la montaña, en
el Valle de Aosta, me alegra estar hoy entre
vosotros, queridos habitantes de Castelgandolfo, que
acogéis siempre con tanto cariño al Papa. Os saludo
a todos con afecto, comenzando por el obispo de
Albano, el párroco y los demás sacerdotes de
Castelgandolfo. Saludo al alcalde, a los
administradores municipales y a las demás
autoridades presentes; extiendo mi afectuoso saludo
al director y al personal de las Villas pontificias,
así como a toda la población de esta amena y serena
localidad. Dirijo un saludo particularmente cordial
a los peregrinos que han venido de muchas partes a
visitarme. Como sabéis, es mi primera estancia
estival aquí, en Castelgandolfo: os agradezco la
acogida festiva que me reservasteis el jueves pasado
y que confirmáis hoy.
Se acerca la vigésima Jornada mundial de la
juventud, y ya estamos de viaje. Esta Jornada, como
sabemos, se celebrará en Colonia; y, si Dios quiere,
también yo participaré en ella -aunque ya no soy
joven, tengo el corazón joven- del jueves 18 al
domingo 21 de agosto. De todas las partes de Europa
y del mundo, en los próximos días, se pondrán en
camino hacia Alemania grupos de muchachos y
muchachas, a ejemplo de los santos Magos, como
sugiere el tema: "Hemos venido a adorarlo" (Mt 2,
2). Quisiera invitar a los jóvenes creyentes de todo
el mundo, también a los que no podrán participar en
tan extraordinario acontecimiento eclesial, a unirse
en una peregrinación espiritual común a las fuentes
de nuestra fe.
Según la feliz intuición del amado Papa Juan Pablo
II, la Jornada mundial de la juventud constituye un
encuentro privilegiado con Cristo, con la certeza de
que sólo él ofrece a los seres humanos plenitud de
vida, de alegría y de amor. Todo cristiano está
llamado a entrar en profunda comunión con el Señor
crucificado y resucitado, a adorarlo en la oración,
en la meditación y, sobre todo, en la participación
devota en la Eucaristía, al menos el domingo,
pequeña "Pascua semanal". De este modo, se llega a
ser verdaderos discípulos suyos, dispuestos a
anunciar y testimoniar en todo momento la belleza y
la fuerza renovadora del Evangelio.
Que la Virgen Madre del Redentor, cuya Asunción al
cielo recordaremos en el mes de agosto, vele sobre
cuantos se preparan para participar en la Jornada
mundial de la juventud. Ella, que siempre nos
precede en la peregrinación de la fe, guíe de manera
especial a los jóvenes en la búsqueda del verdadero
bien y de la auténtica alegría.
--------------------------------------------------------------------------------
Después del Ángelus
Como sabéis, en los días pasados el Ejército
republicano irlandés (IRA) de Irlanda del Norte
anunció que había ordenado formalmente el fin de la
lucha armada en favor del uso exclusivo de
negociaciones pacíficas. Es una buena noticia, que
contrasta con los dolorosos sucesos de los que
diariamente somos testigos en numerosas partes del
mundo y que con razón ha suscitado satisfacción y
esperanza en esa isla y en toda la comunidad
internacional. Por mi parte, me alegra
particularmente unirme a esos sentimientos. Además,
animo a todos, sin excepción, a seguir recorriendo
con valentía el camino trazado y a dar ulteriores
pasos que permitan reforzar la confianza mutua,
promover la reconciliación y consolidar las
negociaciones con vistas a una paz justa y duradera.
Lo hago con el mismo vigor con el que mi venerado
predecesor Juan Pablo II en Drogheda, en septiembre
de 1979, pidió que se alejaran de los senderos de la
violencia y volvieran a los caminos de la paz. A la
intercesión de María santísima, a san Patricio y a
todos los santos de Irlanda encomendamos ahora
nuestra oración común por esta intención.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua
española. Invito a todos a testimoniar el gozo de
celebrar el día del Señor, escuchando su palabra y
acudiendo a su mesa, la Eucaristía, alimento de vida
eterna. Gracias por vuestra presencia.
© Copyright 2005 - Libreria Editrice Vaticana