ANGELUS
"vispera
de navidad"
S.S. Benedicto XVI
Plaza de San Pedro
Diciembre 24, 2006
www.vatican.va
Queridos hermanos y hermanas:
La celebración de la santa Navidad ya es inminente.
La vigilia de hoy nos prepara para vivir
intensamente el misterio que esta noche la liturgia
nos invitará a contemplar con los ojos de la fe. En
el Niño divino recién nacido, acostado en el
pesebre, se manifiesta nuestra salvación. En el Dios
que se hace hombre por nosotros, todos nos sentimos
amados y acogidos, descubrimos que somos valiosos y
únicos a los ojos del Creador. El nacimiento de
Cristo nos ayuda a tomar conciencia del valor de la
vida humana, de la vida de todo ser humano, desde su
primer instante hasta su ocaso natural. A quien abre
el corazón a este "niño envuelto en pañales" y
acostado "en un pesebre" (cf. Lc 2, 12), él le
brinda la posibilidad de mirar de un modo nuevo las
realidades de cada día. Podrá gustar la fuerza de la
fascinación interior del amor de Dios, que logra
transformar en alegría incluso el dolor.
Preparémonos, queridos amigos, para encontrarnos con
Jesús, el Emmanuel, Dios con nosotros. Al nacer en
la pobreza de Belén, quiere hacerse compañero de
viaje de cada uno. En este mundo, desde que él mismo
quiso poner aquí su "tienda", nadie es extranjero.
Es verdad, todos estamos de paso, pero es
precisamente Jesús quien nos hace sentir como en
casa en esta tierra santificada por su presencia.
Pero nos pide que la convirtamos en una casa
acogedora para todos. Este es precisamente el don
sorprendente de la Navidad: Jesús ha venido por cada
uno de nosotros y en él nos ha hecho hermanos. De
ahí deriva el compromiso de superar cada vez más los
recelos y los prejuicios, derribar las barreras y
eliminar las contraposiciones que dividen o, peor
aún, enfrentan a las personas y a los pueblos, para
construir juntos un mundo de justicia y de paz.
Con estos sentimientos, queridos hermanos y
hermanas, vivamos las últimas horas que nos separan
de la Navidad, preparándonos espiritualmente para
acoger al Niño Jesús. En el corazón de la noche
vendrá por nosotros. Pero su deseo es también venir
a nosotros, es decir, a habitar en el corazón de
cada uno de nosotros. Para que esto sea posible, es
indispensable que estemos disponibles y nos
preparemos para recibirlo, dispuestos a dejarlo
entrar en nuestro interior, en nuestras familias, en
nuestras ciudades. Que su nacimiento no nos
encuentre ocupados en festejar la Navidad, olvidando
que el protagonista de la fiesta es precisamente él.
Que María nos ayude a mantener el recogimiento
interior indispensable para gustar la alegría
profunda que trae el nacimiento del Redentor. A ella
nos dirigimos ahora con nuestra oración, pensando de
modo especial en los que van a pasar la Navidad en
la tristeza y la soledad, en la enfermedad y el
sufrimiento. Que la Virgen dé a todos fortaleza y
consuelo.
* * *
Después del Ángelus
(En italiano)
Dirijo un saludo cordial al personal de
L'Osservatore Romano presente en la plaza de San
Pedro y expreso mi aprecio por la iniciativa de
destinar parte de lo recaudado de la venta
extraordinaria del diario en las fiestas navideñas
en favor de los niños internados en la sección de
pediatría del hospital policlínico Gemelli. Gracias
por esta generosidad.
(En español)
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española
aquí presentes y a cuantos participan en el rezo del
Ángelus a través de la radio y la televisión.
Alegrémonos por esta fiesta de Navidad que estamos a
punto de celebrar. Mañana contemplaréis la gloria
del Señor. ¡Feliz domingo!
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