ANGELUS
"DESDE CASTELGANDOLFO: Palabras de s.s. benedicto xvi en preparacion para
la xx jornada mundial de la juventud"
S.S. Benedicto XVI
Agosto 7, 2005
www.vatican.va
Queridos hermanos y hermanas:
Miles de jóvenes están a punto de partir, o ya están
de viaje, hacia Colonia para la XX Jornada mundial
de la juventud, que tiene como tema "Hemos venido a
adorarlo" (Mt 2, 2).
Se puede decir que toda la Iglesia se ha movilizado
espiritualmente para vivir este acontecimiento
extraordinario, contemplando a los Magos como
modelos singulares de buscadores de Cristo, para
arrodillarse ante él en adoración. Pero ¿qué
significa "adorar"? ¿Se trata, quizá, de una actitud
de otros tiempos, sin sentido para el hombre
contemporáneo? No; una oración muy conocida, que
muchos rezan por la mañana y por la noche, comienza
precisamente con estas palabras: "Te adoro, Dios
mío, te amo con todo mi corazón". Al amanecer y al
atardecer, el creyente renueva cada día su
"adoración", es decir, su reconocimiento de la
presencia de Dios, Creador y Señor del universo. Es
un reconocimiento lleno de gratitud, que brota desde
lo más hondo del corazón y abarca todo el ser,
porque el hombre sólo puede realizarse plenamente a
sí mismo adorando y amando a Dios por encima de
todas las cosas.
Los Magos adoraron al Niño de Belén, reconociendo en
él al Mesías prometido, al Hijo unigénito del Padre,
en quien, como afirma san Pablo, "reside
corporalmente toda la plenitud de la divinidad" (Col
2, 9). Una experiencia análoga, en cierto sentido,
es la de los discípulos Pedro, Santiago y Juan -lo
recuerda la fiesta de la Transfiguración, que
celebramos precisamente ayer- a los que Jesús en el
monte Tabor reveló su gloria divina, anunciando la
victoria definitiva sobre la muerte.
Además, en la Pascua Cristo crucificado y resucitado
manifestará plenamente su divinidad, ofreciendo a
todos los hombres el don de su amor redentor. Los
santos acogieron este don y llegaron a ser
verdaderos adoradores del Dios vivo, amándolo sin
reservas en cada momento de su vida. Con el próximo
encuentro de Colonia, la Iglesia quiere volver a
proponer a todos los jóvenes del tercer milenio esta
santidad, cumbre del amor.
¿Quién mejor que María puede acompañarnos en este
exigente itinerario de santidad? ¿Quién mejor que
ella puede enseñarnos a adorar a Cristo? Que ella
ayude especialmente a las nuevas generaciones a
reconocer en Cristo el verdadero rostro de Dios, a
adorarlo, amarlo y servirlo con entrega total.
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Después del Ángelus
Antes de saludar a los peregrinos presentes, deseo
expresar mi pésame a los parientes de las víctimas
del desastre aéreo ocurrido ayer en el sur de
Italia. Oro por las víctimas y por los heridos,
provenientes en su mayor parte de Bari y sus
alrededores. Participo en el luto de las familias y
de toda la comunidad eclesial y civil de esa ciudad,
que visité recientemente con ocasión del Congreso
eucarístico nacional. Cristo, muerto y resucitado,
infunda en todos consuelo y esperanza.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua
española que participáis en esta oración mariana.
Que este tiempo veraniego sea un período propicio
para orar y escuchar la palabra de Dios.
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