Queridos hermanos y
hermanas:
Se celebra hoy en Italia la Jornada por la
vida, que constituye una magnífica ocasión
para orar y reflexionar sobre los temas de
la defensa y la promoción de la vida humana,
especialmente cuando se encuentra en
condiciones difíciles. Están presentes en la
plaza de San Pedro numerosos fieles laicos
que trabajan en este campo, algunos
comprometidos en el Movimiento por la vida.
Los saludo cordialmente, de modo especial al
cardenal Camillo Ruini, que los acompaña, y
les renuevo la expresión de mi aprecio por
la labor que realizan para lograr que la
vida sea acogida siempre como don y
acompañada con amor.
A la vez que invito a meditar en el mensaje
de los obispos italianos, que tiene como
tema "Respetar la vida", pienso en el amado
Papa Juan Pablo II, que a estos problemas
dedicó una atención constante. En
particular, quisiera recordar la encíclica
Evangelium
vitae,
que publicó en 1995 y que representa una
auténtica piedra miliar en el magisterio de
la Iglesia sobre una cuestión tan actual y
decisiva. Insertando los aspectos morales en
un amplio marco espiritual y cultural, mi
venerado predecesor reafirmó muchas veces
que la vida humana es un valor primario, que
es preciso reconocer, y el Evangelio invita
a respetarla siempre. A la luz de mi
reciente carta encíclica sobre el amor
cristiano, quisiera subrayar también la
importancia del servicio de la caridad
para el apoyo y la promoción de la vida
humana. Al respecto, antes que las
iniciativas operativas, es fundamental
promover una correcta actitud con
respecto a los demás: en efecto, la
cultura de la vida se basa en la atención a
los demás, sin exclusiones o
discriminaciones. Toda vida humana,
en cuanto tal, merece y exige que se la
defienda y promueva siempre. Sabemos bien
que a menudo esta verdad corre el riesgo de
ser rechazada por el hedonismo difundido en
las llamadas "sociedades del bienestar": la
vida se exalta mientras es placentera, pero
se tiende a dejar de respetarla cuando está
enferma o disminuida. En cambio, partiendo
del amor profundo a toda persona, es posible
realizar formas eficaces de servicio a la
vida: tanto a la que nace como a la que
está marcada por la marginación o el
sufrimiento, especialmente en su fase
terminal.
La Virgen María acogió con amor perfecto al
Verbo de la vida, Jesucristo, que vino al
mundo para que los hombres "tengan vida en
abundancia" (Jn 10, 10). A ella le
encomendamos a las mujeres embarazadas, a
las familias, a los agentes sanitarios y a
los voluntarios comprometidos de muchos
modos al servicio de la vida. Oremos, en
particular, por las personas que se
encuentran en situaciones de mayor
dificultad.
Después del Ángelus
Comienza hoy en la diócesis de Roma la
"Semana por la vida y la familia", que
culminará el domingo próximo con un momento
de fiesta dedicado a las familias en el
santuario de la Virgen del Amor Divino. Para
esta iniciativa, que expresa el compromiso
prioritario de la diócesis en la pastoral
familiar, aseguro mi recuerdo en la oración.
(En castellano)
Saludo con afecto a los peregrinos de
lengua española, de modo especial a los
padres de alumnos del colegio Calasancio de
Alicante y a las comunidades parroquiales:
San Pío X, de Algemesí; Santos Juanes, de
Cullera; y Nuestra Señora del Lluch, de
Alcira. Queridos hermanos: que la
intercesión de la Virgen María os ayude a
dar siempre un testimonio valiente de
vuestra fe en medio de la sociedad en que
vivís. ¡Feliz domingo!
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