Queridos hermanos y hermanas:
Ayer, 11 de febrero, memoria litúrgica de la
bienaventurada Virgen de Lourdes, celebramos
la Jornada mundial del enfermo, cuyas
manifestaciones más importantes se han
celebrado este año en Adelaida (Australia),
incluido un congreso internacional sobre el
tema siempre urgente de la salud mental. La
enfermedad es un rasgo típico de la
condición humana, hasta el punto de que
puede convertirse en una metáfora realista
de ella, como expresa bien san Agustín en
una oración suya: "¡Señor, ten compasión de
mí! ¡Ay de mí! Mira aquí mis llagas; no las
escondo; tú eres médico, yo enfermo; tú eres
misericordioso, yo miserable" (Confesiones,
X, 39).
Cristo es el verdadero "médico" de la
humanidad, a quien el Padre celestial envió
al mundo para curar al hombre, marcado en el
cuerpo y en el espíritu por el pecado y por
sus consecuencias. Precisamente en estos
domingos, el evangelio de san Marcos nos
presenta a Jesús que, al inicio de su
ministerio público, se dedica completamente
a la predicación y a la curación de los
enfermos en las aldeas de Galilea. Los
innumerables signos prodigiosos que realiza
en los enfermos confirman la "buena nueva"
del reino de Dios.
Hoy el pasaje evangélico narra la curación
de un leproso y expresa con fuerza la
intensidad de la relación entre Dios y el
hombre, resumida en un estupendo diálogo:
"Si quieres, puedes limpiarme", dice el
leproso. "Quiero: queda limpio", le
responde Jesús, tocándolo con la mano y
curándolo de la lepra (Mc 1, 40-42).
Vemos aquí, en cierto modo, concentrada toda
la historia de la salvación: ese gesto de
Jesús, que extiende la mano y toca el cuerpo
llagado de la persona que lo invoca,
manifiesta perfectamente la voluntad de Dios
de sanar a su criatura caída, devolviéndole
la vida "en abundancia" (Jn 10, 10),
la vida eterna, plena, feliz.
Cristo es "la mano" de Dios tendida a la
humanidad, para que pueda salir de las
arenas movedizas de la enfermedad y de la
muerte, apoyándose en la roca firme del amor
divino (cf. Sal 39, 2-3).
Hoy quisiera encomendar a María, Salus
infirmorum, a todos los enfermos,
especialmente a los que, en todas las partes
del mundo, además de la falta de salud,
sufren también la soledad, la miseria y la
marginación. Asimismo, dirijo un saludo en
particular a quienes en los hospitales y en
los demás centros de asistencia atienden a
los enfermos y trabajan por su curación. Que
la Virgen santísima ayude a cada uno a
encontrar alivio en el cuerpo y en el
espíritu gracias a una adecuada asistencia
sanitaria y a la caridad fraterna, que se
traduce en atención concreta y solidaria.
Después del Ángelus
Hace dos días se inauguró en Turín la XX
edición de los Juegos olímpicos de invierno.
Dirijo mi cordial saludo a los
organizadores, a los responsables del Comité
olímpico internacional y a todos los
atletas, que han llegado de todas las partes
del mundo. Deseo que esta hermosa
competición deportiva se desarrolle de
acuerdo con los valores olímpicos de
lealtad, alegría y fraternidad, dando así
una contribución a la paz entre los pueblos.
* * * *
Exactamente hoy, 12 de febrero, se conmemora
el 75° aniversario de la inauguración de
Radio Vaticano y del primer radiomensaje al
mundo del Papa Pío XI, que había encargado
al científico Guillermo Marconi la
construcción de la emisora radiofónica del
Vaticano. Con el instrumento de la radio, y
después con la televisión, el mensaje del
Evangelio y las palabras de los Papas han
podido llegar más rápida y fácilmente a
todas las naciones.
* * * *
(Saludos particulares)
Saludo a los peregrinos de lengua
francesa. Como nos dice san Pablo en la
lectura de hoy, todo lo que hagáis hacedlo
para gloria de Dios, conscientes de que para
vuestros hermanos vuestros actos son
testimonios de la verdad del Evangelio y de
la libertad que nos da Cristo. Con mi
afectuosa bendición.
Me alegra saludar a todos los peregrinos de
lengua inglesa presentes hoy en el Ángelus.
Ayer la Iglesia celebró, en Adelaida
(Australia), la XIV Jornada mundial del
enfermo. Sigamos rezando por todos los
enfermos, pidiendo al Señor Jesús que les dé
fuerza, valor y gracia. Para todos vosotros
invoco las abundantes bendiciones de Dios y
os deseo un feliz domingo.
Saludo cordialmente a los peregrinos de
lengua alemana. El evangelio de este domingo
habla de un leproso que pide humildemente a
Jesús que lo cure. Elevemos también nosotros
con confianza a Dios nuestras plegarias por
intercesión de María. Jesús, el Hijo de
Dios, nos cura también a nosotros. A todos
deseo un feliz domingo.
Saludo cordialmente a los peregrinos de
lengua española que participan en esta
oración mariana. Ayer, fiesta de la Virgen
de Lourdes, se celebró la Jornada mundial
del enfermo. Os invito a dirigir vuestra
mirada a Cristo, que pasó haciendo el bien y
curando toda forma de dolencia, para que en
los momentos de sufrimiento sintamos siempre
la ayuda de su gracia y el consuelo de su
amor. ¡Feliz domingo!
Saludo a todos los peregrinos de lengua
polaca. Ayer celebramos la Jornada mundial
del enfermo. Encomiendo a María, a la que
invocamos como Salud de los enfermos, a los
que llevan el peso del sufrimiento. Que el
amor solícito aumente las fuerzas de los que
asisten a los enfermos. Os bendigo de
corazón.
Por último, saludo cordialmente a todos los
italianos reunidos aquí, en la plaza.
Gracias por vuestra presencia y por vuestra
oración. A todos os deseo un feliz domingo y
una feliz semana. |