COMUNION:
EN LA BOCA O EN
LA MANO
Padre Jordi Rivero, 26-XII-02
En la actualidad, la forma tradicional de recibir
la comunión en la boca sigue siendo vigente en todo el mundo. Además, La Sede
Apostólica ha permitido que los obispos decidan si en sus diócesis se
permite la opción de recibir la comunión en la mano. En otras palabras, la recepción
en la boca es aceptada universalmente mientras que la comunión en la
mano depende del beneplácito del obispo local. En los Estados
Unidos, Italia y muchísimos otros países se permite la recepción de la
Eucaristía en la mano.
Cada cual puede tener su
opinión sobre la forma que mas le ayuda a recibir al Señor con la
reverencia que se merece. La obediencia a la Iglesia requiere que
respetemos estas opciones y recordemos que la Eucaristía es vínculo de
caridad.
Tanto si recibimos en la
boca como en la mano debemos ajustarnos a lo que es permitido y recibir
con la mayor reverencia al Señor.
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Prot. n.
720/85
NOTIFICACIÓN
ACERCA DE LA COMUNIÓN EN LA MANO
3-IV-1985
La Santa Sede, a partir de 1969, aunque manteniendo en vigor para toda
la Iglesia la manera tradicional de distribuir la Comunión, acuerda a
las Conferencias Episcopales que lo pidan y con determinadas
condiciones, la facultad de distribuir la Comunión dejando la Hostia en
la mano de los fieles.
Esta facultad está regulada por las Instrucciones Mernoriale Domini e
immensae caritatis (29 de mayo de 1968: AAS 61, 1969, 541-546; 29 de
enero de 1973: AAS 65, 1973, 264-271), así como por el Ritual De sacra
Communione publicado el 21 de junio de 1973, n. 21. De todos modos
parece útil llamar la atención sobre los siguientes puntos:
1. La Comunión en la mano debe manifestar, tanto como la Comunión
recibida en la boca, el respeto a la presencia real de Cristo en la
Eucaristía. Por esto se insistirá, tal como lo hacían los Padres de la
Iglesia, acerca de la nobleza que debe tener en sí el gesto del
comulgante. Así ocurría con los recién bautizados del siglo IV, que
recibían la consigna de tender las dos manos haciendo "de la mano
izquierda un trono para la mano derecha, puesto que ésta debe recibir al
Rey" (6ª catequesis mistagógica de Jerusalén, n. 21: PG 33, col. 1125, o
también Sources chréet., 126, p. 171; S. Juan Crisóstomo, Homilia 47: PG
63, col. 898, etc.).*
2. De acuerdo igualmente con las enseñanzas de los Padres, se insistirá
en el Amén que pronuncia el fiel, como respuesta a la fórmula del
ministro: "El Cuerpo de Cristo"; este Amén debe ser la afirmación de la
fe: "Cum ergo petieris, dicit tibi sacerdos ‘Corpus Christi’ et tu dicis
‘Amen’, hoc est ‘verum’; quod confitetur lingua, teneat affectus" (S.
Ambrosio, De Sacramentis, 4, 25: SC 25 bis, p. 116).
3. El fiel que ha recibido la Eucaristía en su mano, la llevará a la
boca, antes de regresar a su lugar, retirándose lo suficiente para dejar
pasar a quien le sigue, permaneciendo siempre de cara al altar.
4. Es tradición y norma de la Iglesia que el fiel cristiano recibe la
Eucaristía, que es comunión en el Cuerpo de Cristo y en la Iglesia; por
esta razón no se ha de tomar el pan consagrado directamente de la patena
o de un cesto, como se haría con el pan ordinario o con pan simplemente
bendito, sino que se extienden las manos para recibirlo del ministro de
la comunión.
5. Se recomendará a todos, y en particular a los niños, la limpieza de
las manos, como signo de respeto hacia la Eucaristía.
6. Conviene ofrecer a los fieles una catequesis del rito, insistiendo
sobre los sentimientos de adoración y la actividad de respeto que merece
el sacramento (cf. Dominicae cenae, n. 11). Se recomendará vigilar para
que posibles fragmentos del pan consagrado no se pierdan (cf. 5. Congre.
para la Doctrina de la Fe, 2 de mayo de 1972: Prot. n. 89/71, en
Notitiae 1972, p. 227).
7. No se obligará jamás a los fieles a adoptar la práctica de la
comunión en la mano, dejando a cada persona la necesaria libertad para
recibir la comunión o en la mano o en la boca.
Estas normas, así como las que se dan en los documentos de la Sede
Apostólica citados más arriba, tienen como finalidad recordar el deber
de respeto hacia la Eucaristía, independientemente de la forma de
recibir la comunión.
Los pastores de almas han de insistir no solamente sobre las
disposiciones necesaria libertad para recibir la comunión o en la mano o
en la boca.
Estas normas, así como las que se dan en los documentos de la Sede
Apostólica citados más arriba, tienen como finalidad recordar el deber
de respeto hacia la Eucaristía, independientemente de la forma de
recibir la comunión.
Los pastores de almas han de insistir no solamente sobre las
disposiciones necesarias para una recepción fructuosa de la Comunión
—que, en algunos casos exige el recurso al sacramento de la Penitencia—,
sino también sobre la actitud exterior de respeto, que, bien
considerado, ha de expresar la fe del cristiano en la Eucaristía.
Dado en la Congregación para el Culto Divino, el 3 de abril de 1985.
(† Agustin Mayer, o.s.b.)
Arzob. tit. de Satriano
Pro-Prefecto
(† Virgilio Noè)
Arzob. tit. de Voncaria
Secretario