Culto a la
Eucaristía
Ver también: Exposición
del Santísimo |
Eucaristía
|
Fiesta
de Corpus Christi
"Propagad
la devoción a Jesús Sacramentado y veréis lo que son los milagros"
-San Juan Bosco
Quién reconoce que Jesucristo es Dios, fuente de todo bien, debe adorarlo (Ver: Adoración). Jesucristo está verdaderamente y en
su totalidad presente en el Santísimo Sacramento. Se deduce que el creyente debe
adorar a Cristo en la Eucaristía. La forma varía según la cultura y los
ritos.
La legislación postconciliar para el Rito Latino determina que al
Santísimo Sacramento, ya sea en el tabernáculo o expuesto en el altar, se le debe de
venerar haciendo una genuflexión con una rodilla.
Su Presencia permanece en las especies
sacramentales hasta que se pierda la apariencia de pan. Se deduce que
a Cristo Eucarístico se le debe adoración y ésta se extiende a las
Sagradas Hostias reservadas en el tabernáculo después de la Santa
Misa. Estas últimas son co-objeto de adoración, pues están unidas
con Cristo en unidad de sacramento.
Conforme a la costumbre recibida en la
Iglesia Católica, todos los fieles de Cristo deben tributarle el
culto de latría que se debe al verdadero Dios (Can. 6). El Sacramento
fue instituido por Cristo Señor para ser recibido (Mt. 26,26); Los
Magos, "postrándose le adoraron" (Mt. 2,11); la Escritura
atestigua (Mt. 28,17) que le adoraron los Apóstoles en Galilea. San
Pablo escribe: "Y adórenle todos los ángeles de Dios" (Hebr.
1,6)
La Santa Misa
La Santa misa es el Sacrificio del
Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo, que se ofrece sobre los altares
bajo las especies de pan y vino en memoria del sacrificio de la Cruz.
Es sustancialmente el mismo sacrificio. El mismo Jesucristo que se
ofreció en la Cruz es el que se ofrece por mano de los sacerdotes,
sus ministros, sobre nuestros altares; mas, en cuanto al modo en que
se ofrece, el sacrificio de la Misa difiere porque en la Cruz
Jesucristo se ofreció derramando su sangre y mereciendo la Salvación
por nosotros, mientras que en nuestros altares se sacrifica Él mismo
sin derramamiento de sangre y nos aplica los frutos de su Pasión y
Muerte.
Los principales efectos que produce
la Santísima Eucaristía en quien dignamente la recibe son:
- Conserva y aumenta la vida del alma,
que es la gracia, como el alimento material mantiene y aumenta la vida
del cuerpo;
- Perdona los pecados veniales y
preserva de los mortales.
- Trae consigo espiritual consolación.
- Debilita nuestras pasiones, y en
especial, amortigua las llamas de la concupiscencia.
- Acrecienta el fervor de la caridad
con Dios y con el prójimo y nos ayuda a obrar conforme a los deseos
de Jesucristo.
- Nos da una prenda de la futura gloria
y de la resurrección de nuestro cuerpo.
Mas información:
El Catecismo de la Iglesia Católica;
IV Concilio de Letrán, (Honorio III 1216-1227; Concilio de Trento
(Julio III, 1550-1555); Código de Derecho Canónico 1983; Dominicae
Cenae (Febrero 24, 1980); Euchariticum Mysterium (Mayo 25, 1967);
Eucharistiae Sacramentum (Junio 21, 1973; Lumen Gentium. Concilio
Vaticano II; Cartas del Papa Juan Pablo II.