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CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN 
EN EL GRAN JUBILEO DEL AÑO 2000
Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

“La alegría jubilar no sería completa si la mirada no se dirigiese a Aquélla que, obedeciendo totalmente al Padre, engendró para nosotros en la carne al Hijo de Dios. Que Ella interceda con especial intensidad en favor del pueblo cristiano durante los próximos meses, para que obtenga la abundancia de gracia y misericordia que se derramarán en este año jubilar”. (SS Juan Pablo II, Bula convocatoria para el Gran Jubileo: “Incarnationis Mysterium”.)
 


Oh Inmaculado Corazón de María, que desde el anuncio de la Encarnación del Verbo, con tu perfecta docilidad acogiste la Palabra revelada y asentiste a la voluntad del Padre con tu generoso fíat, te pedimos que toda la Iglesia y cada uno de nosotros, cedamos con docilidad a la acción poderosa del Espíritu que desea actualizar, durante este Gran Jubileo del Año 2000, las gracias de salvación que fluyen del misterio de la Encarnación.

Ante las palabras del ángel mensajero que te anunció la venida del Salvador, tú Virgen Bendita, abriste las puertas de tu Corazón, de par en par, para recibir al Redentor. En tu Corazón puro e inmaculado, el Verbo Encarnado, encontró el camino abierto y preparado para llegar al mundo. En tu Corazón, Madre, no habían sendas que enderezar, ni barrancos que rellenar, ni colinas que rebajar, ni asperezas que allanar (Luc 3: 36) . En tu Corazón, la Segunda Persona de la Trinidad, encontró el camino más fácil, más seguro, más rápido y más corto de llegar a la humanidad. En tu Corazón, la humanidad encuentra el camino más fácil, más rápido, más corto y más seguro de llegar a Cristo.

Es por esto, Madre, que hoy deseamos consagrarnos a tu Inmaculado Corazón, para que como Tú, también nosotros, en este Año Santo que conmemoramos la Encarnación, abramos de par en par las puertas de nuestros corazones a Cristo Redentor:

Enséñanos a preparar el camino, con la oración y la penitencia, y así estar preparados a recibir su acción salvífica durante este Año de gracia y misericordia.

Guíanos por la verdadera senda que nos conduce hasta el portal de Belén, para allí postrarnos en adoración ante el único Salvador del Mundo, que mora entre nosotros en la Sagrada Eucaristía.

Muéstranos a Cristo, Dios hecho hombre. En tus brazos maternales los pastores y reyes pudieron contemplarlo, que también nosotros podamos, en este Año Jubilar, penetrar el misterio de la Encarnación con la misma reverencia y gratitud con que ellos lo hicieron.

Ayúdanos a ser generosos y a vivir el momento histórico con plena responsabilidad, conscientes de que de nuestra obediencia a la voluntad de Dios, depende que la gracia de este Jubileo no sea desperdiciada, sino que más bien promueva la nueva primavera de la Iglesia.

Oh Inmaculado Corazón, unido perfectamente al de Cristo, en virtud de esta consagración te pedimos que nos lleves al Corazón de Cristo quien es la real Puerta Santa por donde fluye hacia la humanidad el amor y el perdón de Dios. Qué de tu mano, Madre, traspasemos el umbral del Tercer Milenio con la decisión de ser partícipes de la historia de este nuevo milenio, construyendo con nuestras vidas la civilización del amor, de la paz, de la verdad, de la reconciliación y de la justicia.

Oh Madre, a tu Inmaculado Corazón confiamos nuestras vidas, nuestras familias, nuestras comunidades y nuestro peregrinar en este Año Jubilar, para que por tu intercesión y mediación maternal, obtengamos la plenitud de la gracia, de la conversión y de la misericordia. Qué al contemplar el gran misterio de amor de la Encarnación, nuestros corazones, a imitación del tuyo, se abran de par en par, al Redentor.



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