Aborto, licencia para matar
Genocidio de afroamericanos. Detrás de Planned Parenthood.
26 febrero 2005 (ZENIT.org).
Se suponía, según quienes lo defendían, que al legalizar al aborto se
mejoraría la situación de muchas mujeres. Los últimos datos revelan, sin
embargo, las tendencias cada vez más preocupantes a las que está
llevando la utilización del aborto.
Una de esas tendencias es el número desproporcionado de abortos entre
las mujeres de color en Estados Unidos. Un ejemplo es la información
puesta hace poco en la página web
www.BlackGenocide.org de la rama noreste de Life Education And
Resource Network (LEARN).
Esta organización, dirigida por el pastor baptista Clenard Howard
Childress Jr., ponía de relieve este problema coincidiendo con los
eventos que marcan el «Mes de la Historia Negra». Según un cómputo de la
página web, entre 1882 y 1968, 2.446 negros fueron linchados en Estados
Unidos. Esta cifra se supera ahora en menos de tres días gracias al
aborto.
Cada día no menos de 1.452 niños negros mueren víctimas del aborto y, en
total, 3 de cada 5 mujeres afroamericanas embarazadas abortarán su hijo.
Desde que en 1973 se legalizara el aborto en Estados Unidos, más de 13
millones de niños negros han muerto. De hecho, las mujeres negras suman
cerca del 36% de los abortos, aunque sólo constituyen el 26% de la
población femenina (entre los 15 y 44 años de edad), afirma la
organización.
LEARN también sostiene que el mayor proveedor de abortos en Estados
Unidos, Planned Parenthood, ha situado el 78% de sus clínicas en zonas
pobladas por comunidades minoritarias. La organización observa que la
fundadora de Planned Parenthood, Margaret Sanger, era bien conocida por
sus ideas racistas. «La gente de color es como una mala hierba humana y
debe ser exterminada», decía Sanger según recoge LEARN. La organización
se pregunta: «¿Su visión se está cumpliendo hoy?».
La organización compara el aborto con la práctica de la esclavitud. Así
como en 1857 el Tribunal Supremo de Estados Unidos declaraba que los
negros eran seres de clase inferior, en 1973 el Tribunal Supremo
denegaba el estatus de persona a los niños no nacidos, defiende la
página web de LEARN.
Comentando el eslogan "Freedom of Choice"
«libertad de elección», el pastor Childress argumentaba: «Esta frase
cuidadosamente ideada fue pensada para avivar nuestro celo interno a
favor de la libertad y del derecho civil de hacer elecciones
libremente». Y continúa: «Estoy completamente a favor de la libertad de
elegir, excepto cuando se hace a expensas de vidas inocentes. Las
mujeres que han sido engañadas para hacer elecciones erróneas y los
niños a los que nunca se les dejó elegir son todos víctimas de la
América por la libertad de elección».
Por segunda vez
Al otro lado del Atlántico, también han aparecido datos preocupantes
sobre el aborto. A inicios de mes un estudio publicado en España
mostraba que el 27,3% de las mujeres que abortaron en el 2003 ya habían
abortado con anterioridad. El estudio llevado a cabo por el Centro
Superior de Investigaciones Científicas demostraba que esta práctica va
en aumento, informaba el 10 de febrero el periódico ABC. En 1991, el
número de mujeres que volvían a abortar era del 20%.
La reincidencia en la utilización del aborto es más común entre los
grupos de mayor edad. En el 2001, no menos del 30% de las mujeres entre
30 y 39 años que abortaron lo hacían por segunda vez. Pero incluso el
10% de las adolescentes que abortaron aquel año lo hacían por segunda
vez.
Según el estudio, el aborto es más común entre las mujeres que están
trabajando, y entre las que están solteras. Esta última categoría suma
el 54,4% de los abortos en el 2001, y la incidencia de abortos en este
grupo sigue creciendo cada vez más rápido.
Según un reportaje sobre el estudio en la publicación El Semanal
Digital, con fecha del 10 de febrero, el aborto ha aumentado de forma
brusca en España. En 1990, la cifra era de 37.231 abortos. En el 2003,
el número se disparó hasta los 79.788.
El periódico El País informaba el pasado 28 de diciembre que el 15,3% de
los embarazos en España en el 2003 acabaron en aborto. Un apunte
interesante sobre la continua subida del número de abortos – la cifra
del 2003 es un 3,45% superior a la del 2002- es que esto está teniendo
lugar al mismo tiempo que se ha extendido la distribución de la «píldora
del día después». En el 2003 se distribuyeron más de 300.000 dosis de la
píldora, informaba El País.
La reincidencia en el aborto es también un problema en Italia. Un
informe presentado en el Parlamento revelaba que había habido casi
133.000 abortos en el país en el 2003, informaba el 6 de octubre pasado
el periódico Avvenire.
Aunque este número representa un descenso del 1% en comparación con el
año anterior, una cuarta parte de las mujeres que se sometieron a
intervención ya habían abortado en otras ocasiones. Además, resulta
preocupante el desproporcionado número de abortos entre la población
inmigrante. Casi una cuarta parte, el 22,4%, de las mujeres que
abortaron no eran italianas, aunque oficialmente los inmigrantes sólo
suman el 4,5% de la población. Los datos oficiales muestran una media de
32 abortos por cada 1.000 mujeres inmigrantes entre los 15 y los 49
años, en comparación con la media de 8,2 por cada mil mujeres italianas.
¿Nunca es demasiado tarde?
Lo que ocurre en España atrajo también la atención cuando el pasado
octubre, el periódico británico Telegraph publicaba una serie de
artículos que revelaban cómo las mujeres británicas con embarazos
avanzados viajan a dicho país para abortar. Un artículo del 10 de
octubre explicaba cómo el Servicio Británico de Asistencia al Embarazo,
la empresa que más abortos hace en el país, había recomendado a cientos
de mujeres una clínica en España cuando superaban las 24 semanas de
embarazo. En este estadio, no se permite abortar en el Reino Unido.
Estos abortos en etapas avanzadas son también ilegales en España, sin
embargo parece ser que la Clínica Ginemedex de Barcelona lleva a cabo
estas operaciones con regularidad. Los miembros de la dirección de la
clínica declararon a periodistas encubiertos que habían abortado fetos
de más de 30 semanas. Según las leyes españolas, el aborto es ilegal
después de la 22ª semana, a no ser que haya un grave peligro para la
salud de la madre.
Un reportaje posterior del Telegraph sobre el tema, el 21 de noviembre,
reveló el caso de una doctora británica, Saroj Adlakha, que admitió
haber arreglado el aborto de una paciente sana que estaba embarazada de
31 semanas. La misma doctora también afirmó que estaba preparada para un
aborto de una periodista encubierta; ésta última se presentaba como
embarazada de una hija de 29 semanas sin problema alguno de salud.
En el otro lado del mundo, en el estado de Australia del Sur, también ha
salido a la luz el tema del aborto en etapas avanzadas. El periódico
local Advertiser informaba el 28 de octubre de que, entre 1998 y el
2002, se habían llevado acabo 377 abortos en mujeres que habían pasado
ya la vigésima semana de embarazo. Más de la mitad de ellas tenían bebés
sanos. El «estado mental» de la madre ha sido la razón más común que se
ha dado a la hora de justificar estos abortos.
El Dr. John James, vicepresidente de Right to Life Australia, afirmaba
que estas cifras «confirmaban lo que siempre habíamos sospechado».
Declaraba al Advertiser: «Quienes proponen el aborto en etapas avanzadas
insisten siempre en que la mayoría de dichos abortos se hacen casi
enteramente por graves anormalidades congénitas. Nosotros siempre hemos
mantenido que ese no ha sido el caso y estas cifras muestran que no es
el caso».
Infanticidio
Juan Pablo II trató la tragedia del aborto en su encíclica de 1995 «Evangelium
Vitae». «Entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la
vida, el aborto procurado presenta características que lo hacen
particularmente grave e ignominioso», observaba el Papa en el No. 58.
«El Concilio Vaticano II lo define, junto con el infanticidio, como
‘crímenes nefandos’».
La encíclica indicaba que la aceptación del aborto en la cultura actual,
y en la misma ley, revela una crisis de la moralidad, «que es cada vez
más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en
juego el derecho fundamental a la vida». Los datos lo siguen
confirmando.
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