-¿Amas
a mi Hijo?
-¡Sí!- exclamó la niña.
-¿Me amas a mí?
- ¡0h, sí!.
- Entonces sacrifícate por mí.
Había terminado la Primera Guerra Mundial
y el mundo entero pasaba por la Gran Depresión. Poco podían
imaginarse que pronto vendría otra guerra peor. Este fue el marco histórico de la
visita de Nuestra Madre que nunca esta lejos de los que sufren y que quiere
prepararnos para que seamos capaces de vencer las adversidades y llegar al cielo.
Beauraing era y sigue siendo una humilde
aldea en el sudoeste de Bélgica, a unas 4 millas de la frontera con Francia. En
la época de la aparición de Nuestra Señora, la población era de solo unos 2,000 habitantes.
También allí se sufrían los estragos de la Gran Depresión,
pero lo sobrellevaban mejor por ser gente sencilla y cercana al campo.
Desde el 29 de noviembre del 1932 hasta el
3 de enero del 1933, La Virgen María se apareció casi todos los días a cinco
niños. A veces venía varias veces al día, de manera que hubo un total 33 apariciones.
El contenido del mensaje fue muy breve, dos o tres palabras, pero fuerte. Algunos trataron de añadir,
pero los niños se mantuvieron firmes al mensaje.
Los niños videntes y sus familias
La familia Degeimbre.
Germaine,
una mujer
fuerte, simpática y práctica que supo proveer sola por sus hijas, es la madre
de dos de las videntes, Gilberte de 9 años y Andree de 14.
La hija mayor, Jeanne, de 17 años, nunca vio a
la Virgen y, movida por la envidia, atacó mucho a sus hermanas llegando hasta
la calumnia y el desprecio a las apariciones. Los padres, así como las
dos primeras hijas nacieron en Beauraing, pero la familia se había mudado a
Voneche donde el padre consiguió trabajo cuidando una granja. Allí se quedaron
por 13 años. Al morir el padre, la familia regresó a su pueblo natal. Solo
llevaban dos años de regreso en Beauraing cuando ocurrieron las apariciones.
La familia Voison. Héctor y Marie Loose Voison
eran
los padres de los otros tres videntes, Fernande de 15 años, Gilberte
de 13 y Alberto. Héctor, empleado del ferrocarril, para aumentar su pobre ingreso,
abrió una tienda con su esposa en
la calle principal del pueblo. Los Voisons estaban muy involucrados en el Partido
Socialista y habían abandonado la práctica de la fe católica.
Un día los niños fueron al
convento a recoger a Gilberte y jugaban frente a la puerta. De
repente, Alberto exclamó emocionado: "Miren, la Virgen, vestida de blanco, está
caminando en el puente." Las niñas no le prestaron
ninguna atención. Pero entonces Femande, por el tono de alarma en la voz de su
hermano y por la expresión de su rostro, hizo le hizo caso y miró hacia donde
este le señalaba. Al mirar se quedó congelada. Las otras niñas, mientras tanto,
no habían todavía mirado y dijeron, "Tonta, es solo la luz de un
automóvil".
La insistencia de Alberto hizo que se voltearan. Según miraban hacía arriba, todos
la veían y quedaban conmovidos. ¡La Virgen estaba sobre el puente!. Estaba
iluminada, su vestido blanco y largo oscilaba en el viento.
Parecía como si estuviera caminando sobre una nube. Los niños pudieron distinguir
que estaba caminando en el aire. No sabían que hacer e inmediatamente Alberto tocó el timbre del convento. Las chicas empezaron a dar
golpes en la puerta con todas sus fuerzas. Gritaban y lloraban al mismo
tiempo. La Hermana Valenia contestó a la puerta y, por la gran conmoción que
manifestaban, les preguntó que era lo
que pasaba. Todos gritaron a un tiempo. "Mire, hermana, la Virgen
está caminando sobre el puente, vestida toda de blanco - tenemos miedo."
La hermana trató lo mejor que pudo de ver y no
podía distinguir nada. Pensó que quizás se estaban refiriendo a la estatua de
Nuestra Señora de Lourdes en la gruta. Encendió una luz para que ellos
pudieran ver mejor. Como insistían sobre la aparición ella les
dijo: "Eso es solo una
rama en el viento, las estatuas no caminan". Los niños insistieron en que la
Santísima Madre estaba caminando sobre el puente. La hermana esforzó sus ojos, pero no
podía ver nada. En ese momento,
Gilberte salió por la puerta, e inmediatamente vio la visión, por lo que exclamó
maravillada: "¡Miren!". Los niños estaban
muy asustados y querían llegar a su casa.
La monjita no les creyó pero, durante la cena en su convento, le contó la
historia a la Madre Superiora, la Hermana Teofila y al resto de la comunidad.
La respuesta de Sor Teofila fue tajante: "Hermana, ¿Como puede usted contar una historia como esa?
suena tan infantil como esos niños."
Mientras tanto, los niños corriendo hacia la casa de
los Degeimbre, pasaron a un hombre en la calle. Por sus expresiones, él pensó que
había un fuego en algún lugar. "¿Qué ha sucedido?"- preguntó. Uno de ellos
contestó: "vimos algo blanco". Cuando llegaron a la casa de los Degeimbre, Germaine estaba
sentada
en la mesa con dos amigos, Raymond Gobert y Jules Defesche. Inmediatamente
supo que algo le sucedía a los niños, pues estaban sin respiración, sus rostros
enrojecidos. Todos hablaban emocionados al mismo tiempo. "¡Creo que vimos a la
Santísima Virgen!", "¡Yo pienso que era la estatua que se movió!",
"¡La Santísima Virgen estaba
caminando!".
La respuesta fue incredulidad y disgusto.
La hija mayor de los Degeimbre,
Jeanne, dijo "¿Ustedes dos ven a la Virgen?, Si yo la hubiera visto, sería diferente. ¿Pero, ustedes
dos? -no son lo suficiente buenas."
Germaíne mandó a sus dos hijas a dormir
y le dijo a los tres niños de Voison. "Ahora ustedes, escúchenme. No le digan nada de esta
tontería a sus padres. Ellos, sin embargo, le comunicaron todo a sus padres.
La Virgen siguió apareciéndose a los
niños pero, por los primeros tres días no les dijo
absolutamente nada. La gente les preguntaban
"¿Qué dijo?". Su respuesta fue: Nada". Finalmente, el viernes,
2 de diciembre, en respuesta a las preguntas de las personas, ella contestó:
A la pregunta, "
¿Es usted la Virgen Inmaculada?, Ella
movió su cabeza y abrió sus brazos.
A la pregunta, "¿Qué quiere usted de nosotros?", Ella habló por
primera vez. "SIEMPRE SEAN BUENOS."
Los niños respondieron: "Sí. Nosotros siempre seremos buenos."
Pero muchos entre la gente, cuando se enteraron del mensaje protestaron: "¿Eso es todo?.
El próximo día, sábado 3
de diciembre, los niños repitieron sus preguntas.
A la pregunta, "¿Es usted realmente la Virgen Inmaculada?", Ella
movió su cabeza en aprobación.
A la pregunta, ¿Qué quiere usted de nosotros?", su respuesta fue
"¿Es verdad que ustedes siempre van a ser buenos?"
Los niños respondieron: "¡Sí! Nosotros siempre
seremos buenos."
Los niños enfrentaron gran oposición de
todos lados, incluso del sacerdote del pueblo. Nadie les ayudaba a discernir,
mas bien se burlaban de ellos o los acusaban de mentirosos.
Las apariciones carecían de milagros
espectaculares y la gente no encontraba el sensacionalismo que buscaban. Un sacerdote, al que se le pidió que comentara sobre el
primer mensaje de Nuestra Señora, observó que era una declaración muy
insignificante para haber sido hecha por la Madre de Dios. ¿Dónde estaban los
milagros? ¿Dónde estaban las señales? ¿Qué decía la Virgen que fuese tan
trascendental? "SEAN BUENOS SIEMPRE" ¿Qué era eso?
Se desató una batalla. No solo la Prensa
Socialista y los anticatólicos sino que los mismos católicos se encargaron de
ofender y desprestigiar a los niños y a la Virgen. Los niños se
encontraron incomprendido aun por sus padres. El odio hacia ellos era general y extraordinario. Solo contaban con
la Virgen. La mayor parte de las veces ella solo miraba a
los niños y se sonreía. Los seguía mientras
recitaban el rosario, pero no se les unía. Si la Virgen no decía nada, quería
decir que no había nada que reportar y los niños se podían ir a sus
casas.
A pesar de todo, de repente, la iglesia tuvo más participantes en
Misa. Las madres de los videntes, Germaine Degeimbre y
Marie Louise Voison, habían pedido que se celebrara una Misa en honor a Nuestra
Señora, para que si lo que sus hijos estaban experimentando no era del Señor,
María pusiera fin a ello. El día escogido fue el 8 de diciembre,
la fiesta de la Inmaculada Concepción. Aquel día Marie Louise Voison
recibió la Eucaristía por primera vez en diez años. Su esposo la siguió muy
poco después.
Para complicar mas las cosas, unas personas
sin fundamento dijeron también tener apariciones en otros
lugares el mismo día 8 de diciembre, mientras los niños estaban esperando que Nuestra
Señora. El demonio quería distraer, dividir y conquistar.
Quería desprestigiar las apariciones como lo había hecho en Lourdes y Fátima.
Los niños estaban sujetos a enormes
presiones, todos, desde el gobierno hasta las autoridades eclesiásticas le
hacían constantes preguntas. Sin embargo, desde el primer día, los niños
fueron consecuentes en sus informes. Los padres de los niños también
sufrieron. La tienda de Héctor y Marie Louise Voison se llenó de curiosos que
no dejaban a los clientes entrar. Las ventas cayeron y tuvieron que cerrar. Héctor
se convirtió en el hazme reír de
Partido Socialista. Pero a través del sufrimiento vino la gracia y
Héctor recibió los sacramentos y se convirtió en un firme defensor de las apariciones.
Los relatos de los niños sobre las
apariciones coincidían
casi perfectamente. Cada vez que Nuestra Señora se le
aparecía, caían de rodillas, de forma que sus rodillas impactaban contra el
suelo de golpe, como si hubieran sido empujados
hacia por una gran fuerza. Sin embargo, los niños no sentían dolor por
ello. Cada noche, antes de la aparición, los niños
rezaban el rosario con una voz natural, pero cuando llegaba la Virgen alcanzaban
un tono altísimo y rezaban mucho mas rápido.
El miércoles 28 de diciembre,
Nuestra Señora le dijo a los niños que muy pronto dejaría visitarles. Esto
entristeció muchísimo a los niños.
El 29 de diciembre, cuando
María se despedía de los niños, abrió sus brazos haciendo visible en su
pecho, por primera vez, su corazón que brillaba en oro. Es por eso que se le ha
llamado la SEÑORA CON EL CORAZÓN DE ORO, referencia a su Corazón Inmaculado.
El 30 de diciembre, la Virgen les
mostró su corazón de oro a los niños otra vez y les dijo:
"¡OREN!
¡OREN MUCHO!"
El 31 de Diciembre mostró una vez mas su
corazón de oro.
El primero de Enero de 1933, le
dijo a los niños "OREN SIEMPRE." y añadió que no
los vería de nuevo hasta la aparición del 3 de Enero.
En una ocasión, en que la Virgen habló solo a
Fernande Voison, los
otros niños se enojaron con ella pues se sentían excluidos. Fernande
temió por lo que pensaran ellos u otras personas que podían acusarla de
falsificar una aparición. Hizo saber que a ella no le gustaba
que Nuestra Señora le
hablaba solamente a ella.
Según la costumbre de los niños era que, cuando Nuestra
Señora movía sus labios para hablar, ellos dejaban de orar para poder
oír sus palabras. Durante la aparición del primero de enero, cuando la Virgen
comenzó a mover sus labios para hablarles, Fernande temía de que le
fuera a hablar solamente a ella y continuó orando con sus ojos bajos para no poder oír
a Nuestra Señora. Esta actitud causó, como veremos, un episodio singular en
las apariciones. Dos días después, Fernande estaba arrepentida de su mal
comportamiento con la Virgen.
Una gran multitud estaba reunida para la aparición final. A los niños se les dificultó
llegar a sus lugares para la aparición. En cuanto llegaron se pusieron a rezar y,
después de
un corto tiempo, cayeron de rodillas, excepto Femande. Ella miraba a su
alrededor desconcertada, luego lentamente se arrodilló por unos cuantos
segundos, pero se levantó llorando y exclamó: "no puedo verla".
La Virgen
estaba más hermosa que nunca. Sus rostro y todo en ella resplandecía.
-Primero le habló Gilberte D.:
"Esto es entre tú y yo, y
te pido que no le hables de esto a nadie." La Virgen le dio un secreto, y dijo "Adiós".
-Enseguida le habló a la otra Gilberte:
"Yo convertiré pecadores." Entonces
le dio a la niña un secreto, y dijo "Adiós".
-Entonces le habló a Alberto. Le dijo un secreto, y dijo "Adiós".
-Finalmente, le habló a Andree:
"Yo soy la Madre de Dios, la Reina
del
Cielo. Oren siempre." Luego dijo "Adiós" y desapareció.
Fernande, que seguía sin poder ver a la
Virgen, rezaba con todas sus fuerzas.
Cerró sus ojos, oró, y luego los abrió, pero no podía ver a la Virgen. Miró a las
expresiones en los rostro de los otros niños y sabía que Nuestra Señora
les estaba hablando. Tenían lágrimas en los ojos. Femande estaba
sumamente triste y dolida. Al final de las apariciones, los otros niños, que si
veían, empezaron a
levantarse. La multitud comenzó a dispersarse. Femande permaneció de rodillas.
Miró a su alrededor, aturdida. Alguien sugirió que dijeran otro rosario.
Quizás Nuestra Señora volvería. Los niños se arrodillaron otra vez y
rezaron el Santo Rosario. La Señora no regresó. Los niños se levantaron y caminaron
hacia la gruta para orar. Fernande exclamó "¡Yo quiero verla!."
Permaneció sola, arrodillada, rezando pues la gente se fue tras los otros a la
gruta.
Fernande le dijo a la Virgen: "Por favor, por favor
regrese a mí. No me deje de esta forma. Lo siento. Siento no haberle
dejado hablar el otro día. Yo la amo. Usted me prometió un secreto. No puede
terminar de esta forma. Yo la necesito. ¡Por favor! ¡Por favor!."
Ya oscurecía, cuando, de repente,
el poderoso crujir de un
rayo estremeció a todo el mundo. Su luz resplandeció en el cielo, seguido por una bola de fuego que
cayó sobre un espino. Todo el mundo pudo verlo. La multitud quedó estremecida y
volvió su mirada hacia aquel árbol. Fernande tenía una gran
sonrisa. ¡La Virgen había regresado! La Inmaculada Madre
celestial miraba Femande
que no podía parar de llorar de alegría. La Virgen esperó
un momento, y entonces le habló:
-¿Amas
a mi Hijo?
-Sí- exclamó ella.
-¿Me amas a mí?
-¡0h, sí!
-Entonces, sacrifícate por mí.
Estas breves palabras son el contenido
principal de las apariciones de Beauraing. La Virgen esperó hasta el final,
cuando ya parecía que todo había terminado, cuando una niña permaneció
insistentemente rogando que la perdonara por haberle ofendido.
Femande quería que la Virgen se quedara.
Tenía muchas preguntas que hacerle. Pero la Señora abrió
sus brazos, resplandeció con más brillo que nunca antes, y expuso su Corazón
de Oro. Miró a Fernande con inmenso amor y dijo: "Adiós". Fernande se derrumbó en lágrimas; su cuerpo entero temblaba de los sollozos
incontrolables.
Los cinco videntes se casaron.
Pocos años después de las apariciones
estalló la Segunda Guerra Mundial. Hitler invadió a Bélgica. El
Santuario de la Virgen en Beauraing se convirtió en un foco de esperanza
cristiana para los belgas. En aquellas difíciles circunstancias los fieles
recordaron que la Virgen les había enseñado que el amor a Jesús y a ella
exige sacrificio.
Las apariciones han sido aprobadas por la
Santa Sede. Cada año unas 200,000 personas visitan el
santuario. El mensaje de la Virgen no era solo
para los videntes, sino para todos sus hijos. Medítalo. Vívelo. Responde al
clamor de Nuestra Madre.
-¿Amas
a mi Hijo?
-Sí- exclamó ella.
-¿Me amas a mí?
- ¡0h, sí!
- Entonces, sacrifícate por mí.
Bibliografía
Lord, Bob y Penny,
Los Muchos Rostros de María, Una Historia de Amor.
The Thunder of
Justice
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los Corazones Traspasados de Jesús y María.
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