ANGELES Y DEMONIOS
1.
LOS ANGELES: MENSAJEROS DE DIOS.
2.
LOS TRES ARCANGELES.
3.
LOS ANGELES EN LA VIDA DE LOS SANTOS.
4.
EL DIABLO Y LOS DEMONIOS.
5.
LA CORTE INFERNAL.
6.
JESUS Y LOS DEMONIOS.
7.
LIBERACIONES Y EXORCISMOS.
8.
LA VIRGEN MARIA Y LOS DEMONIOS.
9.
UNA ORACION A MARIA DESDE EL INFIERNO.
10.
DIFERENTES APARICIONES DE LOS ESPIRITUS INFERNALES.
11.
LOS ATAQUES DIABOLICOS.
12.
LA IDOLATRIA AL PRINCIPE DEL MAL.
13.
EL ANTICRISTO Y SU DERROTA FINAL.
14.
LOS DIEZ MANDAMIENTOS CONTRA EL DIABLO.
15.
FRASES CELEBRES CONTRA LOS DEMONIOS.
LOS ANGELES:
MENSAJEROS DE DIOS
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
I.
FUNDAMENTO
BIBLICO Y TEOLOGICO
La etimología de la palabra
“Angel” procede del latín Angelus, y este a su vez del griego
Agguelos o mal’akj en hebreo, que quiere decir
“mensajero” o “servidor” de Dios (Hebreos 1,7). El Papa San Pío X
(1835- 1914), decía que “los ángeles son las criaturas más nobles
creadas por Dios”; son inmortales, tienen voluntad propia, poseen
conocimientos más amplios y su poder es muy superior a los hombres
(Salmo 103,20; 2 Pedro 2,11). Su apariencia puede ser como un
relámpago, y sus vestiduras blancas como la nieve (Mateo 28,3);
además están siempre en la presencia del Padre Eterno (Mateo 18,10),
y constituyen su ejército celestial (Salmo 148,2). Sobre su número
las Escrituras aclaran que son “millones de millones” (Daniel 7,10;
Apocalipsis 5,11).
Santo Tomás de Aquino (1225-
1274), enseñaba que los ángeles fueron creados antes que el hombre,
porque un ángel rebelde fue el culpable de la caída de nuestros
primeros padres. Se admite entonces que el Padre del cielo los creó
en un principio, Cuando sacó de la nada el universo (Concilio de
Letrán, 1215); y como agrega San Agustín (siglo V), separó la luz
(los ángeles buenos), de las tinieblas (los ángeles malos). Hay en
estos seres espirituales tres instantes: su creación, la prueba de
obediencia a que fueron sometidos por Dios, y el premio en el cielo
para los ángeles fieles, y el castigo en el infierno para los
ángeles desobedientes.
San Gregorio Magno (540- 604),
afirmaba que “casi todas las páginas de la revelación escrita, dan
testimonio de los ángeles”. En la Biblia se registran cerca de 400
veces; tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En la vida
del Hijo de Dios, se encuentran desde su nacimiento en el portal de
Belén, hasta su triunfante resurrección en Jerusalén, y regreso al
cielo. Por eso, Cristo Jesús es superior a todos ellos (Hebreos
1,4), creados por él (Colosenses 1,16); y sometidos bajo su
autoridad y poder (Juan 1,51; 1 Pedro 3,22).
II.
LOS ANGELES EN LAS DIFERENTES
CULTURAS Y TRADICIONES
La tradición judeocristiana, y la
misma historia universal dan testimonio de estos seres celestiales;
en todos los países hablan en cierto modo de ellos desde hace más de
cuarenta siglos atrás. Su existencia está atestiguada en el Islam,
el hinduismo, el budismo, las religiones de la China, Indonesia, los
Aztecas, los Incas, y en el Zoroastrismo. Asimismo, en las culturas
ancestrales del Oriente como los Cananeos, Asirios; de los Sumerios
hay un registro documentado que muestra una imagen de un ángel con
aspecto humano y enormes alas que flota sobre la tierra. En el valle
del Eufrates se halló una figura de un ángel que tiene 4.500
años, y en Babilonia y Egipto en las puertas de los templos y
palacios, había grandes esfinges de piedra de estos seres del cielo;
con rostro humano, y alas, cuerpo y patas de animales como toro o
león.
III. DIVERSAS
APARIENCIAS
En los viejos escritos en hebreo
los ángeles carecían de alas, en el sueño de Jacob, él observa una
escalera que llegaba hasta el cielo, por la que subían y bajaban los
mensajeros celestiales (Génesis 28,12); cuando juzgan necesario
adoptan temporalmente figura humana, su hermosura física puede ser
tan atractiva como la de aquellos dos ángeles que le advierten a
Lot sobre el terrible castigo contra Sodoma y Gomorra. Todos los
hombres, desde el más viejo hasta el más joven, rodearon la casa de
Lot, y le gritaban: ¿Dónde están los hombres que vinieron a tu casa
esta noche? ¡Sácalos, porque queremos acostarnos con ellos! (Génesis
19, 4-5). En forma de cinco jinetes resplandecientes que protegían
los ejércitos de los Macabeos, lanzando flechas y rayos contra sus
enemigos en el campo de Batalla (2 Macabeos 10,29-30). Igualmente,
al no tener sexo pueden verse en forma femenina, como la visión del
profeta Zacarías (5,9). O también de una forma tan esplendorosa que
hasta el mismo San Juan se quiso postrar ante uno de ellos para
adorarlo (Apocalipsis 22,8-9).
Más sorprendentes aún, son los
nuevos informes que se pueden relacionar con los ángeles; pues en el
año 1962 el astronauta norteamericano John Glenn, mientras se
encontraba en su cápsula en órbita alrededor de la tierra, relató
haber visto algo así como un enjambre de luciérnagas luminosas por
varios minutos. En 1982, los cosmonautas soviéticos de la estación
espacial Salyut-7, presenciaron durante diez minutos a siete enormes
seres con forma humana y alas inmensas. Dos semanas después, la
tripulación de otra nave rusa, la Soyuzt-7, vivió la misma
experiencia.
IV. MISIONES DE
LOS ANGELES
Algunos padres de la iglesia como
San Papías (discípulo del apóstol San Juan), hacia el año 130 d.C.,
o San Justino mártir (siglo II) y San Ireneo (135-202),
identificaron cinco misiones angélicas:
1. Son los ministros de Dios en el
universo, se encargan del movimiento de los astros y los fenómenos
de la naturaleza como las estaciones, la lluvia y el viento.
2. Custodian las naciones del
mundo (Daniel 10,13.21; 12,1). En las apariciones a los tres
videntes pastorcitos de Fátima, un ángel se les presenta como el
guardián de Portugal.
3. Dan a conocer a los hombres la
ley de Dios (Hechos 7,38; Gálatas 3,19).
4. La protección y ayuda a los
seres humanos con los “ángeles de la guarda” (Génesis 48,16; Salmo
34,7; 91, 10-11; Mateo 4,6; 18,10; Hechos 12,15; Hebreos 1,14).
Interceden por nosotros ante el trono divino (Job 33,23-24; Zacarías
1,12; Tobías 12,12). Al respecto, San Basilio (siglo V) agregaba:
“Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para
conducirlos a la vida”.
Se encuentran casos como:
La venerable María de Jesús Agreda
(siglo XVII), relata en su libro “La Mística Ciudad de Dios”, que la
Bienaventurada Virgen María tuvo desde su nacimiento mil ángeles
para su custodia personal.
San Juan de Dios (1495- 1550), fue
ayudado por un ángel cuando iba a caer al suelo llevando una pesada
carga.
San Francisco de Sales (1567-
1622), veía al ángel de la guarda de un seminarista quien camina
delante de él, cuando fue ordenado sacerdote tuvo otra visión del
mismo ser del cielo caminando detrás de él
La vidente Magdalena de la Cruz,
dice: “Veo a los príncipes y grandes de la tierra con ángeles de
superior jerarquía, Delante del trono del Papa veo siempre cuatro
querubines”.
Santa Gemma Galgani (1878-1903),
durante las noches su ángel protector extendía sus alas sobre su
cama, para cuidarla de los ataque físicos del Maligno
San Pío (1887-1968), el fraile
capuchino estigmatizado, que mandaba a su ángel custodio para
cumplir misiones especiales.
5. El día del juicio final los
ángeles del Señor serán los encargados de despertar a los muertos, y
separar a los justos de los pecadores (Mateo 13,41; 16,27; 24,31;
25,1ss). Para el Islam, es llamado Israfil, ángel de la muerte que
tocará las trompetas de aquel gran día.
V. LA CORTE
ANGELICA
Sobre el origen de la corte
angélica se remonta al monje sirio Dionisio Areopagita, del siglo
VI; basándose en las cartas de San Pablo (Colosenses 1,16; Efesios
1,21; 3,10). Se describen nueve órdenes de ángeles en tres
jerarquías, de mayor a menor tenemos:
Los serafines, que rodean a Dios y
viven en eterna alabanza; los querubines, guardianes de la gloria de
Dios, y los tronos, sublimes y muy por encima de toda actitud
terrena.
Las dominaciones, que son los
custodios del mundo; las virtudes, portadores de gracia y amor, y
las potestades, que gobiernan las estrellas y la naturaleza.
Los principados, que tienen la
capacidad de guiar a otros hacia Dios; los arcángeles, reconocidos
individualmente y hechos santos, y los ángeles, que están más
cercanos a los hombres.
Esta clasificación fue aceptada
por el Papa San Gregorio I, pero no se considera dogma de fe.
VI. LOS ANGELES
EN LA IGLESIA CATOLICA
La Iglesia Católica le da un culto
de veneración a los ángeles (Colosenses 2,18), además celebra en su
liturgia el 29 de Septiembre la fiesta de los Santos Arcángeles
Gabriel, Miguel y Rafael; y el dos de octubre la de los Santos
Angeles de la Guarda. Hay otro arcángel llamado “Uriel” (Fuego de
Dios), es el ángel de la retribución y el arrepentimiento; transmite
a los hombres el conocimiento divino e interpreta la profecía. Es
nombrado en el libro apócrifo (de procedencia dudosa) de Enoc; su
misión fue advertirle a Noé, sobre el castigo del diluvio universal.
Algunos escritores piensan que fue el ángel que combatió toda la
noche contra Jacob en Penuel, cambiándole su nombre por Israel
(fuerza contra Dios) (Génesis 32,24-28). Sin embargo, en el año 745
un concilio provincial convocado por el Papa Zacarías lo excluyó de
la jerarquía angelical. Más recientemente, la Congregación para el
Culto Divino de la Santa Sede, ha prohibido darles nombres propios a
otros ángeles; para no caer en la llamada “Angeología”, tan de moda
con la “nueva era” o “era de Acuario”; que indican como contactarse
con estos “seres de luz” por medio de técnicas de espiritismo,
juegos de cartas y libros de esoterismo.
VII. REFLEXION
FINAL
Juan Calvino (1509- 1564), uno de
los padres de la reforma protestante, hizo una hermosa plegaria
sobre los ángeles, que dice: “Como dispensadores de la providencia
divina, nos guardan, interceden por nosotros, guían nuestros pasos y
nos libran de todo mal”.
LOS TRES
ARCANGELES
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
Las Sagradas Escrituras mencionan
a tres de estos seres celestiales con nombres propios:
SAN GABRIEL
(Fuerza de
Dios): Se sienta a la izquierda de Dios, Jefe de los querubines, es
el ángel de la misericordia, la revelación y la muerte. En el Nuevo
Testamento le comunica a Zacarías que sería el padre del precursor
del Mesías (Juan Bautista) (Lucas 1,11-20), es el portavoz de la
anunciación a María (26-30). Algunos teólogos piensan que fue el
ángel que consoló a Jesús en el huerto del Gethsemaní (22,43),
y el que toca la trompeta en el libro del Apocalipsis. Uno de los
frescos más antiguos sobre este arcángel, se conserva en una capilla
de la Vía Apia, en Roma; probando así que desde el
principio fue venerado en la Iglesia Católica. San Gabriel es
también nombrado por los musulmanes, quienes creen que fue el
mensajero celestial que sirvió como transmisor de la palabra de Alá,
cuando dictó el libro del Corán a su profeta Mahoma (siglo VI d.C.).
La beata Ana Catalina Emmerich (1774- 1824), tuvo una visión en el
momento de la anunciación, y lo describe como “un joven
esplendoroso, con cabellos rubios y sueltos”
SAN MIGUEL
(Quién como
Dios): Para los hebreos es el ángel protector frente al poderío de
Persia y Grecia, antiguo patrono de la sinagoga. En la Iglesia de
Oriente, así como entre los teólogos de Occidente, se nombra a San
Miguel como virrey del cielo, príncipe De la luz, jefe de todos los
ejércitos angelicales, custodio de la Iglesia Católica desde hace
más de diez siglos, acompañante de las almas en la eternidad, y el
ángel del juicio final (1 Tesalonicense 4,16). Es además, el
guerrero celestial que peleó con el Diablo encima del cuerpo de
Moisés (Judas 9); y en el cielo contra el Dragón y sus ángeles
rebeldes (Apocalipsis 12,7). Es pues, el símbolo del eterno triunfo
de la luz sobre las tinieblas.
Se le han construido enormes
santuarios en su honor como:
El Castel Sant´Angelo (Castillo
del Santo Ángel), edificado sobre el mausoleo del emperador Adriano
en la ciudad de Roma. Aquí se le representa en una estatua de bronce
desde lo alto de la fortificación, con resplandeciente armadura, en
el acto de envainar su espada mientras contempla la Ciudad Eterna,
cuando se posó durante una epidemia, en tiempos del pontificado de
San Gregorio Magno en el año 590.
El Monte Gargano (Italia), en el
siglo VI, y que domina el mar Adriático. Cerca de esta iglesia, el 8
de mayo de 663, los longobardos obtuvieron la victoria en la batalla
naval contra la flota sarracena, y en recuerdo de este triunfo,
atribuido a una aparición del ángel guerrero, dio origen a una
segunda fiesta litúrgica, unificada después para el día 29 de
septiembre.
El monte Saint Michel, en la costa
francesa, coronado por una antigua abadía Benedictina del siglo XI.
El oratorio fue erigido en el año 709. El lugar era un pico que
emergía sobre el bosque de ScissY; se afirma que inmediatamente
después de haber cumplido monseñor Aubert con el mandato del
arcángel, se produjo una tremenda marea que le dio al lugar su forma
actual.
Por otra parte, en un espacio de
dos años, San Miguel se le apareció a Santa Juana de Arco (1412-
1431), en compañía de Santa Catalina de Alejandría y Santa
Margarita.
El Papa León XIII compuso una
oración invocando la protección del santo arcángel, que fue enviada
a todos los obispos en 1886. Esta plegaria nació después que el
Vicario de Cristo al terminar una misa, tuvo una visión de los
espíritus infernales que se juntaban sobre la ciudad eterna de Roma.
La oración es la siguiente:
“San Miguel Arcángel, defiéndenos
en la batalla; sé nuestro auxilio contra las maldades e insidias del
Demonio. ¡Te suplicamos que el Señor te lo ordene! Y tú, príncipe de
las milicias celestiales, con el poder recibido de Dios, arroja en
el infierno a Satanás y a todos los demás espíritus malignos que
merodean por el mundo para la perdición de las almas”.
En 1900 durante la revuelta de los
boxers en Pekín (China), muchas personas vieron aparecer en el cielo
a una mujer vestida de blanco y a su lado a un guerrero
resplandeciente de luz, con grandes alas blancas, rodeado por un
escuadrón de ángeles. Se piensa que era San Miguel, y que la
aparición significó protección para la ciudad. En memoria de este
hecho prodigioso se levantó un monumento.
SAN RAFAEL
(Medicina de
Dios): Es el guardián del árbol de la vida en el Edén (Génesis
3,24), y jefe del orden de las virtudes, es además el ángel de la
providencia, que cuida a la humanidad y a los peregrinos. En el
Antiguo Testamento le sirvió de guía a Tobías, indicándole como
devolverle la vista a su padre Tobit en Nínive (11, 7-8). Es “uno de
los siete ángeles que están al servicio del Señor y que puede entrar
ante su presencia gloriosa” (12,15).
LOS ANGELES EN LA VIDA DE LOS
SANTOS
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
Santa Cecilia (siglo III): En su
noche de bodas fue protegida por un ángel que la santa veía detrás
de su esposo, el cual estaba dispuesto a matar al joven si hubiera
osado en hacerla su mujer. Después de la conversión de su esposo
Valeriano, el mismo ser luminoso les ofreció a ambos guirnaldas como
regalo del cielo.
San Isidro Labrador (1086- 1150):
Era sustituido en sus faenas agrícolas mientras asistía a misa, por
dos ángeles con figura de robustos peones que le ayudaban con la
yunta de bueyes.
Santa Hildegardis de Bingen (1098-
1179): Observó a un querubín que expulsaba con una espada de fuego a
los espíritus del aire que la atormentaban. A santo Tomás de Aquino
en su juventud, un mensajero celestial le ató a su cintura una
correa de fuego que lo protegió contra los pecados de la castidad.
San francisco de Asís: En el año
1124, dos años antes de morir cuando se encontraba meditando en el
monte Alvernia, fue estigmatizado por un serafín que tenía tres
pares de alas resplandecientes, llevaba en sí la imagen de un
Crucificado, que le enviaba rayos de fuego a sus manos, a sus pies y
al costado derecho.
Santa Catalina de Suecia (1331-
1381): Se le representa frecuentemente junto a un ciervo, que
apareció varias veces misteriosamente para ponerla a salvo.
Santa Francisca Romana (1384-
1440): Tuvo cerca toda su vida a un ángel que se le presentaba bajo
la forma de un niño de unos nueve años de edad (La misma que tenía
un hijo suyo, muerto en su infancia), con largos cabellos rubios,
ojos hermosos, vestido con una túnica blanca como la de los diáconos
en la liturgia. El ángel estuvo cerca de Francisca aun en las
violentas luchas que ella tuvo que sostener con el Diablo. Este
ángel niño permaneció a su lado durante 24 años, y luego fue
sustituido por otro aún más resplandeciente que el primero, y de
jerarquía superior, que se quedó con ella hasta el día de su muerte.
Se le aparecía con frecuencia hilando o tejiendo con un hilo de oro,
el de la vida de la santa. Cercana su muerte, Francisca vio al ángel
tejiendo cada vez más rápido los hijos de la tela, casi ya
terminada.
San Martín de Porres (1579-1639):
Hacia en las noches una procesión en su convento de Lima (Perú), con
una pesada cruz, custodiado por cuatro seres celestiales portando
antorchas.
Santa Teresa de Ávila: Hacia el
año 1559, tuvo una visión de un querubín en forma de un pequeño niño
alado, que con un dardo de oro largo y con punta de fuego le
traspasaba el corazón varias veces (Transverberación).
Santa Catalina Labouré (1806-
1876): En el convento de las hijas de la caridad en París (Francia),
un ángel en forma de un niño de cuatro o cinco años, vestido de
blanco y con un resplandor a su alrededor, la condujo a la capilla
al encuentro con la Virgen María.
San Juan Bosco: En su
autobiografía narra que desde los años 1854 a 1883, contó con la
protección milagrosa de un enorme perro que él llamaba “Gris”. Este
lo salvaba de los continuos ataques criminales que era objeto el
santo, aparecía y desaparecía súbitamente en diferentes regiones,
nunca se le vio comer o beber agua, ni tampoco envejecer.
Santa Gemma Galgani (1878- 1903):
Su confesor le había ordenado que para descartar una aparición
demoníaca, hiciera la señal de la Cruz, rociara agua bendita, e
incluso escupiera; un día que el ángel se le presentó, ella le
escupió el rostro e intentó apartarlo, pero él no se movió. En donde
cayó su saliva, a los pies del ser angélico, creció una rosa
blanca; en las hojas estaba escrito en letras doradas “todo se
acepta por amor”.
La hermana Lucía (vidente de las
apariciones de la Virgen María en Fátima): Narró que antes de
aparecerse la Señora en el año 1917, se presentó “un joven, de
catorce o quince años, más blanco que si fuera de nieve, el sol lo
hacía transparente como si fuera de cristal, y era de una gran
belleza”. Este personaje celestial se hacía llamar “ángel de la
paz”, y les traía la comunión a los niños.
San Pío de Pietrelcina: En el año
de 1912, mientras se encontraba rezando en el convento de San Juan
Rotondo, recibió los estigmas (invisibles), de un personaje celeste
armado con una lanza que le penetra el corazón; este ángel del Señor
es el mismo que antes había estado junto a él en su batalla contra
el Maligno. En el año 1918, el padre Pío recibe los estigmas
visibles de una imagen de Cristo Crucificado, cuando unos haces de
luz le penetran las manos, los pies y el costado izquierdo.
Santa Faustina Kowalska: Quien al
caer enferma de tuberculosis en 1937, un serafín le trajo durante 13
días la eucaristía.
La mística suiza Adrienne Von
Speyr (1902- 1967), tuvo una visión de la Madre de Dios rodeada de
ángeles, algunos eran tan grandes como ella, y otros pequeños como
niños.
EL DIABLO Y LOS DEMONIOS
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
I. FUNDAMENTO BIBLICO Y
TEOLOGICO
El Diablo y los demonios eran
ángeles que vivían en la presencia del Altísimo. Dios creó a Satanás
para la gloria, pero hizo una libre elección hacia el mal (IV
Concilio de Letrán). San Agustín (354-430), decía que “el Diablo
estuvo en la verdad, pero no perseveró. Su defecto no estuvo en su
naturaleza sino en su voluntad”. Su caída se debió a tres razones:
Su propio orgullo, cuando se quiso
igualar a Dios. Al respecto, escribía el profeta Ezequiel: “Tu
belleza te llenó de orgullo, tu esplendor echó a perder tu
sabiduría” (28,17). La misma opinión tiene San Pablo (1 Timoteo
3,6). De hecho, el mismo Demonio le dijo en cierta ocasión al Santo
Cura de Ars: “Yo puedo hacer todo lo que tú haces, puedo imitarte
también tus penitencias, te puedo imitar en todo, una sola cosa no
puedo hacer, no puedo imitarte en la humildad”.
La envidia y los celos que sintió
cuando el Creador decidió hacer al hombre a su “imagen y semejanza”
(Sabiduría 2,23-24).
Una vez el Diablo cayó en su
falta, persuadió a otros compañeros a seguirlo. Según la Biblia fue
una tercera parte de ellos (Apocalipsis 12,4; Daniel 8,10). San
Isidoro de Sevilla (560-636), dice que “Dios quiso que las almas de
los justos ocuparan en el cielo, el lugar vacío que había dejado los
ángeles rebeldes”. San Macario (290-347), afirmaba que los ángeles
caídos “son tan numerosos como las abejas”; y San Atanasio,
patriarca de Alejandría (295-373), hablaba que el espacio está
repleto de demonios. Desde entonces no hubo lugar para estos
espíritus del mal en el cielo (Apocalipsis 12,8); teniendo como
morada dos lugares:
El infierno o gehenna (en griego):
Donde el fuego nunca se apaga (Mateo 5,22; 13,49-50; Marcos
9,43-48); llamado también como el abismo (Lucas 8,31; Apocalipsis
11,7; 17,8; 20,1-3); Horno de fuego (Mateo 13,42); lugar de tormento
(Lucas 16,28) y de tinieblas (Mateo 8,12). Porque “Dios no perdonó a
los ángeles que Pecaron, sino que los arrojó al infierno y los dejó
en tinieblas; encadenados y guardados para el juicio” (2 Pedro 2,4;
véase también Juan 16,11; Judas 6).
Santa Francisca Romana (1384-
1440), tuvo una visión en la que ve en diferentes partes del
infierno y con diferentes tormentos, a los ángeles que se pusieron
delante de Lucifer, según el grado y jerarquía que tenían antes,
deben sufrir más los de mayor categoría. Igualmente, en una sección
de exorcismo el P. Cándido Amantini se dirigió al espíritu inmundo
con ironía: ¡Vete de aquí, el Señor te ha preparado una bella casa,
y muy caliente!”. A lo que el demonio contestó: “Tú no sabes nada.
No fue El (Dios) quien hizo el infierno. Fuimos nosotros. El ni
siquiera se lo había pensado”.
Desde entonces el “reino de los
cielos” y el “reino del averno” tienen varias diferencias: del
primero es luz, bien, amor, felicidad y sabiduría; del segundo,
oscuridad, mal, odio, amargura y confusión (comparar con Hechos
26,18; Romanos 13,12; Efesios 5,11, 1 Tesalonicenses 5,5).
Satanás y sus ángeles fueron
lanzados a la tierra (Apocalipsis 12,9). Por eso, Jesús lo llama
como “príncipe de este mundo” (Juan 14,30; 16,11); Para San Pablo es
“el dios de este mundo” (2 Corintios 4,4); que junto con los
espíritus del mal habitan en el aire (Efesios 2,2) o en el cielo
(Efesios 6,12). Todo el mundo yace en poder del Maligno (1 Juan
5,19); su poder es poder de tinieblas (Lucas 22,53) y lo ejerce en
el mundo (Lucas 13,16); no porque lo haya creado, sino porque está
lleno de pecado y pecadores (Génesis 6,5-6.11-12; 7,1; 8,21;
Eclesiastés 4, 1-3); el mundo viene de Dios, y lo mundano del Diablo
(1 Juan 2,16).
Los libros apócrifos del judaísmo,
como (Henoc 53,3), describe a los demonios como ángeles caídos o
como hijos de Dios que descendieron sobre la cima del monte Hermón
para perseguir a las hermosas hijas de los hombres. Al copular con
ellas, los ángeles lujuriosos engendraron hijos gigantes de voraz
apetito a los que se llamó “nefilim”(que significa “derribadores”),
y que finalmente se comen los unos a los otros; esta idea se
conserva aún en (Génesis 6,1-4.11). En estos mismos textos se nombra
a Satanás en compañía de otros demonios como Azazel, Belial,
Belcebú, Mastema, Samael. También en el libro de las Revelaciones,
la ciudad de “Babilonia” la grande (equivalente a la Roma imperial),
era considerada como “vivienda de demonios, guarida de toda clase de
espíritus impuros” (18,2).
Del mismo modo, antiguas
tradiciones talmúdicas de los hebreos, se nombran al ya mencionado
Azazel, “el demonio del desierto”; en recuerdo del rito de expiación
en el que el sumo sacerdote cada año, imponía las manos sobre la
cabeza de un chivo o macho cabrío; así descargaba todos los pecados
de los israelitas y luego enviaban al animal al desierto, donde
según su creencia, habitaba este ser maligno (Levítico 16, 5-10). En
tiempos de Jesucristo como los judíos ya no vivían en el desierto,
despeñaban el animal por un barranco distante unos 20 kilómetros de
Jerusalén. El desierto es el lugar de descanso de los “espíritus
impuros” (Mateo 12,43; Isaías 34,14); el arcángel San Rafael
encadenó al demonio en la parte más lejana de Egipto (Tobías 8,3).
Siendo este el mismo escenario en que el Mesías resistió después de
cuarenta días de ayuno, las tres tentaciones del Diablo (Lucas 4,
1-13).
II. LOS
DEMONIOS EN LA BIBLIA
En el Nuevo Testamento, el
“Diablo” aparece siempre asociado al pecado (1 Juan 3,8). Ya desde
la caída de Adán y Eva, los seres humanos tienen la libertad de
escoger entre el bien o el mal (Génesis 3,22; Santiago 1,13); desde
entonces estamos sometidos a continuas pruebas (1 Corintios 10,13; 2
Corintios 2,11; Santiago 1,12); y aunque por nuestra inclinación al
mal estamos “cautivos a voluntad de él” (2 Timoteo 2,26); Podemos
hacerle frente mediante la oración (Mateo 26,41; 1 Corintios 7,5),
la Confianza en Dios (Romanos 8,31; 2 Pedro 2,9), y en Jesucristo (1
Juan 5,18). Por eso, no hay que darle oportunidad al Diablo (Efesios
4,27), pues hay una continua batalla entre los hijos de la luz, y
los hijos de las tinieblas (Colosenses 1,12-13), hasta el día del
Armagedón (Apocalipsis 16,16). San Agustín enseñaba que “el que se
Aparta de Cristo, es presa fácil del demonio” (Compara con 2 Timoteo
2,26); como ocurrió con “Caín, que era del maligno” (1 Juan 3,12);
el rey David, cuando mandó a censar al pueblo hebreo sin
autorización del Señor (1 Crónicas 21,1); los judíos cuando hacían
sacrificios a los demonios (Salmo 106,37); Judas el “traidor” (Lucas
22,3; Juan 13, 2-4.27); Ananías (Hechos 5,3); “cierto mago, falso
profeta, judío, llamado Barjesús (o Elimas), hijo del diablo”
(Hechos 13,6.10); También Himeneo y Alejandro “cayeron en manos de
Satanás”(1 Timoteo 1,18-20); otro seguidor del Tentador fue Simón el
Mago, quien gozaba de los favores de Nerón, se granjeó la enemistad
de San pedro, quien hizo fracasar uno de sus trucos públicos (estaba
levitando),haciendo la seña de la cruz.
No puede haber ninguna relación
entre “Cristo y el demonio” (2 Corintios 6,15); ni “beber de la copa
del Señor y, a la vez, de la copa de los demonios; Ni pueden
sentarse a la mesa del Señor, y a la vez, a la mesa de los demonios”
(1 Corintios 10,21); Ya que unos son “hijos de Dios” mientras que
otros son “hijos del diablo” (Mateo 13,38; 1 Juan 3,10). Al
respecto, el escritor de Las Homilías Clementinas, obra apócrifa del
siglo II, afirmaba que Dios rige el mundo con ambas manos. Con la
“mano izquierda” (el Diablo) trae sufrimiento y aflicción; y con la
“mano derecha” (Jesús), salvación y felicidad.
III. LOS DEMONIOS EN LAS
DISTINTAS CULTURAS Y TRADICIONES
En las diferentes civilizaciones
del Oriente, y en las culturas y religiones ancestrales, se
encuentran dioses del mal, espíritus malignos, guardianes del
infierno, príncipes de las regiones subterráneas o señores de la
muerte; como fueron Seth y Anobis en Egipto, Tiamat en Babilonia,
Pazazú en la antigua Mesopotamia, Tifón y Pan para los griegos, Loki
en los pueblos germanos y escandinavos; en Camboya, Birmania, Siam,
Indonesia y Japón se menciona a Yama, en Siberia o Mongolia lo
llaman Erlik, Manitu para los indígenas norteamericanos, es también
Arimám y los Daevas en el Zoroastrismo; Shiva, Kali y los Asuras en
el Hinduismo; Aka-oni y ao-oni en el Budismo, y Mara el Maligno, el
diablo que según la tradición se le apareció a Buda con una serie de
tentaciones, igualmente se opone a los budas (iluminados) y a sus
enseñanzas para conseguir la iluminación.
Para los musulmanes es Iblis, el
diablo que Mahoma sacó del Talmud judío a las páginas del Corán;
aquí se describe que su caída se debió por no haber querido rendir
homenaje al primer hombre, desobedeciendo de esta forma el mandato
divino. Ibis, es el “espíritu del mal” que induce al hombre al
pecado. El Corán también lo considera como el más importante Jinn,
seres que viven generalmente en las montañas de Kaf que rodean al
mundo. Adoptan diferentes formas, se asemejan a diablos y se
opusieron a los ángeles. En el día de juicio final; será aniquilado
por el triunfo del Islam, y proclamado por el profeta Jesús.
Por otra parte, los escritores
bíblicos identificaron a Baal, dios de Fenicia y Caldea; Nergal
según los asirios y babilonios, cuyo culto fue introducido en
Samaria por los habitantes de Cuta (2 Reyes 17,30); Zeus (para los
griegos) o Júpiter (para los romanos), como verdaderos ídolos del
demonio (1 Corintios 10,20; 2 Corintios 6,16; Apocalipsis 9,20).
Asimismo, Corriente heréticas condenadas por la Iglesia Romana como
los Gnósticos, Maniqueos, Priscilianos, Cátaros y Bogomilos;
limitaban el poder del Altísimo por el del Diablo, hasta hacer de él
un dios. Incluso, los Andrónicos fue una secta heterodoxa que
enseñaba que la parte superior del cuerpo humano era obra de Dios, y
la parte inferior (incluyendo los genitales) era de Satanás.
Finalmente, sobre el aspecto
físico del Hijo de las Tinieblas se conservan antiquísimos dibujos,
estatuillas de bronce, pinturas rupestres, mascaras y descripciones
legendarias. En todas ellas hay aspectos según la imaginación
popular que lo presentan como una figura de tamaño pequeña, cuernos,
cabellos largos y enredados, la cara llena de arrugas, dientes
filosos y lengua bífera, barba de chivo, cuerpo cubierto de escamas
o víboras, enorme giba, cojo, pezuñas, larga cola y alas de
murciélago.
LA CORTE INFERNAL
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
En el texto “Sanctus Regnum”, la
jerarquía del infierno es la siguiente: Espíritus Superiores,
Espíritus Principales, Espíritus Subordinados y Legiones Infernales.
Por otro lado, los padres de la iglesia identificaron en los
escritos bíblicos que Lucifer, el Dragón, el rey de Tiro y el
Diablo; son todos ellos el mismo Satanás. Sin embargo, cada uno
presenta características especiales:
LA TRINIDAD SATANICA:
Conformada por el anti- Padre (el dragón- Diablo); el anti- Hijo (el
Monstruo- la Bestia); y el anti- Espíritu Santo (el Falso Profeta).
(Apocalipsis 16,13; 20,10).
LUCIFER (LUZBEL):
Su nombre significa “estrella de la mañana” o “portador de la luz”.
Era el más bello, sabio y poderoso de los ángeles; su caída fue como
un “lucero al amanecer” (Isaías 14,12-15), “se le dio las llaves del
pozo del abismo” (Apocalipsis 9,1).
DIABLO:
del griego “Diabolos”, en hebreo “SATÁN”, equivalente
a “contradictor”, “obstructor”, “calumniador”, “acusador” o
“detractor”. Taciano, discípulo de San Justino (s. II), decía que
“el Diablo es el primogénito de los demonios, y jefe principal. Su
posición sólo significa que el fue el primero en pecar, y
convertirse en ángel caído”. Es el “DRAGÓN” que peleó con sus
ángeles contra San Miguel (Apocalipsis 12,7); la palabra Dragón,
simboliza un animal de gran tamaño, terrible crueldad y espantosa
forma. Es también “la serpiente antigua” (Apocalipsis 12,9; 20,2);
La misma que tentó a la primera mujer en el paraíso (Génesis 3,1.5;
2 Corintios 11,3), y a todo el mundo (Apocalipsis 12,9). Es además,
el “ángel acusador” que sube hasta la presencia de Dios, para pedir
permiso de poner a prueba a Job (1,6-12; 2,1-6). El profeta Zacarías
ve en una visión a Josué, el sumo sacerdote; en presencia del ángel
del Señor y el ángel acusador (3,1); Igualmente, es el enemigo de
los israelitas (1 Crónicas 21,1), y el acusador de todos los hombres
(Apocalipsis 12,10). Existe una curiosa tradición hebrea que dice
que Satanás acusa a los hombres delante de Dios, todos los días,
menos en uno: en el día nacional de la penitencia, el “Gran Perdón”
(Yom Kippur).
Satanás es el causante del
sufrimiento (2 Corintios 12,7), la enfermedad (Job 2,7), la maldad
(1 Samuel 18,10), la muerte por el pecado (Romanos 5,12); siembra la
cizaña (Mateo 13,25.39), persigue a los cristianos (Apocalipsis
2,10), opositor de Cristo (Mateo 16,23; Lucas 22,52-53; 1 Juan
2,22). “Homicida desde el principio y padre de la mentira” (Juan
8,44); es el “maligno” (1 Juan 5,19); el “enemigo” (Lucas 10,19); el
“tentador” (Mateo 4,3; 1 Tesalonicenses 3,5); el “engañador”
(Apocalipsis 12,9); el “cazador” (Salmo 91,3); el “malo” (Mateo
13,19); “ladrón y salteador” (Juan 10,1). Algunos otros nombres que
le dieron los Padres de la Iglesia; son: tirano, el exterminador,
corrompido, maldito, apóstata. San Ireneo (s. III) lo llama “ángel
rebelde”, y Tertuliano (160-230) “el mono de Dios”.
Otros
ángeles caídos mencionados en la Biblia, Son:
ABADON (HEBREO) O APOLION
(GRIEGO):
Que quiere decir “destructor” o “ruina”; es considerado “El jefe de
las langostas. Que es el ángel del abismo” (Apocalipsis 9,11).
ASMODEO:
Demonio de la maldad y la muerte. Es el espíritu maligno que mató a
siete maridos a Sara (Tobías 3,8); y que fue encadenado en el
desierto por San Rafael
BEELZEBU:
“Señor de las moscas”, llamado el “príncipe de los demonios” (Mateo
10,25). Los Fariseos acusaban a Jesús de recibir poder de este
espíritu del infierno (mateo 12,24; Juan 8,48-49.52). Los rabinos
judíos también lo llamaban Ecrón (2 Reyes 1,2), que significa “señor
del estiércol”
BELIAL:
El “inútil” o el “impío” en hebreo. En los manuscritos del mar
muerto, aparece como uno de los nombres del demonio que utilizó San
Pablo (2 Corintios 6,15).
DEMONIO:
Del griego “Daimon”, significa en plural “espíritus impuros”
“daimonion” (Apocalipsis 18,2); Son “malignas fuerzas
espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio
sobre este mundo oscuro” (Efesios 6,12). Pueden llegar a ser
“legión”; es decir, “muchos” (Marcos 5,9). En tiempos de Cristo este
término numérico indicaba una unidad militar compuesta por seis mil
soldados romanos.
LEVIATAN:
Palabra hebrea que traduce “animal solapado”, representado en la
Biblia en forma de serpiente, cocodrilo, bestia marina o dragón del
abismo (Isaías 27,1). La destrucción de Leviatán por Dios,
simboliza la derrota definitiva de los enemigos de Israel.
Asimismo, el P. Gabriel Amorth,
sacerdote exorcista de la diócesis de Roma, afirma que los nombres
de los demonios, como de los ángeles indican su función. Los
espíritus malignos más importantes tienen nombres bíblicos o dados
por la tradición: Satanás, Beelzebul, lucifer, Asmodeo, Meridiano,
Zabulón. Igualmente, se ha querido relacionar la corte infernal con
los siete pecados capitales: Satán (la ira), Mammon (la codicia),
Leviatán (la envidia), Belfegor (la pereza), Belcebú (la gula),
Asmodeo (la lujuria) y Lucifer (la soberbia). Otros nombres indican
más directamente el objetivo que se proponen: destrucción,
perdición, ruina o también males individuales: insomnio, terror,
discordia, envidia, celos o lujuria.
JESUS Y LOS DEMONIOS
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
Los judíos enemigos del Mesías,
creían que “tenía un demonio” (Juan 7,20; 8,48; 10,20); No obstante,
“El Hijo de Dios se ha manifestado para deshacer la obra del diablo”
(1 Juan 3,8; 4,4). Satanás no puede impedir la edificación del Reino
de Dios en la tierra, porque “será expulsado el que manda en este
mundo” (Juan 12,31). Los demonios saben que hay un Dios y tiemblan
de miedo (Santiago 2,19); además, Cristo Jesús “a los Espíritus
impuros da órdenes, y le obedecen” (Marcos 1,27). Ellos reconocen
que es “el Santo de Dios” (Marcos 1,24), el “Hijo del Dios Altísimo”
(Marcos 5,7). Incluso, el Señor “expulsó a muchos demonios; pero no
dejaba que los demonios hablaran, porque ellos le conocían” (Marcos
1,34). La liberación de espíritus malos por el Hijo del hombre, era
una prueba de que el reino de Dios, había llegado (Mateo 12,28;
Marcos 3,26), y a los fariseos que fueron a prevenirlo sobre la
amenaza de muerte del rey Herodes, les responde: “Id, y decid a
aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y
mañana, y al tercer día termino mi obra” (Lucas 13,32).
Jesús anduvo en la tierra
“haciendo el bien y sanando a todos los que sufrían bajo el poder
del diablo” (Hechos 10,38); en su ministerio terrenal realizó
muchas liberaciones, como a un hombre que tenía un espíritu impuro
en la sinagoga de Capernaum (Marcos 1,21-26); al endemoniado de
Gerasa (Marcos 5,1-13); a la hija de una mujer de cananea (Mateo
15,21-28); a María Magdalena a la que le expulsó siete Demonios
(Marcos 16,9); a un muchacho por pedido de su padre (Mateo
17,14-19); y a muchos otros endemoniados (Marcos 1,32.39; Lucas
6,18; 7,21;13,32). Además curó a otras personas que tenían
incapacidades físicas atribuidas al Maligno (Mateo 12,22; Marcos
9,25); y de diferentes males, enfermedades y dolores (Mateo 4,24;
9,32; Marcos 1,26).
El Señor Jesús les confiere este
poder a los apóstoles y discípulos (Mateo 10,1.8; Marcos 6,7.12-13;
Hechos 5,16; 8,6-7); para que lo hagan en su nombre (Lucas 10,17);
también fue hecho por uno que no pertenecía al grupo de los doce
(Marcos 9,38-39); por el apóstol Pedro (Hechos 5,16); por el diácono
Felipe (Hechos 8,6-7); y por el apóstol Pablo (Hechos 16,16-18).
Esta será una de las señales dadas a los que creen (Marcos 16,17);
pero a los que no seguían sus mandatos, no tenía efecto (Hechos 19,
13-15).
LIBERACIONES Y
EXORCISMOS
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
“Desenmascarar al Demonio es
vencerlo”.
San Ignacio de Loyola.
I. EL RITO DEL EXORCISMO
La Iglesia Católica define el rito
del “exorcismo”, como la acción de sacar a los malos espíritus
introducidos en una persona (posesión diabólica), y llenar ese vacío
con las gracias del Espíritu Santo (Gálatas 5,22-23; Romanos 8,14).
Los Santos Padres de la Iglesia como San Justino mártir (s. II),
Tertuliano (s. III), Orígenes (s. III), y San Cipriano (s. III),
practicaban la liberación de endemoniados, además enseñaban que cada
cristiano era un exorcista. Posteriormente, el Papa Cornelio hacia
el año 251, creó una categoría de individuos con este poder
carismático (1 Corintios 12,4); que fue concedido después para los
sacerdotes y los diáconos con la autorización del obispo.
El actual canon 1172 del Código de
Derecho Canónico, establece que este ministerio de la pastoral de
los enfermos sea realizado exclusivamente por los obispos; sólo
ellos pueden ejercerlo o nombrar de una manera estable o para un
caso especial, a un presbítero designado por el ordinario. Los
sacerdotes exorcistas hacen una oración de liberación y los laicos
pueden ayudar con oraciones de intercesión. El sacerdote no
exorcista oficial puede hacer el exorcismo menor, auxiliado a su vez
por los familiares del enfermo, grupos parroquiales de oración,
movimientos como la Renovación Católica Carismática en el Espíritu
Santo. Los fieles seglares no pueden ser exorcistas ni hacer oración
de liberación.
La Santa Sede en el año 1999 ha
Autorizado también un nuevo manual que remplazó al de 1614, año en
que el papa Pablo V lo aprobó. El actual libro es llamado el “Exorcismus
et Supplicationibus Quibusdam”, que contiene una serie de
oraciones, ritos y gestos a seguir, en un verdadero exorcismo del
ritual romano. En el año 2005, el Vaticano realizó el primer curso
internacional llamado “Exorcismo y Oraciones de Liberación”, en La
Pontificia Universidad Regina Apostolorum, como respuesta al aumento
de casos de satanismo entre los jóvenes y la incapacidad de los
sacerdotes de tratar estos temas. En el mismo participaron
sacerdotes, teólogos, médicos, psicólogos, psiquiatras y
antropólogos expertos en el tema. El plan de estudio contenía:
aspectos antropológicos y sociológicos del satanismo; cómo detectar
al demonio en el cine, la música, la literatura, los videojuegos y
el Internet; fundamentos bíblicos, históricos y teológicos del
satanismo; aspectos pastorales y litúrgicos del exorcismo.
Este sacramental (signo sagrado),
solo se puede efectuar después de haber agotado todos los recursos
de la medicina moderna y el campo de la psiquiatría. Hay que
diferenciar también una verdadera posesión, de una infestación,
obsesión u opresión diabólica, de la que simplemente se requiere una
oración de liberación (exorcismo menor) que también se utiliza en
lugares, casas o cosas que estén bajo una influencia demoníaca.
Expertos en el tema como fue monseñor Corrado Balducci, estudioso de
la demonología, y el padre Gabriel Amorth, fundador y presidente
honorífico de La Asociación Internacional de Exorcistas; están de
acuerdo en reconocer que solamente dos o tres casos de 100, son
verdaderas posesiones satánicas, los otros en su gran mayoría son
atribuidas a enfermedades mentales.
Existen dos categorías de
exorcismos:
1.
El exorcismo ordinario: con el bautismo solemne que
consiste en sustraer al bautizado manchado por el pecado origina, el
poder de Satanás.
2.
El exorcismo extraordinario: es el practicado por un
sacerdote para expulsar los espíritus malignos que se han
posesionado de una persona.
Ya en cuanto las causas por las
que un demonio toma posesión del cuerpo de una persona (nunca del
alma), puede ser:
-
Por permiso de Dios.
-
Porque es victima de un maleficio.
-
Por un grave estado de pecado endurecimiento en el
individuo.
-
Por contacto asiduo con lugares o personas dedicadas
a la magia, la hechicería, la brujería, el satanismo, el ocultismo,
y últimamente las prácticas de la Nueva Era.
Los signos señalados por el ritual
como síntomas de una verdadera posesión satánica son:
A.
Señales físicas:
-
Experimentar transformaciones en la cara o en el
cuerpo.
-
Cambio en el tono de la voz, acompañada de gruñidos,
quejidos o gritos.
-
Enfermedades como un improvisado dolor de cabeza, un
peso insoportable en la mano, ardor en la cabeza, dolor de estómago
repentino, ataques de tos, vomito o somnolencia.
-
Expulsar por la boca objetos extraños, vidrio o
animales como sapos, moscas o lombrices.
-
Las pupilas de los ojos se mueven casi completamente
de arriba a bajo, o desaparecen.
-
Poseer una fuerza superior a su edad o su naturaleza
humana.
-
Efectuar violentas convulsiones y torsiones en el
cuerpo.
-
Adoptar posturas del cuerpo aberrantes o de
sexualidad deformada.
-
Tener la capacidad de hacer volar los objetos.
-
Elevarse en el aire o caminar sobre las paredes.
-
Un olor nauseabundo y penetrante.
B.
Señales psíquicas:
-
Demostrar odio hacia Dios, la Virgen, los santos, la
cruz, las imágenes, lugares y objetos sagrados.
-
Hablar lenguas desconocidas (especialmente el arameo)
o entenderlas a quien las habla.
-
Conocer cosas ocultas.
-
Predecir acertadamente acontecimientos futuros.
-
Sufrir una transformación de su personalidad
habitual.
Todo esto tiene que manifestarse
durante el exorcismo y nunca antes. Los exorcismos pueden durar
días, meses e incluso años, cuando la persona es victima de varios
demonios, el jefe es siempre el último en salir.
Entre las normas que debe observar
los exorcistas y el rito del exorcismo, conviene recordar las
siguientes:
1.
Debe ser un sacerdote preferiblemente de edad madura,
y con permiso del obispo.
2.
Debe tener gran piedad, prudencia e integridad de
vida.
3.
Debe ser instruido en estos asuntos para evitar
lamentables equivocaciones.
4.
Debe conocer las señales que demuestren que la
persona sufre de una verdadera opresión demoníaca.
5.
Debe conocer las artimañas que emplea el demonio para
engañarlo, como hacerle creer que el enfermo no padece opresión
maligna al permitirle recibir los sacramentos como la Eucaristía.
6.
El sacerdote no deber terminar el exorcismo hasta
estar completamente seguro que el demonio ha sido expulsado, ya que
algunas veces se ocultan y dejan casi libre al cuerpo.
7.
Evite el exorcista quedarse en preguntas inútiles o
curiosas. Ordene callar al espíritu inmundo y limitarse a contestar
lo que se le pregunte. No le crea si afirma que es un espíritu bueno
o el alma de un difunto o de un santo.
8.
Son necesarias las preguntas referentes al nombre de
los espíritus, el tiempo de su ingreso, y las causas que lo
originaron, como por ejemplo por una acción mágica, o por la
utilización de instrumentos maléficos como la tabla guija.
9.
El exorcismo debe hacerse con autoridad, gran fe,
humildad y fervor.
10. Observe qué palabras asustan más al demonio y
repítalas frecuentemente.
11. El exorcista no debe indicar ninguna medicina al
enfermo. Esto debe dejarlo al médico.
12. Los que padezcan de maleficios no deben acudir a
magos, hechiceros, brujos, curanderos o síquicos para ser liberados;
y deben evitar toda superstición.
II. LAS ARMAS ESPIRITUALES
CONTRA LOS DEMONIOS
Las mejores armas contra las
fuerzas del infierno son: El sacramento del bautismo, que nos
incorpora al cuerpo místico de Cristo, y nos protege contra el
diablo; al igual que la confesión y la eucaristía. La oración del
Padre Nuestro, cuando Cristo nos invita a repetir: “No nos expongas
a la tentación, sino líbranos del maligno” (Mateo 6,13). Los
exorcistas tienen que recurrir a la fe en Jesús (Mateo 17,19-20), la
plegaria (y el ayuno) (Marcos 9,29). Otros sacramentales utilizados
son el agua bendita, la sal y El santo óleo; crucifijos, reliquias
de santos, la oración de los salmos. El creyente puede recurrir a
devociones particulares como el rezo del rosario, el vía crucis,
cargar el escapulario o la medalla milagrosa; o pedir la intercesión
de San Miguel arcángel y de la Bienaventurada Virgen María.
III. EJEMPLO VARIOS
Juan Pablo II realizó tres
exorcismos durante su pontificado, el más conocido fue en 1982, a
una joven italiana de nombre Francesca que se revolcaba en el piso
durante la audiencia general en el Vaticano. El papa comenzó a orar,
pronunciado varias palabras de exorcismo, pero en vano. Cuando, al
final, le dijo a la mujer: “mañana diré misa por ti”, la mujer
volvió súbitamente a la normalidad y pidió disculpas al vicario de
Cristo.
El ya mencionado padre Gabriel
Amorth, cuenta en su libro “Narraciones de un Exorcista”, el caso de
“un presbítero que ayudaba al padre Cándido Amantini. Estaban
exorcizando a un jovencito a quien, en cierto momento, se le
encendieron los vestidos. De la combustión salió un acre olor de
azufre y el demonio se dirigió al sacerdote ayudante prometiéndole
que la pagaría cara. Un buen día, ese sacerdote regresaba de Nápoles
a Roma en automóvil. Se sentía escoltado por unas luces laterales
que no podía explicarlas, por lo cual pensó en detenerse en una
estación de servicio. Cuando estaba llegando, el auto se incendió.
El sacerdote alcanzó a detenerse, a quitar las llaves y a escapar.
Acudieron algunos automovilistas que gritaban: ` ¡Hay alguien
dentro! ¡Se ve una persona!´ Aquel sacerdote en vano aseguraba que
iba solo. En un momento dado, se sintió que aceleraban el motor y la
maquina comenzó a avanzar lentamente, como una bola de fuego, hacia
las bombas de gasolina. Al mismo tiempo se hizo sentir en el aire un
acre olor de azufre. El sacerdote reconoció el mismo olor que había
percibido durante el exorcismo y se puso a orar. Súbitamente el auto
se detuvo, pero continuó quemándose hasta su total destrucción”.
El sacerdote jesuita Francisco de
Paula Solá, quien fue exorcista oficial de la Diócesis de Barcelona
(España), narra en el libro “Posesiones y Exorcismo en Profundidad”,
dos espeluznantes casos: el primero ocurrió en Zaragoza en un
colegio de religiosas al que iba cada día a decir misa. Había allí
un grupo de niñas huérfanas y una de ellas mostraba un
comportamiento extraño. Tenía entre once y doce años. El religioso
comenzó a tratarla y observó que se negaba a confesar y que además
profanaba la sagrada hostia, ya que al ir a comulgar se la sacaba de
la boca y la guardaba en el bolsillo. También las monjas le hallaron
cartas en las que se dirigía al Diablo, además en las clases de
religión adoptaba extrañas posturas. El padre Solá procedió a
hacerle un exorcismo. Así la llevaron, oponiendo gran resistencia, a
la capilla del colegio para realizar el ritual. Cuando estaban ante
la pila bautismal el sacerdote la roció con agua bendita. Entonces
se agitó violentamente como si le quemara. En una de sus
convulsiones, dio un gran salto, pasó por encima de la pila
bautismal y salió volando por los aires en posición horizontal, a
una altura de metro y medio del suelo. Pasó por encima de las bancas
y atravesó toda la capilla de extremo a extremo, hasta chocar
violentamente contra el altar mayor. Echando a correr la encontraron
en el presbiterio, al pie del altar mayor, girando vertiginosamente,
tenía los brazos y las piernas entrecruzadas como una gran bola.
Tras varias oraciones, la niña quedó liberada y al volver en sí no
recordaba nada de lo que había sufrido.
El otro caso que cuenta el mismo
jesuita ocurrió en París (Francia), quien junto a otro exorcista se
enfrentaron a una posesa de dieciocho años. Cuando los clérigos le
hablaron del poder de Jesús y la Virgen sobre los ángeles caídos, la
muchacha alterada empezó a pasearse de un lado a otro, de repente
empezó a subirse por la pared, como si anduviera por el suelo sin
que la falda que llevaba y su cabellera le cayeran hacia abajo.
La película “El Exorcista” está
basada en una historia real ocurrida en St. Louis (Estados Unidos),
en 1949. Se trata de un chico de trece años aficionado a la práctica
de la tabla ouija, y un sacerdote y profesor universitario jesuita
que lo liberó, pasando dos meses con él, durante los cuales
presenció numerosas manifestaciones paranormales como la elevación
de la cama donde se encontraba el menor. El muchacho, que había sido
desahuciado por los médicos, pronunciaba durante las sesiones de
exorcismo gritos y maldiciones en latín, lengua que jamás había
estudiado, ladraba como un perro y se retorcía en convulsiones. En
su piel se formaban símbolos, caras satánicas, e incluso palabras,
tales como: “spite” (odio) o “hell” (infierno); aunque lo peor eran
unas largas rayas que emergían con fuerza y rasgaban su piel como si
estuviera siendo arañado por garras.
Durante la última sesión se
presentaron las contorsiones más violentas, tras el ataque final, se
oyó un sonido fuerte y una luz muy brillante iluminó la estancia, el
adolescente se levantó de la cama, y dijo: “San Miguel ha venido.
Esto se ha acabado”, después permaneció tranquilo, y desde entonces
cesaron todas las manifestaciones diabólicas que se recrean
extraordinariamente en la película, con la sola diferencia que en la
cinta el poseso es una niña.
La película “El exorcismo de Emely
Rose” también está basada en una historia real, vivida y padecida
por una muchacha alemana llamada Anneliese Michel, estudiante
católica que murió a los 23 años de edad en 1976, en medio del
exorcismo practicado por un sacerdote que intentaba liberarla de sus
males, y que fue juzgado por negligencia. Para los médicos de
entonces, las causas de la muerte eran claras: desnutrición y
deshidratación, con un peso de 35 kilos. El presbítero que la
atendió no supo cuidar su organismo que se consumió en pocos días.
La vida de la chica era normal
hasta cuando cumplió los 14 años y sufrió un sorpresivo ataque que
la arrojó al suelo, provocándole convulsiones, gritos, espuma en la
boca y otros síntomas que en un principio fueron identificados como
epilépticos. La muchacha cayó en una postración total, con
alucinaciones y visiones de seres que ella calificaba como
demoníacos. Fue entonces cuando sus familiares decidieron buscar la
ayuda de este sacerdote que le practicó no más de medio centenar de
exorcismos en medio de vómitos, gritos y grabaciones de voces
macabras que son reproducidas en la cinta. Tanto el sacerdote como
sus padres fueron condenados a la cárcel por seis meses porque en
todo momento rechazaron la ayuda que un hospital local les ofreció.
Con el paso del tiempo la tumba de Anneliese se ha convertido en
centro de peregrinación de muchos creyentes que la consideran una
santa.
En junio del 2005, la religiosa
Maricica Irina Cornici, murió a causa de los ritos de exorcismo de
un sacerdote y cuatro monjas en un convento cristiano ortodoxo en
Rumania. La joven de 23 años, que conoció en su corta vida el
orfanato y el claustro del monasterio, fue amordazada, amarrada con
cadenas a una cruz de madera y no recibió alimento por seis días. Su
deceso ocurrió en el monasterio Santa Trinidad, de la localidad de
Tanacu (Rumania). El sacerdote Daniel Corogeanu, y cuatro monjas
retuvieron a la joven el 10 de junio, le ataron las manos y las
piernas y le metieron una toalla en la boca. El clérigo ortodoxo
sostuvo que sor Irina estaba poseída por Satanás y los malos
espíritus; que era violenta, echaba espuma por la boca, rechazaba el
agua bendita, y lanzaba insultos en la iglesia durante la misa
celebrada el 15 de junio para su salvación; por lo tanto, tuvieron
que inmovilizarla. Agregó que cuando la monja se calmó la desataron,
le dieron té con pan, después se desmayó y sufrió un infarto. El
sacerdote aseguró además que toda la comunidad religiosa de Santa
Trinidad decidió no apelar a la medicina moderna y tratar de curarla
mediante la oración. Los médicos forenses precisaron que la muerte
de la mujer se debió a una violencia física muy grave.
El portavoz del Patriarcado de la
Iglesia Ortodoxa Rumana, Costel Stoica, añadió que lo sucedido “no
tiene precedentes en la historia de la vida monástica oriental”.
Stoica explicó que el exorcismo en la Iglesia Ortodoxa es de hecho
la “oración de `San Basilio el Grande´, que se lee a solicitud de la
persona que pide la ayuda de Dios contra el Diablo en la iglesia o
en la casa del creyente, y es suministrado a gran escala”. Tanto el
clérigo que realizó el exorcismo y las cuatro monjas fueron acusadas
de “asesinato con crueldad”. Los jerarcas de la Iglesia Ortodoxa
excomulgaron al sacerdote, excluyó a las religiosas y cerró el
convento.
En marzo del 2006, en una región
rural del departamento del Tolima (Colombia), cuatro hombres
asesinaron a su hermano menor para sacarle el Demonio. Según los
parricidas dicho espíritu infernal que se había posesionado del
cuerpo de Rafael Cuéllar Vargas, tenía cabeza de dragón, se llamaba
“La Cola de Satanás”, y terminó siendo abatido a punta de golpes con
un garrote por parte de los hermanos mayores de la victima.
LA VIRGEN MARIA Y
LOS DEMONIOS
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
En las Sagradas Escrituras hay dos
referencias que narran la enemistad entre la Madre del Redentor y el
Príncipe de las Tinieblas. La primera de ella la encontramos en el
llamado proto-Evangelio, cuando después de la caída de nuestros
primeros padres, Dios le dice a la serpiente: “-Por esto que has
hecho, maldita serás entre los demás animales. De hoy en adelante
caminarás arrastrándote y comerás tierra. Haré que tú y la mujer
sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia”
(Génesis 3,14-15). La segunda, está en el Apocalipsis (o
Revelación): “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer
envuelta en el sol como en un vestido, con la luna bajo sus pies y
una corona de doce estrellas en la cabeza. La mujer estaba encinta,
y gritaba por los dolores del parto, por el sufrimiento de dar a
luz. Luego apareció en el cielo otra señal: un gran dragón rojo que
tenía siete cabezas, diez cuernos y una corona en cada cabeza…El
dragón se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para
devorar a su hijo tan pronto como naciera. Y la mujer dio a luz un
hijo varón, el cual ha de gobernar a todas las naciones con cetro de
hierro” (12,1-5).
Por otra parte, en la historia de
la salvación, encontramos escritos de santos y revelaciones
particulares que resaltan el poder de la Virgen María contra los
demonios y el mal:
San Efrén llamaba a la devoción a
María como “carta de libertad o salvoconducto para liberarse del
infierno”
A Santa Catalina de Sena le
comunicó el Padre Eterno: “Por mi bondad, y en reverencia al
misterio de la Encarnación, he concedido a María, Madre de mi
Unigénito Hijo, la gracia de que ningún pecador, por grande que sea,
que se encomiende devotamente, llegue a perder su alma en el fuego
del infierno”.
El autor del ESPEJO DE NUESTRA
SEÑORA dice que la Virgen manda a la hora de la muerte al príncipe
San Miguel arcángel, con toda su celestial milicia, para que
defienda a sus devotos, reciban sus almas y las suban al cielo en
triunfo.
Santa Brígida escuchó de la boca
de Jesucristo, que hasta el enemigo infernal habría redención, si se
humillara a pedir perdón por medio de los méritos de María
Santísima. Igualmente, afirmaba que todos los demonios la veneran y
le obedecen, y desprenden sus uñas de las almas que tenían
atrapadas por el pecado.
A San Hugo de Cluny, la Reina del
Cielo se le presenta como la vencedora de Satanás.
A Santo Domingo de Guzmán, le fue
echa la promesa de que “el rosario será un arma poderosa contra el
infierno”.
Decía San Antonio de Padua que al
invocar con fe los nombres de “Jesús y María”, se abre la tierra y
caen precipitados los ángeles del mal.
Afirma el Beato Tomás de Kempis,
que de tal manera los espíritus de las tinieblas temen a la Reina
del Cielo, que al pronunciar su nombre huyen como un fuego que
abrasa.
En una visión San Juan Bosco
increpó al Príncipe del Mal: “¿Cuáles son las armar que lo
derrotan?” Y respondió: “los que me derrotan son los que se
confiesan y comulgan con fervor, y los que son devotos de la Virgen
María”.
El santo cura de Ars interrogó a
un poseso: “¿Te posesionarás tú de nuestro país (Francia)?” –Y él
contestó: “No puedo hacerlo porque esa Señora que Uds. llaman Virgen
María, se pasea de norte a sur y de occidente a oriente impidiéndome
actuar”.
Estaban conjurando una vez a un
endemoniado, y el exorcista preguntó al Tentador: Dime, ¿Qué hace
María? A lo que respondió: baja y sube. Queriendo decir que no hace
otra cosa que bajar a traer a la tierra beneficios y hacer bien a
los hombres, y subir al cielo a presentar nuestras súplicas ante el
Divino Redentor.
En el caso de los niños de Illfurt
(1864- 1869), dos hermanos de nombres Teobaldo y José, de nueve y
ocho años; mientras Lucifer injuriaba y se burlaba de las cosas más
santas, sin hacer excepción ni siquiera de Dios mismo, nunca se
atrevió a insultar a la Virgen; y a alguien que le preguntó la
razón, le contestó: “No tenemos derecho. El títere sobre la cruz me
lo ha prohibido”.
En cierta ocasión un sacerdote
exorcista preguntó al demonio qué era lo que más le hería de la
Virgen, y respondió: “Es la más pura de todas las criaturas y yo soy
el más inmundo, es la más obediente de todas las criaturas y yo soy
el más rebelde; es aquella que no ha cometido ni el más mínimo
pecado, y por ello me vence siempre”.
Alfonso, rey de Galicia y León, en
su juventud tuvo un sueño. Vio que llegaba a la eternidad y al
querer entrar al cielo algo se lo impedía por no llevar el “traje de
la gracia y las buenas obras”. Apareció Nuestra Señora y ordenó que
pusieran en una balanza las obras buenas y malas, éstas últimas eran
mucho más numerosas, los demonios danzaban de alegría, pero la
Bendita virgen colocó su rosario en el otro lado. Los espíritus
infernales protestaron furiosos gritando que aquello era una trampa.
Nuestro Señor le dijo a la Buena Madre: “¿Por qué has hecho esto?”
–Ella respondió: “Este joven Alfonso ha rezado muchas veces mi
rosario, y yo con esto quiero pedirte que no lo dejes condenar
porque es mi devoto”. Jesucristo le hablo al rey: “¿Has visto? Mi
Madre te ha salvado porque tú le rezas con frecuencia. Te dejo un
poco de vida: pero aprovecha este tiempo para quitar del manto de tu
alma la mancha de tantos pecados, y dedícate a hacer obras buenas”.
Cuando se despertó el monarca estaba sudando de tanto miedo. Desde
ese día empezó una nueva vida, visitando enfermos, repartiendo
mercados a familias pobres, ayudando a los encarcelados, oyendo
misa, confesándose y comulgando con frecuencia, visitando iglesias y
leyendo libros religiosos. Al morir era ya un verdadero convertido.
Santa Brígida tenía un hijo muy
rebelde, ella rezaba a la Virgen cada día para que su alma no se
fuera a condenar. De pronto el muchacho decide irse para el
ejército, y en la guerra pierde la vida. Una noche la santa tuvo un
sueño. Vio que ante el trono de Dios llegaban los ángeles de la
oscuridad a protestar: “Venimos a quejarnos: porque nosotros tenemos
permiso de acercarnos a los moribundos a llevarles tentaciones de
desesperación. Pero hace unos días murió el hijo de Brígida, y
cuando él estaba herido agonizado, llegó María, La Madre de Jesús y
nos alejó a todos de allí” –Jesucristo se volvió hacia su Madre, y
Ella contestó: “Hijo: la madre de este joven me había rogado tanto
por él, que yo consideré como un gran deber acompañarlo en la hora
de su muerte, y como no había sacerdote cercano, le inspiré que
hiciera un acto de contrición y muriera rezando con mucho fervor”.
Entonces el Divino Juez le dijo a los demonios: “Lo que mi Madre
hace está bien echo, alejaos vosotros de aquí”. Después de este
sueño tan consolador, la santa no volvió a angustiarse por la suerte
eterna de su hijo.
Famosa es la historia de Teófilo,
escrita por Eutiquiano, patriarca de Constantinopla, testigo ocular
de los hechos.
Era Teófilo arcediano de la
iglesia de Adana, ciudad de Cilicia, y tan estimado por el pueblo
que lo pedían como obispo, rehusando él por humildad. Resultó que
unos malévolos lo acusaron falsamente para deponerlo de su cargo.
Teófilo se llenó de tal resentimiento, que fue a buscar a un mago
judío, y éste le propuso invocar al Maligno, para que le ayudara en
aquella desgracia. Respondió el Demonio que para merecer su favor,
primero tendría que renegar de Jesús y María, y ponerlo por
escrito. Teófilo así lo hizo.
Al día siguiente, habiendo
conocido el obispo todo el asunto, le repuso en el ejercicio de su
dignidad. Entonces conoció Teófilo lo grave de su ofensa, se va a
una iglesia y delante de una imagen de la Santa Madona le pide que
interceda por su falta. Con esta súplica estuvo cuarenta días, hasta
que una noche se hace la Señora visible, diciéndole: “¿Qué es lo que
has hecho, Teófilo? Me has negado a Mí y a mi Hijo. Y ¿A quién has
vendido tu alma? A mi enemigo y tuyo”. “Vos, Señora –respondió-, me
habéis de obtener perdón de vuestro Santísimo Hijo”. Viendo María
tanta confianza, le volvió a decir: “Consuélate, que pediré por ti”.
Al cabo de otros nueve días de
penitencia, se le presentó nuevamente la Celestial Reina, diciendo:
“Teófilo, alégrate, que he presentado en la presencia divina tus
plegarias y han sido bien oídas, y ya Dios te ha perdonado”. “No
basta, Señora –replicó Teófilo-, tiene todavía el Adversario aquel
pacto satánico, y Vos podéis hacer que se me devuelva”.
Tres días pasaron, y la tercera
noche despertó y se halló con el papel en el pecho. A la mañana
siguiente, estando el obispo en el templo, con gran cantidad de
fieles, se presenta Teófilo, y de rodillas cuenta todo lo ocurrido;
el obispo quemó en público dicho documento, y todos alababan al
Altísimo por su infinita misericordia. Tres días más tarde, murió
Teófilo, lleno de gratitud con la Madre de Dios.
UNA ORACION A MARIA DESDE EL
INFIERNO
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
En 1823 en una provincia de
Avellino (Italia), un niño de doce años, analfabeta, fue poseído por
un espíritu caído. Los padres dominicos Gassiti y Pignataro, que se
encontraban en el pueblo para una misión parroquial, le ordenaron,
en nombre de Dios, probar teológicamente, con un soneto de rimas, la
Inmaculada Concepción de la Virgen, cuestión muy discutida en esos
tiempos.
El pequeño endemoniado pronunció
el siguiente soneto:
Verdadera Madre soy yo de un Dios
que es Hijo
Y soy su Hija, aunque también su
Madre;
Ab eterno nació El es mi Hijo,
En el tiempo nací Yo, pero le soy
Madre.
El es mi Creador y es mi Hijo
Soy su Criatura y le soy Madre;
Fue prodigio divino el ser mi Hijo
Un Dios eterno, que me tiene por
Madre.
El ser casi es común entre Madre e
Hijo
Porque el ser del Hijo tuvo la
Madre
Y el ser de la Madre tuvo también
el Hijo.
Pues si el ser del Hijo tuvo la
Madre,
O se dirá que fue manchado el Hijo
O sin mancha tiene que ser la
Madre.
Treinta años después, en 1854, Pío
IX promulgaba solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción. En
el mismo año le presentaron al Pontífice el soneto improvisado en el
infierno en honor de María. Quedó conmovido y maravillado por los
versos tan teológicamente exactos, compuestos por tan singular
poeta.
DIFERENTES
APARICIONES DE LOS ESPIRITUS INFERNALES
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
San Antonio Abad (S. IV), fue
seducido por Lilith (demonio en forma de mujer para los judíos), que
recibe también el nombre de súcubo.
A su discípulo San Hilario (s.
IV), lo rodearon un círculo de mujeres desnudas. Igual tentación
tuvo San Hipólito (s. III).
San Pacomio (s. IV), vio el Diablo
como una doncella de raza negra; el santo expulsó a la diablesa de
un golpe de su mano, después, el hedor quedó impregnado durante dos
años.
San Nicolás de Mira (s. IV), se le
apareció en su monasterio un “ángel luminoso” pero con una gran
cola (comparar con 2 Corintios 11,14).
Rufino, amigo de San Jerónimo (s.
IV), llegó a visitarlo con el aspecto de Jesús.
San Martín de Tours (s. IV), en
forma de monaguillo burlón mientras oficiaba la misa.
San expedito (s. IV), fue
comandante de la legión romana, se le presentó el demonio en forma
de un cuervo, que el gritaba “Cras, Cras, Cras” (En latín “Mañana”,
“Mañana”, “Mañana”). Así lo trataba de persuadir a que dejara su
decisión para otro día de convertirse más bien en “soldado de
Cristo”.
San Macario de Alejandría (s. V),
fue hostigado por una chusma de demonios negros.
San Benito (s. VI), como un mirlo
negro.
San Eligio (s. VII), muchas
pinturas lo representan agarrando con unas tenazas la nariz de una
provocadora joven, cuya apariencia el santo obispo adivinó la
presencia del Tentador.
San Isidro Labrador (s. XII),
cuando era niño estaba oyendo misa y vio al Diablo en forma de un
niño negro que transcribía en un pergamino las conversaciones de las
mujeres chismosas.
Santa Viridiana (s. XIII), se le
presentó como dos serpientes que la mortificaron mucho los últimos
años de su vida.
Santo Domingo de Guzmán (s. XIII),
observó a un gato con un penetrante olor a azufre.
Martín Lutero (s. XVI), padre de
la reforma protestante, toda su vida fue acosado por el Diablo, así
cuando leía la Biblia se le aparecía en forma de mosca, otras veces
como un cerdo o jabalí negro.
San Estanislao Kostka (s. XVI),
rechazó en tres oportunidades con la señal de la cruz, los atacas de
un horrible mastín negro.
Santa Rosa de Lima (s. XVII), el
demonio apareció como un perro sarnoso que amenazaba con atacarla, o
como un galán seductor.
San Gerardo Mayela (s. XVIII), en
una noche de tormenta una diabólica figura le cerró el paso, pero el
santo invocando el nombre de la Santísima Trinidad lo obligó a que
tomara las riendas de su caballo y lo llevara sano y salvo al pueblo
de Lacedonia (Italia).
Santa María Francisca de las Cinco
Llagas (S. XVIII), el maligno se le presentaba en forma de un perro
rabioso que la atemorizaba, pero al hacer la señal de la cruz, y al
pronunciar los nombres de José, Jesús y María salía huyendo.
La beata estigmatizada Ana
Catalina Emmerich (s. XIX), ve en una visión de la anunciación del
arcángel San Gabriel a la Virgen María, al demonio en forma de “una
serpiente del tamaño de un niño, con la cabeza ancha y chata, y a la
altura del pecho tenía dos patas cortas membranosas, armadas con
garras, sobre las cuales se arrastraba, que parecía alas de
murciélago. Tenía manchas de diferentes colores, de aspecto
repugnante; se parecía a la serpiente del Paraíso terrenal, pero de
aspecto más deforme y espantosa”.
San Juan María Vianney (s. XIX),
el célebre “cura de Ars” sufría continuamente los ataques como un
perro negro que el llamaba el “zarpas”.
San Juan Bosco (s. XIX), describió
al demonio en un sueño como un furioso elefante o una enorme
serpiente.
Santa Gemma Galgani (s. XX),
asumía el aspecto de perro, gato, de mico negro, de pequeños
monstruos, de personas conocidas como su confesor, de hombres
feroces, como Cristo flagelante, con el corazón abierto todo
ensangrentado; o como ángel guardián, que al ser descubierto
desaparecía en una gran llamarada dejando en el suelo un montón de
cenizas.
Santa Faustina Kowalska (s. XX),
una noche después de la hora santa, mientras caminaba hacia su
celda, fue rodeada por una jauría de enormes perros negros que se
levantaron y ladraban como si quisieran despedazarla. La santa
vidente al darse cuenta que eran demonios, invocó la protección del
Altísimo, y al instante se esfumaron como un torbellino de polvo en
la calle.
Otras apariencias mencionadas son:
León, leopardo, oso, caballo, toro, camello, lobo, zorro, pavo real
y escorpión.
LOS ATAQUES
DIABOLICOS
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
Las Sagradas Escrituras dicen que
al rey Saúl, “un espíritu maligno, enviado por el Señor, lo
atormentaba” (1 Samuel 16,14).
En los primeros siglos del
cristianismo (III-V), los monjes ermitaños se retiraron a las áridas
arenas del desierto de Egipto y el Asia Menor; Esperando vencer
física y espiritualmente a los ejércitos infernales; por medio de
una vida ascética que incluía la oración, la meditación de las
Escrituras, el ayuno, la penitencia, la soledad, el trabajo manual.
Esta vida de penitencia iba acompañada de ataques físicos de los
espíritus malignos (Marcos 9,22; Lucas 22,31; 2 Corintios 12,7-9; 1
Pedro 5,8). A ellos se les daba el título de “guerreros contra el
Diablo”. Uno de los más importantes fue San Antonio (251-356),
patriarca de los cenobitas, de él Cuenta San Atanasio (siglo VI),
que Lucifer llegó a dedicarle una verdadera galería de pinturas
impuras, que el santo monje borró con agua bendita. Además, en una
ocasión un grupo de espíritus demoníacos lo golpearon hasta dejarlo
inconsciente.
A San Hilario (siglo IV), el
Diablo saltó Sobre sus espaldas para azotarlo.
A San Francisco de Asís
(1181-1226), mientras se encontraba orando una noche en una iglesia
abandonada, se le presentó una turba de demonios: uno lo zarandeaba
de un lado a otro, otro lo tiraba al suelo, el otro lo amenazaba y
uno más le echaba en cara todos sus pecados, todos de mil diversas
formas querían estorbarle en su meditación; pero no podían, porque
Dios estaba con él.
Al santo cura de Ars (1786-1859),
lo arrojaba de la cama, le soplaba en la cara, o le tiraba toda
clase de cosas.
A Santa Gemma Galgani (1878-1903),
la dejaba medio muerta en el suelo, con el rostro hinchado y los
huesos dislocados.
A San Pío (1887-1968), el fraile
estigmatizado, fue víctima de violentas golpizas en su celda del
convento de Pietrelcina.
Estas visiones demoníacas iban
acompañadas de temblores, ruidos, alucinaciones aterradoras, gritos,
blasfemias, obscenidades, tentaciones de todo tipo, a veces cantando
salmos, recitando versículos de las Escrituras o diciendo pequeñas
verdades, antes de proferir una gran mentira (1 Corintios 12,10).
Hay que recalcar que lo que no
está permitido a los demonios, es acabar con una vida humana. Así lo
testifica el relato de la prueba al santo Job, cuando Dios le dice
al “ángel acusador”: “has con él lo que quieras, con tal de que
respetes su vida” (2,6).
LA IDOLATRIA AL PRINCIPE DEL
MAL
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
A través de los tiempos ha
existido la falsa adoración al príncipe del mal, en Europa en la
edad media se les llamaba “luciferinos”; en los siglos XVI al XVIII,
los brujos y las brujas se reunían en la noche en una celebración
llamada “Aquelarre o Sabbath”; su punto de encuentro eran los cruces
de caminos, los bosques, campos de cultivos o iglesias abandonadas;
las reuniones estaban acompañadas de música, cantos y bailes en
honor del Demonio; banquetes, orgías, pisoteaban la cruz, se
postraban a los ídolos. Se decía que el Diablo se hacía presente en
forma de macho cabrío; y en señal de sumisión le besaban el trasero,
o las brujas llegaban a tener dolorosas relaciones sexuales con él
(incubo). Otras acusaciones Que el tribunal del santo oficio y la
inquisición formulaban contra las brujas eran: La práctica de la
hechicería, la magia negra, los maleficios, el mal de ojo, la
adivinación, los encantamientos, la fabricación de pócimas y
amuletos, la metamorfosis en animales, los vuelos nocturnos, el
pacto con Satanás, el envenenamiento de los ríos, la destrucción de
las cosechas, o una sequía prolongada.
En el siglo XVIII empezaron a
surgir los cultos satánicos en el viejo continente; uno de los
pioneros fue Aleister Crowley (1875-1947), quien en su “Libro de la
Ley” exalta, de manera herética, al ser humano a la categoría de un
dios, y se rebela contra los preceptos morales de los diez
mandamientos. El mismo se auto- denominó como “la gran bestia” o el
“666”, que es un número de hombre que aparece en el libro De las
revelaciones (13,18). {De hecho, si también sumáramos las letras que
forman la palabra hebrea “ha-satan” (el acusador), se obtendría el
número ¡364!}. En el siglo XX, Anton La Vey (1930-1997), conocido
como el “papa negro”, funda en 1966 la primera iglesia satánica
llamada “la casa negra”, en San Francisco (California). Es además
el autor de la “Biblia negra”, que contiene una especie de
mandamientos llamados las “nueve declaraciones de Satán”, y un libro
sobre “rituales satánicos”; Para la celebración de la misa negra,
que incluye muchos elementos de la liturgia católica, pero a la
inversa (Comparar con 1 Timoteo 4,1). En Francia se funda la Wicca
(orden internacional de los brujos luciferinos), también la ciudad
de Turín (Italia), es considerada la capital mundial del satanismo.
Ya entre los jóvenes se ha
multiplicado las sectas satánicas, que escuchan la música de heavy
metal de Alice Cooper (nombre de una bruja quemada por la
inquisición), Ozzy Ousbore (el barón de Satanás), Marilyn Manson (el
papa negro), Glen Benton (el canciller del infierno), kizz que en
inglés que significa: Reyes Al Servicio de Satanás), Black Sabbath
(sábado Negro), AC-DC (Anti- Cristo- Muerte de Cristo). Algunos ex
miembros de estas sectas han confesado que los bautismos se hacen
con orines de cabra, sacrifican bebés sin bautizar, o animales como
perros, gatos y gallinas; destrucción de lápidas en los cementerios,
crucifijos o descabezamientos de imágenes de la Virgen; hacen orgías
bisexuales o tienen relaciones sexuales con los muertos (necrofilia)
bajo el efecto de la droga y el licor, actos sacrílegos como la
profanación de la hostia consagrada, el robo de cálices, cupones y
custodias en los templos, a veces el asesinato de sacerdotes y el
suicidio en homenaje de Satanás. En sus ceremonias se destaca beber
sangre de infantes o de animales, sus ornamentos son una sotana
negra con una capucha roja, en el altar se coloca el cuerpo de una
mujer desnuda, utilizan el signo del pentagrama (estrella de cinco
puntas), campanas, velas negras, un sable entre otros utensilios.
EL ANTICRISTO Y
SU DERROTA FINAL
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
I. CONTEXTO GENERAL
Para muchos pastores
fundamentalistas, este panorama actual es el presagio del
advenimiento del reinado del “anti- Cristo”. No obstante, en Las
Sagradas Escrituras este apelativo no hace referencia a un personaje
en particular; si no a todo aquel que se opone a Dios y su religión
(1 Juan 2,18.22; 4,3; 2 Juan 7). En la historia universal ha habido
muchos “anti- Cristo” que se han destacado por sus crímenes contra
la humanidad (Salmo 7,14-16); de hecho, el mismo Redentor llegó a
decir que “los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos
de la luz” (Lucas 16,8); como por ejemplo: Calígula, Nerón, Atila,
Napoleón, Hitler, Stalin, Mao Ste Tung, Pol Pot, Idi Amín, Saddam
Hussein, Osama Bin Laden entre muchos otros. Sus vidas y sus actos
son propios de “las obras de las tinieblas” (Romanos 13,12), porque
“La mala hierba son los seguidores del Maligno” (Mateo 13,38), que
“siguen la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la
potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de la
desobediencia” (Efesios 2,2).
La Virgen de Medjugorje, dice que
“Satán se ha desatado”. Santa Brígida y la beata Ana Catalina
Emmerich profetizan que todos los demonios serán liberados del
infierno. Incluso, algunos hombres dedicados al mal, han llegado
hacer trato con el Demonio. Según otra “revelación personal” a la
mística y estigmatizada Martha Robin, Adolfo Hitler firmó un pacto
satánico, que incluía esta clausura: “Dame al pueblo judío y yo te
daré poderío”; hay que anotar que más de seis millones de judíos
murieron en los campos de exterminio nazi. Ahora bien, el pacto
duró al parecer más de diez años. Fue quebrado, el 8 de diciembre de
1942, cuando el papa Pío XII consagró el género humano al Corazón
Inmaculado de María. La fecha coincide, aproximadamente, con la
derrota alemana en Stalingrado, dos meses más tarde, en febrero de
1943.
Para San Pablo, el “hombre
malvado” que se hace pasar por Dios, está por Venir (2
Tesalonicenses 2,3-4); “llegará con mucho poder, y con señales y
milagros” (9; Apocalipsis 13,11-18); Con la sabiduría “del diablo
mismo” (Santiago 3,15). Porque “el espíritu dice claramente que en
los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, siguiendo a
espíritus engañadores y Enseñanzas que vienen de los demonios” (1
Timoteo 4,1); por esta razón San Ireneo lo identifica como un “falso
profeta”, que será la causa de guerras y desastres, pero asimismo de
la segunda venida de Jesucristo (la parusía). Para Santo Tomás de
Aquino la llegada del Anticristo se producirá cuando se pierda la fe
en la Iglesia Católica. De todas maneras, sea que este “hombre
malvado” ya halla llegado o esté por venir (o es un simbolismo del
poder del mal); lo cierto es que el Diablo sabiendo que le queda
poco tiempo, ha bajado a la tierra lleno de furor (Apocalipsis
12,12).
II. EL ANTICRISTO EN EL
JUDAISMO
En lo que respecta a la literatura
judaica, sólo son referencias sin mención del Anticristo en el
testamento de Leví, donde Dios lucha contra las fuerzas del mal.
Claro está, que en el Antiguo Testamento se considera a dos
personajes como verdaderos “hijos de Satán”:
Jezabel, princesa de Tiro y esposa
de Ajab el rey de Israel (siglo IX a.C.), quien introdujo en el país
el culto de Baal e hizo traer cientos de sacerdotes y falsos
profetas de su tierra. Persiguió con saña a los enviados del Señor,
entre ellos Elías, quien desafió a los sacerdotes idolatras en el
monte Carmelo. Cuando la rebelión de general Jehú puso fin a la casa
de Ajab, unos eunucos a las órdenes de aquél arrojaron a Jezabel
por una ventada, siendo aplastada por los cascos del caballo del
valiente general judío y comida por los perros. Sólo se encontraron
el cráneo, los pies y las palmas de sus manos.
Antíoco IV Epífanes, quien se
empeñó en helenizar a los hebreos, prohibiendo la observancia del
sábado, mandando a matar a las mujeres que habían circuncidado a sus
hijos, incautó y quemó todos los ejemplares de las Sagradas
Escrituras, ordenó además erigir altares paganos por todas partes y
sacrificando cerdos en ellos. El agravio mayor fue que construyó un
altar al dios griego Zeus en el Santísimo Templo de Jerusalén sobre
el sitio de los holocaustos. Todo esto provocó la insurrección de
los hermanos Macabeos (167 a.C.). Este rey griego se recluyó en
Persia y murió loco.
III. EL ANTICRISTO EN EL ISLAM
Para la tradición islámica el
Anticristo es una figura malvada al que se le denomina Dajjal (o la
Bestia), es de color rojo, con cabellos rizados, tiene una garganta
enorme, un solo ojo sobre la frente, lleva escrito en ella el nombre
Kafir (infiel), y es un gran tentador. Se presentará cabalgando en
un asno tan grande como él, dominará a su antojo a todas las
criaturas de la tierra, sin importarle la religión que sigan. Sin
embargo, este reinado sólo durará cuarenta días, ya que descenderá
de los cielos Jesús y vendrá acompañado con el Mahdi (el guiado por
Dios), ambos le mostrarán el sello del profeta y la Bestia perderá
su fuerza.
IV. LA TEOLOGIA CATOLICA
Por otra parte, en la teología
católica el vencimiento del Maligno es triple:
Cuando por castigo de su primer
pecado, cayó del cielo como un rayo (Lucas 10,18).
Su férreo dominio del mundo, es
quebrantado por la muerte salvadora de Cristo en la cruz; Derrotando
al Diablo que tenía poder para matar (Hebreos 2,14). Jesús ha
vencido al mundo (Juan 16,33); su resurrección es también la
garantía de la victoria sobre todo mal (Mateo 28,18). Ante su nombre
se dobla toda rodilla de los ángeles, los hombres, y los demonios
(Filipenses 2,10).
“El Dios de la paz aplastará
pronto a Satanás” (Romanos 16,20), y al “hombre malvado” “el Señor
Jesús matará con su boca y destruirá cuando regrese con todo su
esplendor” (2 Tesalonicenses 2,8); en compañía de “miles y miles de
sus ángeles” (Judas 14), entonces serán juzgados los demonios y los
impíos (Isaías 24,21-22; Mateo 25,41), y será derrotada “las
milicias del demonio” (1 Corintios 15,24). Porque “Por medio de
Cristo, Dios venció a los seres espirituales que Tienen poder y
autoridad, y los humilló públicamente llevándolos como prisioneros
en su desfile victorioso” (Colosenses 2,15). “Y el diablo que los
engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la
bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los
siglos de los siglos” (Apocalipsis 20,10).
LOS DIEZ MANDAMIENTOS CONTRA
EL DIABLO
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
El cardenal Dionigi Tettamanzi,
arzobispo de Génova (Italia), imprimió una carta pastoral en la que
enumera los “diez mandamientos” para defenderse del Tentador.
I. No olvides que el Diablo
existe, porque su primera mentira es hacernos creer que no existe.
II. No olvides que el Diablo es un
tentador. No te consideres ni exento ni invulnerable.
III. No olvides que el Diablo es
sumamente inteligente y astuto. Logra su insidia siendo fascinante,
como lo hizo con el primer hombre.
IV. Sé vigilante: con los ojos y
el corazón. Y sé fuerte: es espíritu y virtud.
V. Cree firmemente en la victoria
de Cristo sobre el Tentador, pues esto te hará seguro e
imperturbable incluso ante la agresión más violenta que se desate
contra ti.
VI. Recuerda que Cristo te hace
partícipe de su victoria.
VII. Continúa escuchando la
Palabra de Dios.
VIII. Sé humilde y ama la
mortificación.
IX. Reza siempre, sin cansarte,
para que superes la tentación.
X. Adora al Señor tu Dios y
solamente a El ríndele culto.
FRASES CELEBRES
CONTRA LOS DEMONIOS
AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN
CIENCIAS RELIGIOSAS.
Si Dios está con nosotros, quién
contra nosotros. San Pablo (Romanos 8,31).
No creer en el Demonio, es como no
creer en el evangelio. Papa Juan Pablo II.
El Diablo puede refugiarse de su
elemento favorito, el anonimato. Cardenal Joseph Ratzinger.
El Demonio presenta al hombre el
pecado siempre disfrazado y camuflado, se esconde, porque su aspecto
es horrible, y si se lo vieran, todos huirían de él asustados. San Juan Crisóstomo.
El que se aparta de Cristo, es
presa fácil de las garras del Maligno. San Agustín (véase 1 Juan 3,10).
El hombre se hace hijo del Diablo
en cuanto más lo imita pecando. San Agustín (Véase Lucas 11,23).
El Demonio es como un furioso
perro encadenado que ladra y acosa, pero que solo hace daño a quien
se le acerca demasiado. San Agustín.
Si el Diablo por iniciativa propia
pudiera hacer algo, no quedaría un ser viviente sobre la tierra. San Agustín.
El que se aparte de Cristo, es
alimento del Diablo. San Agustín.
Con el Diablo y sus ángeles caídos
no hay amistad posible. San Agustín.
El Demonio no hace no sentir
vergüenza de nuestros pecados, y vergüenza de confesarlos. San Agustín.
El dinero es el estiércol de
Demonio. San Agustín.
El Demonio puede hacer mal al
hombre, pero dentro de los límites permitidos por Dios.
Santo Tomás de Aquino (Véase 1
Corintios 10,13; Mateo 6,13; Judith 8,25-27).
Es tanta la crueldad del Demonio
por los hombres, que nos mataría de una sola dentellada, sino nos
defendiera la providencia divina. San Buenaventura.
La caída de los demonios será
reparada por los castos en el cielo. San Buenaventura.
La estrategia del Demonio con
respecto al pecado, es mantenernos con los ojos vendados mientras
vivimos, y quitarnos la venda a la hora de la muerte. Santa Catalina de Siena.
Desenmascarar al Demonio es
vencerlo. San Ignacio de Loyola.
El Diablo anclado por siempre en
el mal, hace del mal su propia perfección. Busset.
Los exorcistas no le tienen miedo
al Demonio, es el Demonio el que tiene temor a quienes viven en
unión con Dios. P. Gabriel Amorth, Sacerdote exorcista.
Un sacerdote que tiene miedo de
las represarías del Diablo, es como un pastor que tiene miedo del
lobo. P. Gabriel Amorth.
Una vida en gracia de Dios es una
vida libre de ataduras del Demonio. P. Gabriel Amorth.
La mayor astucia del Diablo es la
de hacernos creer que no existe. Charles Pierre Baubalaiere.
Si el oficio de Dios es el de
perdonar, el de Satanás es el de tentar a los hombres. Heinrich Heine.
Como el perro huye del palo con el
que se la pegado, así el Demonio aborrece la cruz de Cristo. Tireo.
El primer engaño del Diablo es su
incógnita. De Rougemont.
Dios ha desaparecido, pero el
Diablo sigue ahí.
André Malraux.
Los sacerdotes casi nunca usan su
poder de exorcistas, porque les falta fe, y temen disgustar al
Demonio. León Bloy.
La religión católica, es la única
entre las demás, que tiene un poder supremo contra las fuerzas
infernales. Brognolo.