El Discernimiento Espiritual

Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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Importancia
Tener dirección clara en nuestras vidas es un proceso que se edifica sobre una sólida vida espiritual, nuestras cualidades humanas y los dones que el Espíritu Santo nos ha concedido. Este conocimiento es un proceso de seria oración y de búsqueda inteligente de su designio.(el camino que cada uno debe recorrer hacia el encuentro con El y para crecimiento en la perfección del amor)

Cristo es el Camino y nuestra vida cristiana se trata de recorrer su Camino de una forma comunitaria y a la vez, personal. Cada uno debe encontrar la forma en que está llamado a seguir al Cordero tras sus huellas. En los primeros años del cristianismo los que se unían a las comunidades eran conocidos como seguidores de el Camino. La Didajé (catequesis del siglo I para los que se iniciaban en la fe) dedica sus primeros capítulos a la instrucción sobre los dos caminos: el de Dios, o el del demonio que comienza con apelar a la carne: honores, comodidades, riquezas, orgullos, etc... (Tentaciones del desierto)

La vida espiritual tiene como meta “cumplir en todo la voluntad de Dios”. Debe ser el único deseo de nuestro corazón: Hacer la Voluntad del Padre. Ese era el único deseo de Cristo:

Juan 4, 34: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra”
Juan 6, 38: “Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado”.

1. Gran batalla: el encuentro entre las dos voluntades: La nuestra y la de Dios.
Nuestra mayor ofrenda: entregarle nuestra voluntad. “Hagase en mi según tu Palabras”(Virgen María)... “No se haga mi Voluntad sino la Tuya”. (Mt 26:39) Un no a lo que hubiéramos querido, a lo que nos gusta y agrada; un si a lo que el Padre ha permitido en el designio eterno que tiene para nosotros.

2. Solo en la voluntad de Dios encontramos perfección, paz, plenitud, gozo, descanso.....
“Mi yugo es suave y mi carga es ligera... (Mt 11).

El propósito de la vida cristiana es estar en comunión con Dios y crecer cada día en esta comunión con su Corazón y con sus designios para cada uno. Es estar plenamente en su Voluntad: “hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo”. ¿Saben lo que es que en mi vida se haga su voluntad como se hace en el cielo? Por esto la gran tarea es discernir cual es la voluntad de Dios para nuestra vida.

• Por esto la importancia del discernimiento: que es saber descubrir con claridad y convicción, cual es el designio de Dios para nuestra vida, cual es la dirección que debo tomar y los medios para llegar a la meta. “Que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que viváis de una manera digna del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios”. (Col 1,9)

• El Señor nos ha revelado su Voluntad: a través de las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Pero quiere que sepamos aplicarla en nuestra vida personal y en nuestras situaciones personales. Además quiere revelarnos su plan personal, en cada momento de nuestras vidas. Para ello, debemos tener las disposiciones necesarias para escucharle.

¿Que es el discernimiento?
Naturaleza del Discernimiento:

• Discernimiento del espíritu: conocimiento íntimo que nos hace distinguir y diferenciar si las inspiraciones o impulsos que experimentamos provienen del Espíritu de Dios, del espíritu malo o de nuestro propio espíritu humano.

• El espíritu humano: nuestro Yo; nuestra imaginación, impulsos de nuestra inteligencia y voluntad, y sobre todo las inclinaciones de nuestro apetito... es el hombre viejo del que hay que despojarse. (Ef 4:22).

• un don para correctamente identificar la presencia de Dios, su plan, voluntad o acción en circunstancias particulares, o cuando nos enfrentamos con diferentes direcciones o alternativas.

• No es simplemente escoger entre lo bueno y lo malo; sino cuando se escoge entre variedad de alternativas de valor equivalente. “Todo me es lícito, mas no todo me conviene” (1 Cor 6,12)

• descubrir de donde provienen los movimientos interiores y exteriores: de Dios, de la carne o del demonio. 1 Tes 5, 21: “no apaguéis el Espíritu, pero examinadlo todo, desechad lo malo y quedaos con lo bueno”. A veces en una situación una parte será de Dios y otra no. (saber ver la hierba mala de la cizaña, y saber lidear con las dos).

• percibir “llamadas”, “impulsos”, o “espíritus”, que se oponen al movimiento del Espíritu Santo, o lo impiden y desvirtúan, distraen, frustran de alguna manera. 1 Jn 4,1: “no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios...”

• este don se utiliza mucho con áreas que no son tan evidentes ( 1 Cor 2:90) Percepción espiritual. Capacidad de penetrar a través de las apariencias externas para descubrir en el fondo, cual es el origen y el propósito.

• descubrir hacia donde Dios nos lleva en nuestro camino espiritual y apostólico. Que quiere hacer con nuestros corazones y con nuestras vidas.

¿Por que necesitamos discernir?
Para saber el :

• “si” y el “como”, nuestras acciones y decisiones nos dirigen hacia la meta de nuestra vida en Dios y de su voluntad para cada estado de vida. Ej: estoy creciendo en mi vocación religiosa, mi comunión, mi vida comunitaria? O, estoy siendo mejor esposa, madre, miembro de una familia religiosa, llevando el reino de los Dos Corazones?

• si estamos llevando a cabo la misión que el Señor nos ha dado.

• para descubrir que está haciendo el Señor en cada situación y como se sitúa en el plan de redención. Saber cual es el propósito y como se debe alcanzar.

• para no distraernos de la meta primaria y de las prioridades. (Importante)
Ej: carta del diablito a su tío.

Discernimiento cristiano
• inseparable de la oración. Solo se logra en la comunicación con Dios. Para adquirir la mente de Dios: “mis caminos no son los vuestros... En saber cual es la mente y el camino de Dios en esa situación particular.

• Inseparable de las Escrituras. A través de las Sagradas Escrituras adquirimos la mente de Cristo (Fil 2:5) Ver el mundo, las realidades humanas, los conflictos y los remedios desde la perspectiva de Dios.

• Conocimiento y fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Que enseña la Iglesia sobre este tema? Como aplicar esta enseñanza a mi situación particular.

Sentido común básico: no hay que discernirlo todo (color de ropa, lugar de comer, etc.. Eso es trivializar el don)

Usar la razón dirigida por la fé: usa la razón para aplicar la fe a las situaciones de la vida. Discernir no es simplemente hacer un juicio de lógica humana, sino buscar la lógica de Dios en comunión con la razón humana.

Razón: (Sn. Tomás de Aquino)---- decide basada en los factores conocidos.

• el Espíritu Santo: puede llevarnos a actuar diferente por factores que son conocidos a Dios.

Discernimiento y Prudencia:

• Prudencia: es obra de la inteligencia, iluminada por la fe y ayudada por la gracia, en orden a lo que conviene hacer.

• Cuida de los pormenores de nuestra vida y regula:

• nuestros pensamientos: para que no estén fuera de Dios.
• nuestras intenciones: para alejar todo lo que vaya en contra de la pureza.
• nuestros afectos, sentimientos: para dirigirlos a Dios.
• nuestros actos exteriores y el cumplimiento de nuestros propósitos con el fin de referirlos a nuestro fin último.
• Juzga la acción en sí misma para ver si es buena o mala; el discernimiento: juzga más bien el impulso que sentimos para determinar su origen.
• la prudencia es una virtud, el discernimiento es una actitud o cualidad natural o un don sobrenatural.

Error: pretender ser guiado exclusivamente por el Espíritu Santo y negar la razón. Tendencia a la sobre espiritualidad: querer ser guiado solo por inspiraciones, signos, visiones, etc... El Señor habla de manera regular a través de los eventos ordinarios de la vida. Utilizando nuestra razón y juicio humano pero iluminado por la fé y dirigidos hacia el amor.

Inspiraciones ordinarias son la forma preferida de acción del Espíritu Santo en aquellos que viven unidos a Él. El es el “amor de Dios derramada sobre nuestros corazones” (Rom 5:5) por lo que prefiere obrar por medio del amor más que mediante imágenes o ideas.

• En algunas ocasiones hablará de forma extraordinaria. Modos en que se presentan:

Una Visión: de este tipo es la visión de los animales puros e impuros de San Pedro (Hech. 10:11)
• Una idea o convicción que se forma súbitamente en el pensamiento y sin causa natural: Dios habló a Abrahám (Gn. 12:1-7; 13:14) El Espíritu Santo habló a Felipe impulsándole a salir al encuentro del etíope (Hech. 8:29)
Un Sueño: Es el caso de San José (Mt 1:20) y el de los magos (Mt 2:12).

orden: generalmente, no hacer decisiones fuera del contexto o línea de lo que el Señor ha estado haciendo en nuestras vidas.

Conciencia: como guía para evitar hacer decisiones que están fuera del orden y la gracia de Dios. Fuera de su voluntad. Ej. no hay necesidad de discernir si se aborta o no a un niño.

pureza de corazón y de intención: indivisión por Dios y su reino. “Solo los puros verán a Dios” (Mt 5) No se separa de la penitencia y mortificación. A la medida que somos mas pobres de espíritu, mas abnegados, olvidados de sí, mas dispuestos y dóciles estamos a escuchar la voluntad de Dios.

• entender que somos parte de un plan mayor y del Cuerpo Místico de Cristo. Cada uno somos una parte pequeña de toda la obra que Dios está haciendo en su Iglesia. Tenemos visión limitada de todas las realidades divinas hacia las que El dirige a Su Iglesia. Discernir dentro del contexto de todo lo que Dios está haciendo con su pueblo.

usar como criterio la enseñanza pero también experiencia de la Iglesia. La vida de los santos, de otros hombres y mujeres que han aplicado en sus vidas la enseñanza de la Iglesia y nos han dado un legado y un ejemplo que seguir.

paciencia: saber esperar su dirección y no actuar cuando no la tenemos clara. “en tiempo de tempestad no hacer mudanzas” (S. Ignacio)

Nos habla a través de:

- su Palabra, la Tradición y el Magisterio. La Iglesia.
- don profético, que debe ser discernido y confirmado.
- inspiraciones: un conocimiento intuitivo que proviene de estar en comunión con el Corazón de Dios y su Voluntad.
- signos que confirman: algunas veces. No siempre debemos pedirlos o esperarlos. Exceso en esto puede suprimir nuestra responsabilidad de hacer decisiones.
- circunstancias en las cuales podemos percibir la obra de Dios. No siempre nos habla a través de ellas (1 Tes 2:18)
- nuestros hermanos. Pedir a nuestro director espiritual o a hermanos cercanos, que oren y nos ayuden a discernir. Evitar: escuchar a todos, pedir consejo a muchos, etc...

Obstáculos:

- orgullo y arrogancia: “yo se lo que quiero” “nadie me tiene que decir”... o presumir que siempre sé escuchar al Señor. Autosuficiencia.
- propia interpretación de las Escrituras. No estar formados en el Magisterio de la Iglesia que es el único interprete de las Sagradas Escrituras. No estar formados en la fé católica.
- nuestra concupiscencia. Inclinación al pecado, a no abrazar la cruz y el camino estrecho. Tendencia a buscar lo mas fácil y menos costoso o doloroso.
- tensión entre “deseo de grandeza” y “pequeño camino de fidelidad”.
- independencia: no someter la vida con todo lo que implica al Señorío de Dios.
- fuerte apego a nuestros deseos y proyectos.
- el juicio simplemente humano o la precipitación en la emisión de los juicios
- impaciencia: querer todo muy rápido.

Criterios Generales de Discernimiento:

Hay dos tipos: 1. Criterios Objetivos o externos y 2. Criterios subjetivos o internos.

1. Criterios Objetivos:

- Fidelidad a la doctrina de la fe: La Palabra de Dios es la Verdad absoluta y válida “lo mismo hoy como ayer y por toda la eternidad” (Hech 13:8). Por lo tanto, toda inspiración que se aparte de cualquier punto de la fe, no viene del Espíritu Santo. (Ver: Dt 13:1-4; 1 Cor 12:3; Gal 1:8)
“El que reconoce que Cristo Jesús se hizo hombre, habla de parte de Dios. En esto reconocerán al que Dios inspira. en cambio, si alguien no reconoce a Jesús, ese no habla de parte de Dios, sino que habla como Anticristo.” (1Jn 4:2-3)

- Fidelidad al Estado de Vida: es un llamado de Dios. ninguna inspiración del Espíritu Santo puede ir en contra de nuestros deberes de estado. “ Lo que para un cristiano constituye una decisión correcta, para otro será incorrecta, porque tienen vocaciones diferentes o porque tienen papeles diferentes dentro de la misma vocación”

- Obediencia a la legítima autoridad: la prontitud para obedecer es uno de los criterios más seguros para discernir las auténticas inspiraciones del Espíritu Santo.

“Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más comunes y difundidos, deben ser recibidos con gratitud y consuelo, porque son muy adecuados y útiles a la Iglesia... el juicio de su autenticidad y de su ejercicio razonable pertenece a quienes tienen autoridad en la Iglesia, a los cuales compete, ante todo, no sofocar el Espíritu, sino probarlo todo y retener lo que es bueno” (1 Tes 5:12; 19-20). LG #12.

Desde luego que la autoridad se puede equivocar; pero aun en este caso hay que obedecer. Si la experiencia viene del Espíritu Santo, El se manifestará y hará que los oponentes la acepten, esto se ve a todo lo largo de la vida de la Iglesia.

2. Criterios subjetivos o internos:

Para dar un juicio más acertado se necesitan criterios subjetivos o interiores. De éstos habla San Pablo cuando dice: “El fruto del Espíritu es caridad, alegría y paz; generosidad, comprensión de los demás, bondad y confianza; mansedumbre y dominio de sí mismo. Si tenemos la vida del Espíritu, dejémonos conducir por el Espíritu. No busquemos la gloria vana; que no hay entre vosotros provocaciones ni rivalidades.” (Gal 5: 22-23; 25-26).

La Humildad: Es propio de la acción del Espíritu Santo fomentar la humildad y por esta razón es uno de los criterios válidos para conocer la auténtica inspiración del Espíritu Santo. “Si tenemos la vida del Espíritu....no busquemos la gloria vana.” (Gal 5: 25-26; Mat 6: 1-8; Lc 22:26-27; Jn 13:4-5).
Jesús nos da ejemplo: después de las grandes manifestaciones de su poder, manda que no sean publicadas (Mt 8:4; Mc 8:30; Lc 5:14). Cuando lo quieren hacer rey se esconde (Jn 6: 15).

Si en nuestro impulso experimentamos algún deseo de aparecer, de ser tenidos en algo, debemos preguntarnos si tal impulso es del Espíritu Santo o es nuestro.

La Paz: en toda la Escritura la paz aparece como signo de la presencia de Dios.
La paz que producen las inspiraciones del Espíritu Santo es una profunda seguridad de que estamos en el Señor y que el Señor está con nosotros. Es una seguridad de que nuestras relaciones con Dios están en orden, y el orden produce la paz. “Dios no es Dios de desorden sino de paz” (1 Cor 14:33).
Por supuesto que pueden surgir tensiones y violencias al tratar de hacer la voluntad de Dios pero estas se parecen a las olas del mar, que están en la superficie, mientras que en el fondo reina la calma.
La razón de esta calma es la seguridad de “que Dios dispone todas las cosas para bien de los que le aman, a lo que él ha llamado según su voluntad.” (Rom 8:28)

La Alegría: es la emoción propia de aquel que está en posesión de algo bueno; de algo que le llena. Nada hay tan bueno como Dios( Lc 18:19) y por eso, las inspiraciones del Espíritu Santo que son una “venida de Dios” a nosotros dan lugar a una profunda alegría.
“Alégrense en el Señor en todo momento. Les repito, alégrense.” (Fil 4:4).

Esta alegría debe reinar aún en medio de los sufrimientos: “Ellos salieron del Sanedrín muy gozosos por haber sido considerados dignos de sufrir por el nombre de Jesús” (Hech 5:41)

Una espiritualidad sin alegría es motivo de sospecha. Se pueden dar momentos de sufrimiento o angustia, en los que pudiera, aparentemente desaparecer la alegría, pero estos son muy cortos ya que en el fondo siempre permanece la paz inalterable que mueve el corazón a la confianza en Dios.

El Amor: Es el principal criterio de que las inspiraciones y dones provienen del Espíritu Santo, ya que si son auténticos necesariamente tienen que llevarnos al amor. “El fruto del Espíritu es caridad” (Gal 5). El Espíritu Santo es “El Amor de Dios derramado en nuestros corazones” (Rom 5:5) por lo tanto sus inspiraciones nos inflaman de amor: amor a Dios y amor a los hermanos.

1 Cor 13: 4-7:
"El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, 5 no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, 6 no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. 7 El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta."

Todos los Criterios juntos:
Dice Edward O’Connor, C.S.C que “no obstante, todas estas señales- tanto objetivas como subjetivas- deben concurrir al mismo tiempo para confirmar cualquier obra genuina de Dios; aunque, debido a las circunstancias, puede suceder que una u otra sea más palpable en cierto caso. Así mismo, estas señales son importante verificación la una de la otra. Una falsa alegría puede ser descubierta porque no deja paz; a la paz falsa le faltará la humildad y el amor; y así por el estilo.”

Los criterios de discernimiento nunca pueden ser una norma de certeza absoluta, aunque sí guía que dan cierta seguridad de que las inspiraciones vienen de Dios o del espíritu malo. Si verdaderamente tratamos de buscar la voluntad de Dios, esta falta de seguridad completa no debe inquietarnos. Toda decisión humana corre un riesgo de inseguridad. El Señor tomará a su cargo el que realicemos su voluntad, aunque no estemos seguros de que la estamos realizando.

En los casos en que persiste la duda, la norma más segura a seguir será inclinarse por aquello que contradice más nuestro natural modo de ser, según lo que dice San Francisco de Asís:
“que no me empeñe tanto en ser consolado como en consolar, en ser comprendido, como en comprender, en ser amado, como en amar"  La razón es porque el demonio ordinariamente trabaja aprovechándose de nuestras debilidades.

Inspiraciones del Espíritu Malo:

San Pablo nos lo revela:
“Es fácil ver lo que viene de la carne: relaciones sexuales prohibidas, impurezas y desvergüenzas, culto a los ídolos y supersticiones; odios, divisiones, sectarismo, desavenencias y envidias; borracheras, orgías y cosas semejantes” (Gal 5:19-21; Rom 1:21-32).

Estos son los frutos de la acción diabólica en nosotros, y si nuestras inspiraciones nos lleva a esto, entonces podremos estar seguros que no provienen del Espíritu Santo.

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