Queridos hermanos y
hermanas:
Estamos
preparándonos para la Navidad, para recibir gracias de salvación. Estos días siempre
deben llevarnos a una profunda conversión que proviene de reflexionar y de escudriñar
nuestros corazones. Esta reflexión debe basarse en dos aspectos:
1. )¿Están nuestros corazones listos
y preparados para recibir al Redentor?
Acoger las gracias de
redención que
Cristo trajo al mundo con su nacimiento, muerte y resurrección, requerirá siempre de
nuestra parte una seria preparación. Por eso San Juan Bautista, el precursor encargado de
preparar al pueblo para recibir al Mesías gritaba:
- "Voz que clama en el desierto,
preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo
monte y colina será rebajado lo tortuoso será recto y las asperezas serán caminos
llanos. Y todos verán la salvación de Dios"
(Luc, 3:3-6)
Debemos tomar tiempo en oración,
silencio y humildad, para descubrir que hay en nuestros corazones que bloqueen la entrada
del Salvador. Debemos buscar cuales son esas sendas de pensamientos torcidos, esos
barrancos o grietas en nuestras personalidades, caracteres o formas de ser; esos montes o
colinas de soberbia, caprichos, planes independientes; esos sentimientos tortuosos y esas
asperezas en nuestro trato a los demás.
Debemos preparar el corazón para
abrir Asus puertas de par en par al Redentor. Una vez que abrimos la puerta, El entrará y
nos dará todas sus gracias y su poder, para irnos transformando en imagen suya, para ir
teniendo un corazón semejante al suyo.
2. )¿Comprendo el amor tan grande que
el Padre ha tenido por nosotros al enviarnos a su Hijo?
En este nuevo año litúrgico en
donde como Iglesia nos adentraremos a conocer la persona del Padre, debemos dirigir
nuestra mirada y nuestro corazón hacia su misericordia infinita. "Tanto amó Dios
al mundo que envió a su único Hijo, para que todo el que crea en él no perezca, sino
que tenga vida eterna". (San Juan 3, 16)
Qué amor nos ha tenido el Padre que
después de que hemos pecado, nos promete un Redentor. El envía a su Único Hijo, para
que la humanidad entera crea en El y tenga vida eterna. Su Hijo, nos traería salvación,
su Hijo nos revelaría el amor paternal de Dios, nos enseñaría el camino de regreso a la
Casa del Padre. Jesús, el Hijo Único, nos recogería en su Corazón, nos guardaría ahí
y dentro de él, nos introduciría en el Corazón del Padre. Jesús, nos hablaría las
palabras del Padre, nos mostraría el rostro del Padre, nos enseñaría las entrañas de
misericordia del Padre.... El nos mostraría cuanto ha amado el Padre a la humanidad, que
permitía el sacrificio y la oblación de su Único Hijo, para salvarla.
Debemos en este año preparar
nuestro corazón para comprender quien es el Padre. Para ello, tendremos que primero abrir
el corazón al Hijo, quien es el que nos revela al Padre, y tendremos que abrir el
corazón al Espíritu Santo, quien es el que nos hace clamar ¡ABBA PADRE!.
Qué este nuevo año, sea un tiempo
de preparación seria y profunda para que la Redención del Hijo de fruto abundante y
eterno en nuestras vidas; para que el poder del Espíritu Santo purifique y transforme
nuestros corazones de piedra en corazones de carne, y para que, como hijos pródigos que
muchas y tan sutilmente, hemos perdido el rumbo en nuestras vidas, sepamos con humildad y
alegría regresar todos juntos a la Casa del Padre.
Qué esta Navidad la vivamos con la Santísima
Virgen, con San José y con los pastores, postrados en adoración ante el Amor Encarnado...
ante el Amor de los Amores..........