eN EL CORAZÓN DE MARÍA
En
Fátima, el Señor envió a la Santísima Virgen María al mundo y nos
reveló su Inmaculado Corazón. Este Corazón se manifestó con dos
características particulares: estaba rodeado de espinas y enardecido en
llamas. El Corazón de María es Inmaculado, o sea perfectamente puro y
limpio principalmente por la obra del Espíritu Santo quien la preservó
de toda mancha de pecado. Pero conjuntamente porque es el Corazón que se
dispuso de manera heroica al amor y al dolor. El Corazón de María
Santísima nos enseña que el amor y el dolor van juntos. Este es el
secreto de su Corazón. Solo cuando amamos de verdad, estaremos
dispuestos a soportar los mas grandes sufrimientos. Solo cuando abrimos
nuestros corazones para abrazar el sufrimiento con docilidad y con
confianza en Dios, se aumentará en nosotros nuestra capacidad de amar.
Amor
en el dolor, dolor en reparación,
este es el fundamento del mensaje de Fátima.
Nuestra Señora nos pide actos de reparación para desagraviar las ofensas
que Dios recibe. Nos pide que nos sacrifiquemos y que oremos por la
conversión de los pecadores: “Sacrificaos por los pecadores y decid
muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: “¡Oh Jesús,
es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de
los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!”
El
amor “ todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera.” (1 Cor 13). Por
tanto, el amor es capaz de gran heroísmo, de gran bien. ¡Cuantos
hombres y mujeres en toda nuestra historia humana se han sorprendido
a ver lo que el amor les ha hecho capaces de hacer! Son actos heroicos
que vivirán y resplandecerán para toda la eternidad.
Pero
si el amor es el fin, el sacrificio es el camino: “Si alguno quiere
ser discípulo mío, que se niegue a si mismo, cargue con su cruz y me
siga.” El sacrificio y la penitencia sirven para ablandar el
corazón humano. Este ha sido endurecido por el pecado y el egoísmo, los
peores enemigos del alma. El sacrificio nos da la oportunidad de
reparar primeramente nuestro propio pecado y luego, estando ya
“purificados” nos hace capaces de ser instrumentos de reparación por los
pecados de los demás, atrayendo gracias de conversión para los
pecadores. He aquí la “receta” para cumplir el único mandamiento que
Dios nos dio en Cristo Jesús: “Amar a Dios sobre todas las cosas”: lo
cual es posible solo cuando morimos a las cosas y deseos de este mundo
por la purificación de nuestros corazones; y “amad a los demás como yo
os he amado” : Cristo dio Su vida en sufrimiento por nosotros, nosotros
por el sacrificio ¡podemos dar nuestras vidas por los demás!
¡Respondamos hermanos, a las invitaciones de Nuestra Madre con todo el
corazón!
Acto de Reparación1
Oh
Corazón Inmaculado de María, Corazón de la Madre de Dios, adornado de
todas las excelencias de tan sublime dignidad. Yo deseo desagraviarte
por las injurias que te hacen los que niegan tu Maternidad Divina, tu
Inmaculada concepción, tu Virginidad Perpetua o que se mofan de las
devociones establecidas en tu honor.
Te
ofrezco a este fin los obsequios y servicios de todos los justos de la
tierra, suplicándote me concedas la gracia de servirte con fidelidad
todos los días de mi vida. Amén.
(Avemaría)
Yo
te venero, Corazón Santísimo de María, como Mediadora de todas las
gracias que se conceden a los hombres. Yo deseo desagraviarte de las
injurias que te hacen los profanadores de tus imágenes, los que niegan
la santidad de culto y el poder de tu intercesión. Te ofrezco a este
fin las alabanzas que te tributaron los Santos Padres y Doctores y te
tributa en su liturgia la Santa Iglesia, suplicándote me concedas la
gracia de poder cantar siempre tus glorias, hasta el fin de mi vida.
Amén.
(Avemaría)
Yo
te venero, Corazón
Santísimo de María, como a espejo sin mancha de la santidad de Dios y
Templo Augusto de la Santísima Trinidad. Yo deseo desagraviarte de la
injuria que te hacen las almas tibias en tu amor, indiferentes en tu
servicio, inconstantes en tu devoción e ingratas a tus beneficios; así
como también la que te hacen los que infunden en el corazón de los niños
la indiferencia, el desprecio y hasta el odio a tu culto y a tu amor.
Te ofrezco a este fin los himnos de alabanza que resuenan en tu honor
en el templo santo de la gloria, suplicándote me concedas la gracia de
poder unirme a ellos para alabar a Dios y alabarte a Ti por toda la
eternidad. Amén.
(Avemaría).
1Tomado
de Acto de Reparación del Apostolado Mundial de Fátima, Caracas,
Venezuela