LA VIRGEN MARIA NOS ACOMPAÑA
A LA NAVIDAD
Por monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacan
Sábado, 8 diciembre 2007
Fuente:
El
Observador.
Quien
más espera y anhela el nacimiento del bebé es, ordinariamente,
la mamá, pues ella lo ha estado sintiendo crecer en su interior.
Más todavía, el vínculo no es sólo físico, sino también afectivo
y espiritual.
La
Virgen María es la que más espera la Navidad, el Nacimiento de
Cristo Jesús. Tras el «sí» que le hizo a Dios en el diálogo que
tuvo con el Arcángel Gabriel, ella paulatinamente empezó a
sentir dentro de su cuerpo cómo empezó a formarse el cuerpecito
de Jesús.
Sabemos
que María quedó embarazada sin participación de varón; pero la
gestación de Jesús se realizó según el proceso natural. De modo
que el óvulo fecundado por el Espíritu Santo, rápidamente se fue
desarrollando en su multiplicación celular, hasta llegar a
sentir María la presencia de un nuevo cuerpo humano dentro del
suyo, con todas las emociones que esto significa para la mamá.
José no hallaba qué actitud asumir ante el hecho, pensando dejar
a María en secreto, hasta que Dios le avisa que no dude en
aceptar a María y lo que ha sucedido en ella. José mismo tendrá
parte en esta misión.
María había ofrecido a Dios su virginidad; ella no se imaginaba
que Dios le aceptaría dicha ofrenda, pero también le regalaría
la maternidad. ¡Y qué maternidad: ser la madre del Mesías,
largamente esperado!. Así, María sintetiza y plenifica la
esperanza del pueblo de Israel, anunciada por los profetas, el
último de ellos Juan Bautista. Los diversos títulos con que la
aclamamos en estos días, entran de lleno en el espíritu del
Adviento: Inmaculada Concepción, Virgen de Juquila, Nuestra
Señora de Guadalupe.
Oh María, llena de gracia, preservada de todo pecado desde el
primer instante de tu concepción, abogada de gracia y ejemplo de
santidad, intercede por nosotros ante tu Hijo, para que seamos
santos e irreprochables a sus ojos, por el amor, acogiendo y
celebrando el don de la vida humana, desde su concepción hasta
su término natural.
Madre de Guadalupe, que desciendes al Tepeyac para entregarnos a
tu Hijo, te nos das como Madre y nos acoges en tu regazo, recibe
este pueblo tuyo y derrama todo tu amor, compasión, auxilio y
defensa. Ayúdanos a escuchar a tu Hijo Cristo Jesús, a seguirlo
como discípulos perseverantes y anunciarlo como ardorosos
misioneros. Con tu intercesión, queremos profundizar en nuestra
fe y buscar el progreso de nuestra patria por caminos de
justicia y de paz.
María, Madre Buena, queremos caminar contigo y crecer en la
esperanza que nos lleva a la Navidad, para celebrar gozosos el
fruto bendito de tu vientre, Jesús.
+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán