Del oficio de lectura,
XVII domingo del tiempo ordinario
En toda
esta lucha me siento rebosando de alegría
San Juan
Crisóstomo, obispo, Homilías sobre
la Segunda Carta a los Corintios. Homilía 14,1-2
Nuevamente vuelve Pablo a hablar de la
caridad, para atemperar la aspereza de su reprensión. Pues,
después que los ha reprendido y les ka echado en cara que no lo
aman como él los ama, sino que, separándose de su amor, se han
juntado a otros hombres perniciosos, por segunda vez, suaviza la
dureza de su reprensión, diciendo: Dadnos amplio lugar en
vuestro corazón, esto es: «Amadnos». El favor que pide no
es en manera alguna gravoso, y es un favor de más provecho para
el que lo da que para el que lo recibe. Y no dice: «Amadnos»,
sino: Dadnos amplio lugar en vuestro corazón, expresión
que incluye un matiz de compasión.
«¿Quién –dice– nos ha echado fuera de vuestra
mente? ¿Quién nos ha arrojado de ella? ¿Cuál es la causa de que
nos sintamos al estrecho entre vosotros?» Antes había dicho:
Vosotros estáis encogidos por dentro, y ahora aclara el
sentido de esta expresión, diciendo: Dadnos amplio lugar en
vuestro corazón, añadiendo este nuevo motivo para
atraérselos. Nada hay, en efecto, que mueva tanto a amar como el
pensamiento, por parte de la persona amada, de que aquel que la
ama desea en gran manera verse correspondido.
Ya os tengo dicho –añade–
que os llevo tan en el corazón, que estamos unidos para vida
y para muerte. Muy grande es la fuerza de este amor, pues
que, a pesar de sus desprecios, desea morir y vivir con ellos.
«Porque os llevamos en el corazón, mas no de cualquier modo,
sino del modo dicho». Porque puede darse el caso de uno que ame
pero rehuya el peligro; no es éste nuestro caso.
Me siento lleno de ánimos.
¿De qué ánimos? «De los que vosotros me
proporcionáis: porque os habéis enmendado y me habéis consolado
así con vuestras obras». Esto es propio del que ama, reprochar
la falta de correspondencia a su amor, pero con el temor de
excederse en sus reproches y causar tristeza. Por esto, dice:
Me siento lleno de ánimos y rebosando
de alegría.
Es como si dijera: «Me habéis proporcionado
una gran tristeza, pero me habéis proporcionado también una gran
satisfacción y consuelo, ya que no sólo habéis quitado la causa
de mi tristeza, sino que además me habéis llenado de una alegría
mayor aún».
Y, a continuación, explica cuán grande sea
esta alegría, cuando, después que ha dicho: Me siento
rebosando de alegría, añade también: En toda esta
lucha. «Tan grande –dice– es el placer que me habéis dado,
que ni estas tan graves tribulaciones han podido oscurecerlo,
sino que su grandeza exuberante ha superado todos los pesares
que nos invadían y ha hecho que ni los sintiéramos».