Oficio de Lectura,
3 de
Octubre, San
Francisco de Borja, presbítero
Sólo son
grandes ante Dios los que se tienen por pequeños
De una carta de san Francisco
de Borja, presbítero, al beato Pedro Fabro
La duquesa está mejor, Dios loado, y se
encomienda en las oraciones de vuestra reverencia.
Suplique, padre, al Señor que no reciba yo
su gracia en vano. Porque hallo que, según dice el salmista,
mi alma ha sido liberada de todos sus peligros. Y,
especialmente de pocos días acá, yo estaba tan frío y tan
desconfiado de hacer fruto, que no le hallaba casi por
ninguna parte; lo cual, a los principios, solía sentir al
revés. Bendito sea el Señor por sus maravillas, ya que todos
estos nublados se han pasado.
En lo demás, diga ese «grande» y los otros
lo que mandaren; que bien sé que no son grandes, sino los
que se conocen por pequeños; ni son ricos los que tienen,
sino los que no desean tener; ni son honrados, sino los que
trabajan para que Dios sea honrado y glorificado.
Y tras esto, venga la muerte o dure la
vida, que de ese tal se puede decir que su corazón está
preparado para esperar y confiar en el Señor. Plega a su
bondad, que así nos haga conocer nuestra vileza, que
merezcamos ver su infinita grandeza; y a vuestra reverencia
tenga siempre en su amor y gracia, para que le sirva y alabe
hasta la muerte y después le alabe por toda la eternidad.
Oración
Señor y Dios nuestro, que nos mandas
valorar los bienes de este mundo según el criterio de tu
ley, al celebrar la fiesta de san Francisco de Borja, tu
siervo fiel cumplidor, enséñanos a comprender que nada hay
en el mundo comparable a la alegría de gastar la vida en tu
servicio. Por nuestro Señor Jesucristo.