Oficio de Lectura,
23 de
Octubre,
San Juan de
Capistrano, Presbítero
La vida de
los clérigos virtuosos ilumina y serena
Del tratado "Espejo de los clérigos", de san
Juan de Capistrano
Parte 1, Venecia 1582, 2
Los que han sido llamados a ministrar en
la mesa del Señor deben brillar por el ejemplo de una vida
loable y recta, en la que no se halle mancha ni suciedad
alguna de pecado. Viviendo honorablemente como sal de la
tierra, para sí mismos y para los demás, e iluminando a
todos con el resplandor de su conducta, como luz que son del
mundo, deben tener presente la solemne advertencia del
sublime maestro Cristo Jesús, dirigida no sólo a los
apóstoles y discípulos, sino también a todos sus sucesores,
presbíteros y clérigos: Vosotros
sois la sal de la tierra . Pero si la sal se vuelve sosa,
¿con que la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y
que la pise la gente.
En verdad es pisado por la gente, como
barro despreciable, el clero inmundo y sucio, impregnado de
la sordidez de sus vicios y envuelto en las cadenas de sus
pecados, considerado inútil para sí y para los demás;
porque, como dice san Gregorio: «De aquel cuya vida está
desprestigiada queda también desprestigiada la predicación».
Los presbíteros que dirigen bien merecen
doble honorario, sobre todo los que se atarean predicando y
enseñando. En efecto, los presbíteros que se comportan con
dignidad son acreedores a un doble honorario, material y
personal o sea, temporal y a la vez espiritual, que es lo
mismo que decir transitorio y eterno al mismo tiempo; pues,
aunque viven en la tierra sujetos a las limitaciones
naturales con los demás mortales, su anhelo tiende a la
convivencia con los ángeles en el cielo, para ser agradables
al Rey, con prudentes ministros suyos. Por lo cual, como un
sol que nace para el mundo desde las alturas donde habita
Dios, alumbre la luz del clero a los hombres, para que vean,
sus buenas obras y den gloria al Padre que está en el cielo.
Vosotros sois la luz del mundo. Pues, así
como la luz no se ilumina a sí misma, sino que con sus rayos
llena de resplandor todo lo que está a su alrededor, así
también la vida luminosa de los clérigos virtuosos y justos
ilumina y serena, con el fulgor de su santidad, a todos los
que la observan. Por consiguiente, el que está puesto al
cuidado de los demás debe mostrar en sí mismo cómo deben
conducirse los otros en la casa de Dios.
Oración
Oh Dios, que suscitaste a san Juan de
Capistrano para confortar a tu pueblo en las adversidades,
te rogamos humildemente que reafirmes nuestra confianza en
tu protección y conserves en paz a tu Iglesia. Por nuestro
Señor Jesucristo.