Oficio de Lectura,
18 de
Octubre,
San Lucas,
Evangelista
El Señor viene detrás de sus
predicadores
De las
homilías de san
Gregorio Magno, papa, sobre los evangelios
Homilía 17, 1-3
Nuestro Señor y Salvador, hermanos muy
amados, nos enseña unas veces con sus palabras, otras con
sus obras. Sus hechos, en efecto, son normas de conducta, ya
que con ellos nos da a entender tácitamente lo que debemos
hacer. Manda a sus discípulos a predicar de dos en dos, ya
que es doble el precepto de la caridad, a saber, el amor de
Dios y el del prójimo.
El Señor envía a los discípulos a predicar
de dos en dos, y con ello nos indica sin palabras que el que
no tiene caridad para con los demás no puede aceptar, en
modo alguno, el ministerio de la predicación.
Con razón se dice que los mandó por
delante a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
En efecto, el Señor viene detrás de sus predicadores,
ya que, habiendo precedido la predicación, viene entonces el
Señor a la morada de nuestro interior, cuando ésta ha sido
preparada por las palabras de exhortación, que han abierto
nuestro espíritu a la verdad. En este sentido, dice Isaías a
los predicadores: Preparadle un camino al Señor; allanad
una calzada para nuestro Dios. Por esto, les dice
también el salmista: Alfombrad el camino del que sube
sobre el ocaso. Sobre el ocaso, en efecto, sube el
Señor, ya que en el declive de su pasión fue precisamente
cuando, por su resurrección, puso más plenamente de
manifiesto su gloria. Sube sobre el ocaso, porque, con su
resurrección, pisoteó la muerte que había sufrido. Por esto,
nosotros alfombramos el camino del que sube sobre el ocaso
cuando os anunciamos su gloria, para que él, viniendo a
continuación, os ilumine con su presencia amorosa.
Escuchemos lo que dice el Señor a los
predicadores que envía a sus campos: La mies es
abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al
Señor de la mies que mande trabajadores a su mies. Por
tanto, para una mies abundante son pocos los trabajadores;
al escuchar esto, no podemos dejar de sentir una gran
tristeza, porque hay que reconocer que, si bien hay
personas que desean escuchar cosas buenas, faltan, en
cambio, quienes se dediquen a anunciarlas. Mirad cómo el
mundo está lleno de sacerdotes, y, sin embargo, es muy
difícil encontrar un trabajador para la mies del Señor;
porque hemos recibido el ministerio sacerdotal, pero no
cumplimos con los deberes de este ministerio.
Pensad, pues, amados hermanos, pensad bien
en lo que dice el Evangelio: Rogad al Señor de la mies
que mande trabajadores a su mies. Rogad también por
nosotros, para que nuestro trabajo en bien vuestro sea
fructuoso y para que nuestra voz no deje nunca de
exhortaros, no sea que, después de haber recibido el
ministerio de la predicación, seamos acusados ante el justo
Juez por nuestro silencio.
Oración
Señor y Dios nuestro, que elegiste a san
Lucas para que nos revelara, con su predicación y sus
escritos, amor a los pobres, concede, a cuantos se glorían
en Cristo, vivir con un mismo corazón y un mismo espíritu y
atraer a todos los hombres a la salvación. Por nuestro Señor
Jesucristo.