Santidad e integridad de vida, virtudes
indispensables del buen prelado
De
un sermón de santo Tomás de Villanueva sobre el evangelio del buen
Pastor
Nuestro Redentor, viendo la excelencia de las
almas y el precio de su propia sangre, no quiso dejar el cuidado de
los hombres, que tantos sufrimientos le causaron, al solo cuidado de
nuestra prudencia, sino que quiere actuar con nosotros. Por eso, dio
a los fieles unos pastores, revistiéndolos de unos méritos que no
tenían: entre ellos me encuentro yo, sostenido en mi indignidad por
su infinita misericordia.
Cuatro son las condiciones que debe reunir el buen
pastor. En primer lugar, el amor: fue precisamente la caridad la
única virtud que el Señor exigió a Pedro para entregarle el cuidado
de su rebaño. Luego, la vigilancia, para estar atento a las
necesidades de las ovejas. En tercer lugar, la doctrina, con el fin
de poder alimentar a los hombres, hasta llevarlos a la salvación. Y,
finalmente, la santidad e integridad de vida. Ésta es la principal
de las virtudes. En efecto, un prelado, por su inocencia, debe
tratar con los justos y con los pecadores, aumentando con sus
oraciones la santidad de unos y solicitando con lágrimas el perdón
de los otros.
En cualquier caso, por los frutos se descubrirán
siempre las condiciones indispensables del buen pastor.
Oración
Oh Dios, que quisiste asociar a santo Tomás de
Villanueva, insigne por su doctrina y caridad, al número de los
santos pastores de tu Iglesia, concédenos, por su intercesión, la
gracia de permanecer continuamente entre los miembros de tu familia
santa. Por nuestro Señor Jesucristo.