Del oficio de lectura,
5 de Febrero,
Santa Agueda,
Virgen y mártir
Su bondad provenía del mismo
Dios, fuente de todo bien
Del sermón de san
Metodio, obispo de Sicilia, sobre santa Agueda
Analecta Bollandiana 68, 76-78
Hermanos, como sabéis, la conmemoración anual de
esta santa mártir nos reúne en este lugar para celebrar
principalmente su glorioso martirio, que pertenece ya al pasado,
pero que es también actual, ya que también ahora continúa su
victorioso combate por medio de los milagros divinos por los que es
coronada de nuevo todos los días y recibe una incomparable gloria.
Es una virgen, porque nació del Verbo inmortal
(quien también por mi causa gustó de la muerte en su carne) e
indiviso Hijo de Dios, como afirma el teólogo Juan:
A cuantos
le recibieron, les da poder para ser hijos de Dios.
Esta mujer virgen, la que hoy os ha invitado a
nuestro convite sagrado, es la mujer desposada con un solo esposo,
Cristo, para decirlo con el mismo simbolismo nupcial que emplea el
apóstol Pablo.
Una virgen que, con la lámpara siempre encendida,
enrojecía y embellecía sus labios, mejillas y lengua con la púrpura
de la sangre del verdadero y divino Cordero, y que no dejaba de
recordar y meditar continuamente la muerte de su ardiente enamorado,
como si la tuviera presente ante sus ojos.
De este modo, su mística vestidura es un
testimonio que habla por sí mismo a todas las generaciones futuras,
ya que lleva en sí la marca indeleble de la sangre de Cristo, de la
que está impregnada, como también la blancura resplandeciente de su
virginidad.
Águeda hizo honor a su nombre, que significa
«buena»; ella fue en verdad buena por su identificación con el mismo
Dios; fue buena para su divino Esposo y lo es también para nosotros,
ya que su bondad provenía del mismo Dios, fuente de todo bien.
En efecto, ¿cuál es la causa suprema de toda
bondad sino aquel que es el sumo bien? Por esto, difícilmente
hallaríamos algo que mereciera, como Águeda, nuestros elogios y
alabanzas.
Águeda, buena de nombre y por sus hechos; Águeda,
cuyo nombre indica de antemano la bondad de sus obras maravillosas,
y cuyas obras corresponden a la bondad de su nombre; Águeda, cuyo
solo nombre es un estímulo para que todos acudan a ella, y que nos
enseña también con su ejemplo a que todos pongamos el máximo empeño
en llegar sin demora al bien verdadero, que es sólo Dios.
Oración
Te rogamos, Señor, que la virgen santa Agueda nos
alcance tu perdón, pues ella fue agradable a tus ojos por la
fortaleza que mostró en su martirio y por el mérito de su castidad.
Por nuestro Señor Jesucristo.