Oficio de Lectura. 21 de Febrero
San Pedro Damiani,
Obispo y doctor de la Iglesia
Tras la tristeza, espera con alegría el gozo
De las cartas de san Pedro Damiani.
(Libro 8,6:PL 144, 473-476)
Me has pedido, dilectísimo hermano, que te transmita por carta unas
palabras de consuelo capaces de endulzar tu razón, amargado por tantos
sufrimientos como te afligen.
Pero si tu inteligencia está despierta, a mano tienes el consuelo que
necesitas, pues la misma palabra divina te instruye como a hijo,
destinado a obtener la herencia. Medita en aquellas palabras: Hijo
mío, cuando te acerques al temor de Dios, prepárate para las pruebas;
mantén el corazón firme, sé valiente.
Donde está el temor está la justicia. La prueba que para nosotros supone
cualquier adversidad no es un castigo de esclavos, sino una corrección
paterna.
Por esto Job, en medio de sus calamidades, si bien dice: Que Dios se
digne triturarme y cortar de un tirón la trama de mi vida, añade a
continuación: Sería un consuelo para mí; aun torturado sin piedad,
saltaría de gozo.
Para los elegidos de Dios, sus mismas pruebas son un consuelo, pues en
virtud de estos sufrimientos momentáneos dan grandes pasos por el camino
de la esperanza hasta alcanzar la felicidad del cielo.
Lo mismo hacen el martillo y la lima con el oro, quitándole la escoria
para que brille más. El horno prueba la vasija del alfarero, el
hombre se prueba en la tribulación. Por esto dice también Santiago:
Hermanos míos: Teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por
toda clase de pruebas.
Con razón deben alegrarse quienes sufren por sus malas obras una pena
temporal, y, en cambio, obtienen por sus obras buenas los premios
sempiternos del cielo.
Todo ello significa que no deben deprimir tu espíritu los sufrimientos
que padeces y las correcciones con que te aflige la disciplina
celestial; no murmures ni te lamentes, no te consumas en la tristeza o
la pusilanimidad. Que resplandezca en tu rostro la serenidad, en tu
mente la alegría, en tu boca la acción de gracias.
Alabanza merece la dispensación divina, que aflige temporalmente a los
suyos para librarlos del castigo eterno, que derriba para exaltar, corta
para curar y deprime para elevar.
Robustece tu espíritu con éstos y otros testimonios de la Escritura y,
tras la tristeza, espera con alegría el gozo que vendrá.
Que la esperanza te levante ese gozo, que la caridad encienda tu fervor.
Así tu mente, bien saciada, será capaz de olvidar los sufrimientos
exteriores y progresará en la posesión de los bienes que contempla en su
interior.
Oración
Dios todopoderoso, concédenos seguir con fidelidad los consejos y
ejemplos de san Pedro Damiani, obispo, para que, amando a Cristo sobre
todas las cosas, y dedicados siempre al servicio de tu Iglesia,
merezcamos llegar a los gozos eternos. Por nuestro Señor Jesucristo.