Oficio del 10 de Febrero,
Santa Escolástica, Virgen
Pudo más porque amó más
De los libros de los
Diálogos de san Gregorio Magno, papa
(Libro 2,33:PL 66, 194-196)
Escolástica, hermana de Benito, dedicada desde su
infancia al Señor todopoderoso, solía visitar a su hermano una vez al
año. El varón de Dios se encontraba con ella fuera de las puertas del
convento, en las posesiones del monasterio. Cierto día vino Escolástica,
como de costumbre, y su venerable hermano bajó a verla con algunos
discípulos, y pasaron el día entero entonando las alabanzas de Dios y
entretenidos en santas conversaciones. Al anochecer, cenaron juntos.
Con el interés de la conversación se hizo tarde y
entonces aquella santa mujer le dijo: «Te ruego que no me dejes esta
noche y que sigamos hablando de las delicias del cielo hasta mañana».
A lo que respondió Benito: «¿Qué es lo que dices,
hermana? No me está permitido permanecer fuera del convento». Pero
aquella santa, al oír la negativa de su hermano, cruzando sus manos, las
puso sobre la mesa y, apoyando en ellas la cabeza, oró al Dios
todopoderoso.
Al levantar la cabeza, comenzó a relampaguear, tronar
y diluviar de tal modo, que ni Benito ni los hermanos que le acompañaban
pudieron salir de aquel lugar.
Comenzó entonces el varón de Dios a lamentarse y
entristecerse, diciendo: «Que Dios te perdone, hermana. ¿Qué es lo que
acabas hacer?».
Respondió ella: «Te lo pedí, y no quisiste escucharme;
rogué a mi Dios, escuchó. Ahora sal, si puedes, despídeme y vuelve al
monasterio».
Benito, que no había querido quedarse voluntariamente,
no tuvo, al fin, más remedio que quedarse allí. Así pudieron pasar toda
la noche en vela, en santas conversaciones sobre la vida espiritual,
quedando cada uno gozoso de las palabras que escuchaba a su hermano.
No es de extrañar que al fin la mujer fuera más
poderosa que el varón, ya que, como dice Juan: Dios es amor,
y, por esto, pudo más porque amó más.
A los tres días, Benito, mirando al cielo, vio cómo el
alma de su hermana salía de su cuerpo en figura de paloma y penetraba en
el cielo. Él, congratulándose de su gran gloria, dio gracias al Dios
todopoderoso con himnos y cánticos, y envió a unos hermanos a que
trajeran su cuerpo al monasterio y lo depositaran en el sepulcro que
había preparado para sí.
Así ocurrió que estas dos almas, siempre unidas en
Dios, no vieron tampoco sus cuerpos separados ni siquiera en la
sepultura.
Oración
Te rogamos, Señor, al celebrar la fiesta de santa
Escolástica, virgen, que, imitando su ejemplo, te sirvamos con un
corazón puro, y alcancemos así los saludables efectos de tu amor. Por
nuestro Señor Jesucristo.