Oficio
de Lectura, 8 de Diciembre
La Inmaculada
Concepción de Santa María Virgen
¡Oh Virgen, por tu bendición queda bendita toda criatura!
De los sermones de
san Anselmo, obispo
Sermón 52
El cielo, las estrellas, la tierra, los ríos, el día
y la noche, y todo cuanto está sometido al poder o utilidad de los
hombres, se felicitan de la gloria perdida, pues una nueva gracia
inefable, resucitada en cierto modo por ti ¡oh Señora!, les ha sido
concedida. Todas las cosas se encontraban como muertas, al haber
perdido su innata dignidad de servir al dominio y al uso de aquellos
que alaban a Dios, para lo que habían sido creadas; se encontraban
aplastadas por la opresión y como descoloridas por el abuso que de
ellas hacían los servidores de los ídolos, para los que no habían
sido creadas. Pero ahora, como resucitadas, felicitan a María, al
verse regidas por el dominio honradas por el uso de los que alaban
al Señor.
Ante la nueva e inestimable gracia, las cosas toda saltaron de gozo,
al sentir que, en adelante, no sólo estaban regidas por la presencia
rectora e invisible de Dios su creador, sino que también, usando de
ellas visiblemente, las santificaba. Tan grandes bienes eran obra de
bendito fruto del seno bendito de la bendita María.
Por la plenitud de tu gracia, lo que estaba cautivo en el infierno
se alegra por su liberación, y lo que estaba por encima del mundo se
regocija por su restauración. En efecto, por el poder del Hijo
glorioso de tu gloriosa virginidad, los justos que perecieron antes
de la muerte vivificadora de Cristo se alegran de que haya sido
destruida su cautividad, y los ángeles se felicitan al ver
restaurada su ciudad medio derruida.
¡Oh mujer llena de gracia, sobreabundante de gracia cuya plenitud
desborda a la creación entera y la hace reverdecer! ¡Oh Virgen
bendita, bendita por encima de todo por tu bendición queda bendita
toda criatura, no sólo la creación por el Creador, sino también el
Creador por criatura!
Dios entregó a María su propio Hijo, el único igual él, a quien
engendra de su corazón como amándose a sí mismo. Valiéndose de
María, se hizo Dios un Hijo, no distinto, sino el mismo, para que
realmente fuese uno y mismo el Hijo de Dios y de María. Todo lo que
nace criatura de Dios, y Dios nace de María. Dios creó todas las
cosas, y María engendró a Dios. Dios, que hizo todas las cosas, se
hizo a sí mismo mediante María; y, de este modo, volvió a hacer todo
lo que había hecho. El que pudo hacer todas las cosas de la nada no
quiso rehacer sin María lo que había sido manchado.
Dios es, pues, el padre de las cosas creadas; y María es la madre de
las cosas recreadas. Dios es el padre a quien se debe la
constitución del mundo; y María es la madre a quien se debe su
restauración. Pues Dios engendró a aquel por quien todo fue hecho; y
María dio a luz a aquel por quien todo fue salvado. Dios engendró a
aquel sin el cual nada existe; y María dio a luz a aquel sin el cual
nada subsiste.
¡Verdaderamente el Señor está contigo, puesto que ha hecho que toda
criatura te debiera tanto como a él!
Oración
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte
de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos, por su
intercesión, llegar a ti limpia de todas nuestras culpas. Por
nuestro Señor Jesucristo.