Del Oficio de
Lectura, 19 de agosto,
San Juan Eudes,
Presbítero
Fuente de salvación y
de vida verdadera
Del tratado de san Juan Eudes,
presbítero, sobre el admirable Corazón de Jesús
Libro 1,5: Opera omnia
6,7. 113-115
Te pido que pienses que nuestro Señor
Jesucristo es realmente tu cabeza y que tú eres uno de sus
miembros. Él es para ti como la cabeza para con los miembros;
todo lo suyo es tuyo: el espíritu, el corazón, el cuerpo, el
alma y todas sus facultades, y tú debes usar de todo ello como
de algo propio, para que, sirviéndolo, lo alabes, lo ames y lo
glorifiques. En cuanto a ti, eres para él como el miembro para
con la cabeza, por lo cual él desea intensamente usar de todas
tus facultades como propias, para servir y glorificar al Padre.
Y él no es para ti sólo eso que hemos dicho,
sino que además quiere estar en ti, viviendo y dominando en ti a
la manera que la cabeza vive en sus miembros y los gobierna.
Quiere que todo lo que hay en él viva y domine en ti: su
espíritu en tu espíritu, su corazón en el tuyo, todas las
facultades de su alma en las tuyas, de modo que en ti se
realicen aquellas palabras: Glorificad a Dios con vuestro
cuerpo, y que la vida de Jesús se manifieste en vosotros.
Igualmente, tú no sólo eres para el Hijo de
Dios, sino que debes estar en él como los miembros están en la
cabeza. Todo lo que hay en ti debe ser injertado en él, y de él
debes recibir la vida y ser gobernado por él. Fuera de él no
hallarás la vida verdadera, ya que él es la única fuente de vida
verdadera; fuera de él no hallarás sino muerte y destrucción. Él
ha de ser el único principio de toda tu actividad y de todas tus
energías; debes vivir de él y por él, para que en ti se cumplan
aquellas palabras: Ninguno de nosotros
vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos,
vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la
vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó
Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.
Eres, por tanto, una sola cosa con Jesús, del
mismo modo que los miembros son una sola cosa con la cabeza y,
por eso, debes tener con él un solo espíritu, una sola alma, una
sola vida, una sola voluntad, un solo sentir, un solo corazón. Y
él debe ser tu espíritu, tu corazón, tu amor, tu vida y todo lo
tuyo. Todas estas grandezas del cristiano tienen su origen en el
bautismo, son aumentadas y corroboradas por el sacramento de la
confirmación y por el buen empleo de las demás gracias
comunicadas por Dios, que en la sagrada eucaristía encuentran su
mejor complemento.
Oración
Oh Dios, que elegiste a san Juan Eudes para
anunciar al mundo las insondables riquezas del misterio de
Cristo, concédenos, te rogamos, que, por su palabra y su
ejemplo, crezcamos en el conocimiento de tu verdad y vivamos
según el Evangelio. Por nuestro Señor Jesucristo.