Del Oficio de
Lectura, 10 de agosto,
San Lorenzo,
Diácono mártir
Administró la
sangre sagrada de Cristo
De los
sermones de san Agustín, obispo
Sermón 304, 1-4
La Iglesia de Roma nos invita hoy a celebrar
el triunfo de san Lorenzo, que superó las amenazas y seducciones
del mundo, venciendo así la persecución diabólica. Él, como ya
se os ha explicado más de una vez, era diácono de aquella
Iglesia. En ella administró la sangre sagrada de Cristo, en
ella, también, derramó su propia sangre por el nombre de Cristo.
El apóstol san Juan expuso claramente el significado de la Cena
del Señor, con aquellas palabras: Como Cristo dio su vida
por nosotros, también nosotros debemos dar nuestra vida por los
hermanos. Así lo entendió san Lorenzo; así lo entendió y
así lo practicó; lo mismo que había tomado de la mesa del Señor,
eso mismo preparó. Amó a Cristo durante su vida, lo imitó en su
muerte.
También nosotros, hermanos, si amamos de
verdad a Cristo, debemos imitarlo. La mejor prueba que podemos
dar de nuestro amor es imitar su ejemplo, porque Cristo
padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus
huellas. Según estas palabras de san Pedro, parece como si
Cristo sólo hubiera padecido por los que siguen sus huellas, y
que la pasión de Cristo sólo aprovechara a los que siguen sus
huellas. Lo han imitado los santos mártires hasta el
derramamiento de su sangre, hasta la semejanza con su pasión; lo
han imitado los mártires, pero no sólo ellos. El puente no se ha
derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no se ha
secado después de haber bebido ellos.
Tenedlo presente, hermanos: en el huerto del
Señor no sólo hay las rosas de los mártires, sino también los
linos de las vírgenes y las yedras de los casados, así como las
violetas de las viudas. Ningún hombre, cualquiera que sea su
género de vida, ha de desesperar de su vocación: Cristo ha
sufrido por todos. Con toda verdad está escrito de él
que quiere que todos los hombres se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad.
Entendamos, pues, de qué modo el cristiano ha
de seguir a Cristo, además del derramamiento de sangre, además
del martirio. El Apóstol, refiriéndose a Cristo, dice: A
pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de
Dios. ¡Qué gran majestad! Al contrario, se despojó de
su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de
tantos. ¡Qué gran humildad!
Cristo se rebajó:
esto es, cristiano, lo que debes tú procurar.
Cristo se sometió: ¿cómo vas tú a enorgullecerte?
Finalmente, después de haber pasado por semejante humillación y
haber vencido la muerte, Cristo subió al cielo: sigámoslo.
Oigamos lo que dice el Apóstol: Ya que
habéis resucitado con Cristo, aspirad a los bienes de arriba,
donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.
Oración
Señor Dios nuestro, encendido en tu amor, san
Lorenzo se mantuvo fiel a tu servicio y alcanzó la gloria en el
martirio; concédenos, por su intercesión, amar lo que él amó y
practicar sinceramente lo que nos enseñó. Por nuestro Señor
Jesucristo.