El amor de Cristo nos apremia
De las Meditaciones de san Juan
Bautista de la Salle, presbítero
Meditación 201
Caed en la cuenta de lo que dice el apóstol Pablo,
esto es, que Dios puso en su Iglesia apóstoles, profetas y doctores,
y observaréis que es él quien os puso en vuestro oficio. Pablo es
también quien os vuelve a dar testimonio, cuando dice que hay
diversos ministerios y diversas operaciones y que es el mismo
Espíritu quien se manifiesta en todas ellas para la utilidad común,
es decir, para el bien de la Iglesia.
No dudéis entonces de que la gracia que se os ha
concedido de enseñar a los niños, de anunciarles el Evangelio y de
educar su espíritu religioso es un gran don de Dios, que es quien os
ha llamado a este oficio.
Por tanto, los niños, que han sido entregados a
vuestro cuidado, han de ver que sois ministros de Dios porque
ejercéis vuestro oficio con una caridad sincera y una fraternal
diligencia. El pensar que sois no sólo ministro Dios, sino también
de Cristo y de la Iglesia, os debe ayudar a cumplir con vuestra
obligación.
Esto es lo que dice san Pablo cuando exhorta a que
todos los que anuncian el Evangelio sean considerados como ministros
de Cristo y que escriban la carta que Cristo dicta, no con tinta,
sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en
las tablas de carne del corazón de los niños. Por esto, el amor de
Dios debe apremiaros, puesto que Jesucristo murió por todos para que
ya no vivamos para nosotros mismos, sino para él, que por nosotros
murió y resucitó. Que vuestros discípulos, estimulados por vuestra
diligencia y solicitud, sientan que es Dios mismo quien les exhorta
por vuestro medio, ya que actuáis como embajadores de Cristo.
Es necesario que manifestéis a la Iglesia el amor
que por ella sentís y le deis pruebas de vuestra diligencia pues
trabajáis en unión con la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo. Que
vuestra actuación haga ver que amáis a los que Dios os encomendó con
el mismo amor con que Cristo amó a su Iglesia.
Esforzaos porque los niños lleguen efectivamente a
formar parte de este templo, de tal modo que sean dignos de
presentarse un día ante el tribunal de Jesucristo gloriosamente, sin
mancha ni arruga ni nada por el estilo, y puedan así manifestar a
los siglos venideros las abundantes riquezas de la gracia que Dios
os otorgó para educar y enseñar, y a ellos para aprender, todo con
vistas a la herencia del reino de Dios y de Jesucristo, nuestro
Señor.
Oración
Señor, tú que has elegido a san Juan Bautista de
la Salle para educar a los jóvenes en la vida cristiana, suscita
maestros en tu Iglesia que se entreguen con generosidad a la
formación humana y cristiana de la juventud. Por nuestro Señor
Jesucristo.