TIEMPO DE CUARESMA
Lecturas de la liturgia de las horas

Cuarto Viernes de Cuaresma

PRIMERA LECTURA
Del libro de los Números 14, 1-25
Murmuración del pueblo e intercesión de Moisés

SEGUNDA LECTURA
De las Cartas pascuales de San Atanasio, Obispo
(Carta 5, 1-2:  PG 26, 1379-1380)

La celebración de la Pascua junta en una misma fe
a los que se encuentran corporalmente separados

Vemos hermanos míos, cómo vamos pasando de una fiesta a otra, de una solemnidad a otra.  Ahora ha llegado aquel tiempo en que todo vuelve a comenzar, a saber, el anuncio de la Pascua venerable, en la que el Señor fue inmolado.  Nosotros nos alimentamos, como de un manjar de vida, y deleitamos siempre nuestra alma con la sangre preciosa de Cristo, como de una fuente; y, con todo, siempre estamos sedientos de esa sangre, siempre sentimos un ardiente deseo de recibirla.  Pero nuestro Salvador, está siempre a disposición de los sedientos y, por su benignidad, atrae a la celebración del gran día a los que tienen sus entrañas sedientas, según aquellas palabras suyas:  El que tenga sed, que venga a mí y que beba.

No sólo podemos siempre acercarnos a saciar nuestra sed, sino que además, siempre que lo pedimos, se nos concede acceso al Salvador.  El fruto espiritual de esta fiesta no queda limitado a un tiempo determinado, ni conoce el ocaso su radiante esplendor, sino que está siempre a punto para iluminar las mentes que así lo desean.  Goza de una virtualidad in-interrumpida para con aquellos cuya mente está iluminada y que día y noche están atentos al libro sagrado, como aquel hombre a quien el salmo proclama dichoso, cuando dice:  Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Ahora bien, el mismo Dios, amados hermanos, que la principio instituyó para nosotros esta fiesta, nos ha concedido poderla celebrar cada año; y el que entregó a su Hijo a la muerte por nuestra salvación nos otorga, por el mismo motivo, la celebración anual de esta santa solemnidad.  Esta fiesta nos sostiene en medio de las miserias de este mundo; y ahora es cuando Dios nos comunica la alegría de la salvación, que irradia de esta fiesta, ya que en todas partes nos reúne espiritualmente a todos en una sola asamblea, haciendo que podamos orar y dar gracias todos juntos, como es de ley en esta fiesta.  Éste es el prodigio de su bondad:  que Él reúne para celebrarla a los que están lejos y junta en una misma fe a los que se encuentran corporalmente separados.

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Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María