La
Ramera del Apocalipsis,
la Gran Babilonia
Padre Jordi Rivero
Los títulos bíblicos de "ramera" y
"Gran Babilonia" NO se refieren a la Iglesia, ¡Al contrario!
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El
Apocalipsis es un libro cargado de símbolos
que no son fáciles de entender. Lo que sí es fácil es caer en la tentación
de manipularlos para justificar cualquier opinión y para atacar al
"enemigo". De esta
manera algunos han querido interpretar que la Iglesia Católica es la
ramera y la Gran Babilonia del libro del Apocalipsis. Utilizan
principalmente el Ap 17.
"La Gran Babilonia"
(v.5) es la gran ciudad del destierro de Israel en tiempos del
Rey Nabucodonosor. Simboliza el poder pagano y la
tribulación del Pueblo de Dios.
¿Roma?
Cuando San Juan escribió el
Apocalipsis Roma era el poder pagano que oprimía al pueblo de Dios.
Este pueblo es la Iglesia que ya estaba presente tanto en la ciudad de
Roma como en muchas otras ciudades del imperio. Roma era una ciudad impresionante
por sus riquezas y sus desenfrenos: "La mujer estaba vestida de púrpura y
escarlata, resplandecía de oro, piedras preciosas y perlas; llevaba en
su mano una copa de oro llena de abominaciones, y también las
impurezas de su prostitución."
(v.4)
Siguiendo esta hipótesis, Roma sería la
ramera porque "con
ella fornicaron los reyes de la tierra" (v.2). Estos reyes, como
Herodes, se prostituían con ella para obtener poder sobre alguna
provincia del imperio. Otras referencias también se aplican a Roma: "se sienta sobre grandes aguas"
(v.1), alusión a su dominio del mar Mediterráneo, considerado como el
principal mar del mundo. Las
siete cabezas de la bestia son
“siete colinas” (v.9).
Roma está asentada sobre siete colinas: Palatino, Capitolino,
Quirinal, Viminal,
Esquilino, Celio y Aventino.
¿Jerusalén?
San Juan no especifica cual es la "Gran Ciudad".
Podría también referirse a
Jerusalén, ya que, mientras
en Occidente “la ciudad de las
siete colinas” se refería a Roma, en la cultura oriental a la que pertenece San Juan, Jerusalén era
conocida como “la ciudad de las siete colinas” (Pirke
de-Rabbi Eliezer, Sección 10). Estas colinas son: 1- "Escopus",
2-"Nob", 3-“el Monte de la
Corrupción” o “el Monte de la Ofensa” o “el Monte de la Destrucción” (2 Reyes 23,13), 4- El
original “monte Sión”,
5-la colina Suroeste también llamada "Monte Sión", 6- el "Monte Ofel", y 7- “La Roca” donde se construyó la fortaleza “Antonia”.
El número siete significa perfección. En los capítulos 15 y 16 del Ap.
leímos sobre las siete plagas, las siete copas, los siete ángeles...
Otros
pasajes del Apocalipsis también se refieren a Jerusalén como la Gran Ciudad en
forma condenatoria:
Y sus cadáveres, en la plaza de la Gran Ciudad, que simbólicamente se llama Sodoma o Egipto, allí donde también su Señor fue crucificado. -Apocalipsis 11,8
La ciudad
donde "también su Señor fue crucificado" no puede ser sino Jerusalén. También en Jerusalén la persecución de la
Iglesia ocurría bajo la autoridad de Roma. Allí la ramera cometió las
mas grandes abominaciones: la crucifixión del Redentor, la destrucción
del Templo.
San Juan
no especificó cual era la ciudad, quizás porque en realidad el mensaje
se aplica a la dos ciudades y se puede aplicar también a otras: El mundo
lucha contra la Iglesia. Esta sufre pero prevalecerá. Sus mártires y
santos son sus frutos.
La Iglesia de Roma y la ramera o Gran Babilonia
Los títulos de ramera y
Gran Babilonia, lejos de referirse a la Iglesia, identifican a sus
enemigos. La Iglesia está en oposición a la ramera y sufre martirio en
sus manos. El Apocalipsis honra a la Iglesia por su fidelidad al Señor
hasta dar su sangre en esta lucha.
"Y vi que la mujer se embriagaba con la sangre de
los santos y con la sangre de los mártires de Jesús. Y me asombré
grandemente al verla" Apocalipsis 17,6.
Hay un paralelo con la antigua Babilonia donde los
judíos Sadrac, Mesac, Abegnego y
Daniel se mantuvieron fieles ante la amenaza del
martirio. Ahora es la Iglesia la que sufre en sus mártires.
San Juan escribe en el año 95 AD, cuando Domiciano perseguía ferozmente a la Iglesia.
En el Apocalipsis presenta a la ramera asesina que lucha contra la Iglesia fiel que padece su
persecución. Se trata de una oposición entre el mal (la ramera) y el
bien (la Iglesia fiel). La "Gran Babilonia" nos recuerda al sufrimiento de Israel
en el AT. Nos encontramos entonces ante un paralelo entre Israel, víctima
del poder de Babilonia y la Iglesia, víctima del poder de Roma.
Pero hay
también diferencias.
Mientras Israel, después de la opresión en Babilonia,
debe regresar a Jerusalén, la Iglesia, con el poder de Jesucristo,
esta destinada a prevalecer sobre Roma (Babilonia) y desde allí ha de propagar el
Evangelio por el mundo entero. La Iglesia tiene su sede en Roma pero
es "católica": universal.
Es cierto que en Roma (que representa al mundo) no ha
cesado de existir pecado. Está todavía dándose la lucha entre la
ramera y la Iglesia. Es cierto también que el pecado del mundo
contamina incluso a los miembros de la Iglesia. No estamos todavía en
la Nueva Jerusalén (el cielo). Jesús advirtió que la cizaña crecería
con el trigo y no sería arrancada hasta el fin del mundo.
En la
visión Bíblica, los fieles viven una alianza de amor con Dios, un
matrimonio místico. La infidelidad a Dios es por tanto un acto de
mujer ramera, de prostituta. El Apocalipsis es una advertencia a los
cristianos de no caer en esa infidelidad.
Desde el principio, en la Iglesia hay santos pero
también hay quienes se han pasado al bando de la ramera, actuando con
infidelidad. En medio de esta lucha, la Iglesia continúa propagando el
Reino de Dios y los que abren su corazón reciben la gracia. El
Apocalipsis presenta a los santos y mártires como testimonio y fruto
de la Iglesia que da nueva vida. En todos los siglos la Iglesia ha
dado este fruto de santidad que continuará hasta la segunda venida del
Señor.
Este mensaje corresponde al Evangelio. Los cristianos
estamos llamados a la santidad, a ser la sal de la tierra y luz
del mundo. La Iglesia es como el grano de mostaza, pequeñito pero que
crece y es capaz de prevalecer. Así la Iglesia prevalece sobre el imperio
y crece hasta
llegar a los confines de la tierra.
Es indiscutible que cuando
San Juan escribió el Apocalipsis, ya la Iglesia estaba establecida en
Roma.
1- San Pedro,
cabeza visible de la Iglesia, había escrito:
"Os
saluda la que está en Babilonia, elegida
como vosotros, así como mi hijo Marcos"
-1 Pedro 5,13
¿Quien es
la que está en Babilonia y saluda? La Iglesia de Roma. Es de notar también que en esta cita de la Biblia
San Pedro llama a Marcos "mi hijo", haciendo referencia a la
paternidad espiritual de Pedro.
2- San
Pablo también había ya escrito su Carta a los Romanos
3-
La
Iglesia de Roma había ya sido coronada con el martirio de San Pedro y
San Pablo. También en Roma habían muerto ya los primeros sucesores de
Pedro (Ver: Lino, 67-76 y Cleto, 76-88, Papas
>>>).
Por otra parte, el Vaticano, sede de la Iglesia
Católica, no ocupa ninguna de las siete colinas de Roma (v.9), ya que
se encuentra al occidente del río Tiber, mientras la antigua Roma con
sus colinas esta al este del río.
Quienes interpretan a la ramera como si fuese la
Iglesia católica no tienen el mas mínimo fundamento bíblico. Caen en
una interpretación arbitraria de Lutero, siglo XVI,
para justificar su ruptura con la Iglesia. Es interesante notar
que el mismo Lutero rechazó el libro del Apocalipsis:
“…A mi parecer [el libro del Apocalipsis] no tiene ningún signo de carácter apostólico o profético…cada quien puede formar su propio
juicio acerca de este libro; yo personalmente siento antipatía por él,
y eso para mi es razón suficiente para rechazarlo.”
-Sammtliche Werke,
63, pp. 169-170
Si bien hemos visto que sería absurdo interpretar el
Apocalipsis para condenar a la Iglesia de su época como ramera, sería
igualmente absurdo interpretar una condena contra la Iglesia en los
siglos posteriores,
ya que se trata de la misma Iglesia y la misma lucha. Mas bien el texto
continua siendo una valiosa enseñanza que nos anima a mantenernos
fieles a la Iglesia en medio de los ataques que no cesan. Es una advertencia
muy actual.
Ante los
ataques contra los que se mantienen fieles a la Iglesia fundada por
Cristo y ante los abusos de interpretación de los textos bíblicos, es
importante atender a lo que el mismo capítulo nos exhorta:
"Aquí es
donde se requiere inteligencia, tener sabiduría"
Ap. 17,9
Apocalipsis 17
(1) Entonces vino uno de los siete Angeles que
llevaban las siete copas y me habló: «Ven, que
te voy a mostrar el juicio de la célebre
Ramera, que se sienta sobre grandes aguas,
(2) con ella fornicaron los reyes de la tierra, y los
habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su
prostitución.»
(3) Me trasladó en espíritu al desierto. Y vi una mujer, sentada
sobre una Bestia de color escarlata, cubierta de títulos blasfemos; la
Bestia tenía siete cabezas y diez cuernos.
(4) La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, resplandecía
de oro, piedras preciosas y perlas; llevaba en su mano una copa de oro
llena de abominaciones, y también las impurezas de su prostitución,
(5) y en su frente un nombre escrito - un misterio -: «La Gran
Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la
tierra.»
(6) Y vi que la mujer se embriagaba con la sangre de los santos
y con la sangre de los mártires de Jesús. Y me asombré grandemente al
verla;
(7) pero el Angel me dijo: «¿Por qué te asombras? Voy a
explicarte el misterio de la mujer y de la Bestia que la lleva, la que
tiene siete cabezas y diez cuernos.
(8) «La Bestia que has visto, era y ya no es; y va a subir del
Abismo pero camina hacia su destrucción. Los habitantes de la tierra,
cuyo nombre no fue inscrito desde la creación del mundo en el libro de
la vida, se maravillarán al ver que la Bestia era y ya no es, pero que
reaparecerá.
(9) Aquí es donde se requiere inteligencia, tener sabiduría. Las
siete cabezas son siete colinas sobre las que se asienta la mujer.
Contribuye: Cesar Granda